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Díez de Rivera, Figueroa, Beamonte, Coca, Spínola... Hablan las clientas del gran modisto
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50 ANIVERSARIO DE BALENCIAGA

Díez de Rivera, Figueroa, Beamonte, Coca, Spínola... Hablan las clientas del gran modisto

Todas ellas coinciden en que fue un privilegio y lo consideran un genio de la costura al que no se le ha reconocido en España su gran valía profesional

Foto: Paloma Beamonte. (Cortesía)
Paloma Beamonte. (Cortesía)

Sonsoles Díez de Rivera, Victoria Eugenia de Figueroa, Paloma Beamonte, Silvia Coca y Mayte Spínola son algunas de las mujeres que conocieron personalmente a Cristóbal Balenciaga y lucieron sus creaciones. Las cinco damas que pasaron muchas horas en su casa de costura en la Gran Vía madrileña, en París y San Sebastián le definen como una gran persona, introvertido y un profesional único de la alta costura que sirvió de inspiración para otros grandes de la moda. El 23 de marzo de 1972 fallecía en Jávea (Alicante) a los 77 años. Hoy sus amigas han querido recordar para Vanitatis su figura con anécdotas y vivencias personales.

Foto: Balenciaga.
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Para Paloma Beamonte, “vestir de Balenciaga era algo muy especial” y señala que “el vestido que más ilusión me hizo fue el de mi puesta de largo. Nos hacía tres modelos en cada colección, de fiesta, de tarde y chaquetas. A mi madre le cosían en su taller las batas de casa y las blusas camiseras. Nos probaba su sastre, Juan; Felisa, que era una modista maravillosa, y Adela, que había sido modelo, nos recibía en el salón”. Entre muchas anécdotas, recuerda una que le impactó: “Un día estaba Juan probándome una chaqueta y al pasar Cristóbal miró, se paró y, muy serio, tomó unas tijeras y deshizo la prenda. Luego volvió a construirla sobre mí. Era como un escultor que utilizaba la tela indicada para cada diseño”.

placeholder Paloma Beamonte. (Cortesía)
Paloma Beamonte. (Cortesía)

Silvia Coca, presidenta de la fundación ANAR, nos cuenta que “Balenciaga tenía una faceta de maestro que era más desconocida. Enseñaba a los aprendices. Yo he tenido a Courrèges, a Ungaro, que eran jovencitos, pasándole alfileres cuando me estaban probando un abrigo. Era tan introvertido que nunca estuvo en los desfiles. Siempre detrás de la cortina. No se le veía y era incapaz de darse aires. En el mundo de los entendidos de la moda, el genio era Balenciaga. Venían de todo el mundo a su taller”. Silvia Coca no tiene en su ropero las obras maestras que le hizo: "Desde que salí del colegio regalé a mis primas, sobrinas y cedí muchos de los trajes. Es una pena”.

La mecenas y pintora Mayte Spínola sí guarda, igual que sus hermanas Carmen y Conchita, algunas de las joyas de Balenciaga: “Era excepcional. Íbamos a la Gran Vía a su salón a ver las colecciones. Te citaban a las seis de la tarde y te ofrecían té o café. Cuando llegabas, te daban un cuadernito y un lápiz para apuntar el número que llevaba la maniquí. Elegías y te lo hacían a medida. Eran tres pruebas. Primero el patrón, después la toile y por fin el definitivo. Era otra manera de vivir. Recuerdo un abrigo verde que era de lana, precioso, y también el que llevé en la boda de la infanta doña Pilar en Estoril. Un conjunto de vestido amarillo y abrigo de algodón de encaje blanco que aún sigo teniendo. Lo acompañé con una pamela también suya. He llevado muchos de sus casquetes. Mis hijas se han puesto mis vestidos aunque he donado mucho”.

placeholder Conchita, con su padre. (Cortesía de Mayte Spínola)
Conchita, con su padre. (Cortesía de Mayte Spínola)

Gracia Barreiros, su hija, ha lucido en varias ocasiones un vestido de noche todo bordado en la parte superior: “Es una joya, igual que el traje de novia de mi hermana Conchita cuando se casó con Miguel Báez, que marcó una época. A Balenciaga le hizo mucha ilusión porque Conchita tenía 18 años y era guapísima. Viajó de París a Madrid para hacérselo”. Como anécdota relata que cuando el matrimonio celebró sus bodas de oro, su hija Rocío le dio la sorpresa de ponérselo. Le hicimos que se lo probara y ¡le servía!”.

Foto: Exposición 'Balenciaga. La elegancia del sombrero'.

Sonsoles Díez de Rivera, hija de la marquesa de Llanzol, fue la precursora del museo de Getaria, donde hay más de mil de sus creaciones colocadas sobre figurines invisibles. Ha sido y es la guardiana de la memoria Balenciaga. En dicho espacio (y en el de Barcelona) se encuentran todas las creaciones que un día el modisto vasco ideó para su madre, su hermana Carmen y ella misma. “Solo me quedé con mi vestido de primera comunión, que utilizó mi hija y después mis nietas.

placeholder Sonsoles Diez de Rivera (Cortesía)
Sonsoles Diez de Rivera (Cortesía)

Es un tesoro que guardo con mucho cariño”. Revela que una de las niñas le ha dicho que quiere casarse con su traje de novia: “Es una joya. Está bordado en plata de arriba abajo y sorprendió porque era más corto por delante. Se encuentra en el museo”. Para las mujeres Díez de Rivera e Icaza, Balenciaga formaba parte de sus vidas: “Mi madre siempre se vistió de él y, como era muy alta para aquellos años, decía que era su mejor escaparate. Para Balenciaga las telas hablaban”.

placeholder Mayte Spínola. (Cortesía)
Mayte Spínola. (Cortesía)

Victoria Eugenia de Figueroa, marquesa viuda de Tamarit y madre de las hermanas Suelves, lució el día de su boda su traje nupcial firmado por el modisto vasco. Aunque reconoce que su preferido fue el de su puesta de largo. La aristócrata abrió el baile con su padre, el conde de Romanones. No solo tenía en su armario alta costura de fiesta, sino también conjuntos sastre y de cóctel que conserva: “Mis hijas se han puesto en alguna ocasión algunos de ellos”. Define a Balenciaga como “un hombre tranquilo, serio y con un sentido de la elegancia innato. Las pruebas eran rituales serios y tengo la imagen de su atelier como un sitio muy elegante”. Victoria Eugenia, a la que familiarmente llaman Mimi, se enteró del retiro del modisto por él mismo: “Me dijo que se retiraba porque le había ganado el prêt-à-porter. Fue el momento de la aparición de las boutiques”. Sonsoles Díez de Rivera también recuerda ese momento: “Contaba que era muy mayor para hacer eso, pero, en cambio, sí diseño los uniformes de Air France y unos blusones para el Orfeón Donostiarra”.

placeholder Victoria Eugenia de Figueroa. (Cortesía)
Victoria Eugenia de Figueroa. (Cortesía)

Con él se fue una época y le recordamos.

Sonsoles Díez de Rivera, Victoria Eugenia de Figueroa, Paloma Beamonte, Silvia Coca y Mayte Spínola son algunas de las mujeres que conocieron personalmente a Cristóbal Balenciaga y lucieron sus creaciones. Las cinco damas que pasaron muchas horas en su casa de costura en la Gran Vía madrileña, en París y San Sebastián le definen como una gran persona, introvertido y un profesional único de la alta costura que sirvió de inspiración para otros grandes de la moda. El 23 de marzo de 1972 fallecía en Jávea (Alicante) a los 77 años. Hoy sus amigas han querido recordar para Vanitatis su figura con anécdotas y vivencias personales.

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