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50 años de la Batalla de Versalles: cuando Saint Laurent y Givenchy se enfrentaron a Halston
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HISTORIA DE LA MODA

50 años de la Batalla de Versalles: cuando Saint Laurent y Givenchy se enfrentaron a Halston

Se cumple medio siglo de la famosa Batalla de Versalles, cuando Yves Saint Laurent o Hubert de Givenchy claudicaron ante el éxito de Halston o Stephen Burrows

Foto: David Mahoney, Liza Minnelli, Roy Halston y Marisa Berenson (Getty)
David Mahoney, Liza Minnelli, Roy Halston y Marisa Berenson (Getty)

Envuelta en metros de chifón, la modelo Pat Cleveland estuvo a punto de caerse del escenario aquel 28 de noviembre de 1973, cuando se convirtió en una de las protagonistas de lo que la historia llamó la Batalla de Versalles: “Halston me había dicho que saliera a la pasarela y fuera hacia la luz y yo sabía perfectamente cómo hacerlo”. Considerada una de las primeras modelos afroamericanas y una de las pocas que ha gozado del apodo de supermodelo, Cleveland formaba parte del bando americano que se vio las caras con la moda francesa en los salones del palacio de Versalles en una noche que se consideró épica.

A principios de los años 70, aquel edificio, máxima expresión de la 'grandeur' de Luis XIV, no vivía sus mejores tiempos. Como recordaba la misma Cleveland, se habían acometido algunas reformas en los tejados, pero el interior estaba en muy malas condiciones. Gerald van der Kemp, comisario entonces de este monumento, buscaba financiación para afrontar las reformas tan necesarias y la publicista americana Eleanor Lambert vio una oportunidad para presentar la moda americana al mundo.

Nadie pensó en una batalla, eso sí. De hecho, su denominación original fue 'Grand Divertissement à Versailles', pero los acontecimientos que se desarrollaron acabaron siendo el Waterloo de la moda gala.

Se organizaron dos bandos. Por un lado, los creadores de alta costura franceses, con Hubert de Givenchy, Pierre Cardin, Marc Bohan (en Dior), Emanuel Ungaro e Yves Saint Laurent. Por el otro, Bill Blass, Halston, Oscar de la Renta, Stephen Burrows y Anne Klein.

placeholder Tippi Hedren y Marc Bohan (Dennis Oulds/Central Press/Hulton Archive/Getty)
Tippi Hedren y Marc Bohan (Dennis Oulds/Central Press/Hulton Archive/Getty)

Cada país presentaría en el teatro de Versalles sus propuestas delante de unos invitados que iban a abonar 235 dólares por aquel evento benéfico, al que seguiría una cena en los apartamentos del rey. Grace Kelly, Wallis Simpson o Andy Warhol figuraban en el selecto grupo vip que terminó de darle relumbrón a aquel acontecimiento: “Había tal cantidad de joyas en las butacas que se veía todo lleno de brillos”, recuerda todavía Cleveland.

Pero lejos de aquel lujo que se experimentó en el ambiente, en el backstage las cosas eran muy diferentes. “No se podía aguantar de frío”, explicaba en una conferencia Stephen Burrows. “Yo tenía la suerte de ensayar después de Bill Blass y cuando terminaba me iba para el hotel. Pero las modelos se quedaban allí, con esa temperatura gélida. No sé cómo aguantaron. No tenían ni papel higiénico”. El mismo recuerdo tiene Donna Karan, que en una entrevista para la revista 'Elle' explicaba cómo vivió ella aquel acontecimiento como asistente de Anne Klein: “Ensayábamos por la noche, cuando terminaban los franceses, y aquello era helador”.

Foto: Ewan McGregor, protagonista de 'Halston'. (Netflix)

Las penurias e incomodidades que les hacían pasar los diseñadores galos a los americanos, con retrasos de hasta seis horas para los ensayos, llegó a provocar más de un enfrentamiento. Cleveland afirma: “Halston se peleó con Bill Blass por ver quién salía antes. Al final acabamos ensayando en la habitación de Oscar de la Renta, que nos invitó a champán y caviar”. Por su parte, la modelo Chris Royer, otra de las maniquís estadounidenses, fue testigo de otro enfado de Halston: “Se frustró por las condiciones que tenía la moda americana y llegó a montarse en su limusina para irse. Tuvo que salir Liza Minnelli para tranquilizarle”.

Minnelli era una de las estrellas invitadas a aquella gala. Ella, Jane Birkin o la mismísima Josephine Baker figuraban entre las actuaciones con las que aquel show iba a brillar. “Cuando me propusieron desfilar estaba en París y aquello me suponía regresar a Estados Unidos”, afirmaba Pat Cleveland en una entrevista para SHOWStudio. “Pero cuando me enteré de que nos iba a coreografiar Kay Thompson no lo dudé. Todas las chicas de la Séptima Avenida queríamos introducirnos en el show business y hacer algo con ella, que trabajaba para Minnelli o Judy Garland, era la mejor manera. Comenzamos a prepararlo todo en Nueva York. Allí aprendí a decir el ‘bon jour, Paris’ con el acompañábamos a Liza al inicio del show”. La actriz era la artista del momento gracias al Oscar que había ganado por ‘Cabaret’, pero ni con esas pudo ensombrecer la figura de Baker, que actuaba por el lado francés. “Una de mis amigas me pidió que la distrajera mientras Bill Blass le quitaba plumas de avestruz de su vestido para guardárselas como recuerdo”, rememoraba Cleveland con emoción en una conferencia en Nueva York. “Yo todavía las conservo guardadas en un cuaderno”.

placeholder Kay Thompson, Francoise de la Renta y Joe Eula con Marc Salet, arquitecto de Versailles, y Serge. (Fairchild Archive/WWD/Penske Media via Getty)
Kay Thompson, Francoise de la Renta y Joe Eula con Marc Salet, arquitecto de Versailles, y Serge. (Fairchild Archive/WWD/Penske Media via Getty)

Sobre el escenario, aquella noche se vieron dos mundos enfrentados. El de la moda francesa, con unos escenarios muy decorados y unas propuestas más pensadas para el día, en un claro fallo de percepción del evento, y el de la moda americana, que jugó con las luces y la música con vestidos fluidos de noche que llenaron de glamour el escenario. “Además de todas las penurias, tuvimos que improvisar sobre la marcha, porque confundieron nuestras indicaciones para la decoración. Nosotros les hablábamos de pulgadas y ellos entendían metros”, explicó en su día Stephen Burrows. “Pero la experiencia fue maravillosa. Trabajamos muchísimo y lo hicimos muy bien. Al finalizar el desfile, se acercó Yves Saint Laurent y me dijo que yo era el único diseñador americano”.

Más allá de las anécdotas de aquel evento de moda que casi pasó inadvertido por la prensa, al buscar los franceses ocultar su derrota, la Batalla de Versalles resultó sin pretenderlo un antes y un después para la moda. Sirvió para afianzar a los creadores americanos, que protagonizaron su propia revolución francesa posicionándose como voces a tener en cuenta. Pero también abrió las puertas a las modelos afroamericanas en las pasarelas. “Estados Unidos llegó con modelos de todas las nacionalidades, como era Nueva York en aquel momento”, confirmaba Cleveland hace unos años. “Los vestidos se exhibieron con las chicas de la Séptima Avenida y allí estábamos nosotras. En París eso no se había visto. Luego llegó Yves Saint Laurent y Hubert de Givenchy, pero nosotras fuimos las primeras”.

Aquella fantasía, además, ha dado con posterioridad mucho que hablar. Si con Waterloo, Abba creó un éxito mundial, esta derrota de la moda francesa ha dado para documentales como ‘Versailles 73: American Runway Revolution’, para capítulos enteros como el que le dedica la serie ‘Halston’, de Netflix, y hasta se ha creado un juego de mesa (‘La batalla de Versalles’) con sello español, demostrando que a día de hoy, y pese a los intentos de hacernos olvidar el éxito de la moda americana, aquella gélida noche de noviembre sigue todavía calentando nuestros ánimos.

Envuelta en metros de chifón, la modelo Pat Cleveland estuvo a punto de caerse del escenario aquel 28 de noviembre de 1973, cuando se convirtió en una de las protagonistas de lo que la historia llamó la Batalla de Versalles: “Halston me había dicho que saliera a la pasarela y fuera hacia la luz y yo sabía perfectamente cómo hacerlo”. Considerada una de las primeras modelos afroamericanas y una de las pocas que ha gozado del apodo de supermodelo, Cleveland formaba parte del bando americano que se vio las caras con la moda francesa en los salones del palacio de Versalles en una noche que se consideró épica.

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