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Roger Vivier: el zapatero que creó la hebilla más deseada (y copiada) del mundo
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Roger Vivier: el zapatero que creó la hebilla más deseada (y copiada) del mundo

Grande, geométrica y metálica, la hebilla favorita de personajes tan dispares como Isabel II, Rossy de Palma o Catherine Deneuve sigue siendo la más imitada casi 60 años después

Foto: Roger Vivier. (Getty)
Roger Vivier. (Getty)

La H de Hermès, la G de Gucci, la L cursiva versión Anagram de Loewe y, por supuesto, la doble C de Chanel. Muchas han sido las iniciales que se han convertido en logos célebres de las firmas de moda más lujosas y exclusivas de la historia. Pero cuando un sencillo y austero cuadrado hecho hebilla, así sin más –al menos aparentemente–, se convierte en icono de una maison, la genialidad está servida. Que se lo digan a Roger Vivier.

El inolvidable zapatero francés, nacido en París en 1907 y fallecido en 1998, siempre fue un amante del arte más barroco, especialmente de la escultura, disciplina que estudió en la escuela de Bellas Artes de la capital francesa. Muchos de sus diseños se consideraban obras escultóricas dadas la precisión, la artesanía y el valor artístico con los que trabajaba y fue popularmente conocido como 'el Fabergé' del calzado, en alusión al célebre joyero ruso.

placeholder Los zapatos de Roger Vivier. (Cortesía)
Los zapatos de Roger Vivier. (Cortesía)

Un éxito en pantalla grande

Sin embargo, el mayor triunfo le llegó a Vivier con la creación de un diseño mucho más sencillo y minimal. El mítico zapatero, que había calzado a la reina Isabel II el día de su coronación en 1953 y que colaboró con Christian Dior entre los años 1953 y 1956, alcanzó la gloria, sin embargo, con Yves Saint Laurent. En 1965, el modisto también francés presentaba su famosa colección Mondrian y Vivier creó para la ocasión un zapato que, sin aún saberlo, revelaría la fórmula secreta del éxito: un sencillo salón negro con tacón que incorporaba una gran hebilla plateada y cuadrada a modo adorno y que ocupaba casi toda la puntera.

placeholder Camille Razat, para Roger Vivier. (Cortesía)
Camille Razat, para Roger Vivier. (Cortesía)

Las mujeres más elegantes acudían en masa a la boutique del zapatero en la Rue François 1ére de París, todas querían poseer el que se había convertido en el gran éxito de moda de la temporada. Pero la consagración de esta hebilla como icono eterno llegó dos años después, con la mítica película de Luis Buñuel 'Belle de Jour'. Protagonizada por una bellísima Catherine Deneuve, el vestuario era obra de Yves Saint Laurent y el calzado, cómo no, de Roger Vivier. La actriz francesa lucía en el filme esos ya famosos salones negros con hebilla que quedaron inmortalizados para siempre en el Séptimo Arte y que pasaron a la historia de la moda con el nombre de Belle Vivier.

Unas medidas perfectas

La inspiración de la hebilla venía de atrás, del clásico calzado de la aristocracia y realeza del siglo XVIII, tanto de hombres como de mujeres. Vivier, enamorado del arte y de la historia, recurrió a este detalle que simbolizaba el lujo en el calzado, incorporando a sus diseños una hebilla más moderna y actualizada. Grande, más geométrica y con una mezcla de líneas rectas (simbolizaban lo masculino) y esquinas curvas (en relación con lo femenino), este adorno que hoy se reapropian con más o menos discreción firmas tan dispares como Bimani, Zara o Manolo Blahnik, representaba el equilibrio y la elegancia perfectos.

placeholder Zapatos de Roger Vivier. (Cortesía)
Zapatos de Roger Vivier. (Cortesía)

Sus medidas aproximadas, 65,53 x 48 cm, han resultado ser la fórmula magistral para que un zapato alcance el estatus de icono de moda. Basta llevar un accesorio de Roger Vivier, hoy propiedad del grupo Tod’s de Diego Della Valle, con esta hebilla que decora en sus diferentes versiones nuevas y modernos diseños de la maison como las botas altas y planas, las sneakers, los cinturones y bolsos, y hasta gorros, diademas y pulseras, para experimentar su gran poder transformador en el look. Y tanto Bruno Frisoni, artífice del relanzamiento de la firma en 2004, como Gherardo Felloni han actualizado mil y una veces esta hebilla sin perder jamás su aún sorprendente elegancia y glamour.

La H de Hermès, la G de Gucci, la L cursiva versión Anagram de Loewe y, por supuesto, la doble C de Chanel. Muchas han sido las iniciales que se han convertido en logos célebres de las firmas de moda más lujosas y exclusivas de la historia. Pero cuando un sencillo y austero cuadrado hecho hebilla, así sin más –al menos aparentemente–, se convierte en icono de una maison, la genialidad está servida. Que se lo digan a Roger Vivier.

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