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La curiosa historia de la gabardina, una prenda icónica y cool curtida en mil batallas
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HISTORIA DE LA MODA

La curiosa historia de la gabardina, una prenda icónica y cool curtida en mil batallas

La gabardina, que debe su nombre inglés trench a las trincheras de la I Guerra Mundial, nació en el siglo XIX en ambientes duros e inclementes. Nada que ver con su aire cool y estiloso actual

Foto: Una insider paseando por las calles de Nueva York con una gabardina. (Launchmetrics Spotlight)
Una insider paseando por las calles de Nueva York con una gabardina. (Launchmetrics Spotlight)

Siempre se ha dicho que la gabardina nació en las trincheras de la I Guerra Mundial. De ahí toma de hecho su nombre en inglés: trench. Y es cierto que son muchas las fotos de altos cargos del ejército inglés de la época en las que se les ve llevando estas primigenias versiones de esta popular prenda. Unas piezas que resistían con cierta solvencia a las inclemencias del tiempo y a la extrema dureza de las situaciones que un contexto bélico de escala mundial podía provocar.

Pero el origen real de esta prenda que hoy es imprescindible en cualquier armario femenino, y en algunos masculinos —es curioso que nació como prenda de hombre, pero hoy son más mujeres las que la lucen–, se remonta a un siglo atrás. Hacia 1820, los inventores británicos Charles Macintosh y Thomas Hancock crearon los primeros abrigos realizados en tejido impermeable.

Foto: Las gabardinas y trench más chic por menos de 70 euros (Pexels)

Y aunque muy rudimentarias, estas prendas cumplían un importante papel en el agitado día a día de los hombres más pudientes. A saber: montar a caballo, cazar, 'hacer la guerra' u otras actividades que realizaban al aire libre y que requerían de protecciones cortavientos e impermeables (además de curiosos detalles como las correas en los puños, que servían para ajustarlos y que el agua no entrara al brazo cuando se utilizaban los prismáticos, o los cinturones con anillas para poder colgar utensilios). Pero fue en la I Guerra Mundial cuando esta prenda se hizo bastante habitual tanto en los altos cargos como, más tarde, entre los jóvenes procedentes de clases bajas que, enrolados en el ejército más por necesidad que por vocación, lucían estas gabardinas como símbolo de estatus.

Aun así, antes de su relativa 'democratización' entre los militares y gentlemen, el nombre de Thomas Burberry, viejo conocido del mundo fashion, tomó un papel relevante. Dedicado a la fabricación de textiles e inventor hacia 1879 del tejido gabardina tal y como lo conocemos hoy —de ahí el nombre en español de esta prenda universal—, Burberry fue también pionero a la hora de recurrir a personalidades de la época —aristócratas básicamente— para dar a conocer sus fantásticos y novedosos trenchs. Y fue el proveedor oficial de gabardinas al ejército británico desde principios del siglo XX, con unas prendas a las que comenzó a añadir los clásicos forros de cuadro tartán.

placeholder Gabardina con casi 50% de descuento de Stradivarius. (Cortesía)
Gabardina con casi 50% de descuento de Stradivarius. (Cortesía)

Pero Burberry tuvo un 'rival': el sastre de Mayfair John Emary, quien unos años antes, hacia 1853, había creado también un impermeable que bautizó como Aquascutum y que era el mismo nombre de su propia empresa.

La gabardina: de las trincheras al olimpo de la moda

Con el paso del tiempo, la gabardina no solo no cayó en el olvido, sino que se afianzó como prenda masculina impecable, apta para los hombres más elegantes y distinguidos. Entre ellos, el actor americano Humphrey Bogart, quien la inmortalizó en la mítica e inolvidable película 'Casablanca'. Pero también mujeres delicadas y bellas como Audrey Hepburn en 'Desayuno con Diamantes', poderosas como Marlene Dietrich en 'Un asunto exterior' o ultrafashion como Sarah Jessica Parker en 'Sexo en Nueva York' han lucido esta prenda en la gran pantalla.

placeholder Audrey Hepburn y George Peppard en un fotograma de 'Desayuno con diamantes'. (Cordon Press)
Audrey Hepburn y George Peppard en un fotograma de 'Desayuno con diamantes'. (Cordon Press)

Por no hablar de la familia real inglesa que, como buenos referentes de la estética más conservadora y guardianes de las tradiciones, cuentan con el trench como una 'joya de la Corona' más. De la difunta Isabel II a las esposas de sus nietos, especialmente Kate Middleton y Meghan Markle, sin olvidarnos también de los varones de la casa, todos han llevado, y siguen llevando, esta clásica prenda.

Pero esta prenda, que siempre se ha asociado a los detectives, los gentlemen y los gánsteres, es hoy una pieza absolutamente transversal, no gender o genderless según la terminología más moderna, y que conecta, como vemos, a actrices de Hollywood con royals, hipsters o empresarios de alto nivel. Incluido Kim Jong-un, el líder supremo de Corea del Norte que, completamente enamorado de su trench largo de cuero y cansado de que muchos conciudadanos le 'copiaran', prohibió en 2021 que nadie más pudiera utilizar esta prenda en el país.

placeholder Meghan Markle, junto al príncipe Harry en Sudáfrica en 2019. (EFE/EPA/Reuters/Pool/Toby Melville)
Meghan Markle, junto al príncipe Harry en Sudáfrica en 2019. (EFE/EPA/Reuters/Pool/Toby Melville)

Y es un imprescindible en las colecciones de firmas de todo tipo, incluidas las más lujosas y exclusivas, entre las que destaca Burberry, la heredera estilística de esos diseños pioneros de Thomas Burberry. Y artífice de las versiones y actualizaciones más increíbles de la gabardina convertida ya en un clásico entre los clásicos. Pero firmas como Alexander McQueen, Balenciaga, Balmain, Dior, Coperni, Courrèges o Isabel Marant siguen apostando fuerte por esta prenda en sus colecciones, sobre todo en las de invierno, y jugando con sus dimensiones y siluetas de mil y una formas.

Siempre se ha dicho que la gabardina nació en las trincheras de la I Guerra Mundial. De ahí toma de hecho su nombre en inglés: trench. Y es cierto que son muchas las fotos de altos cargos del ejército inglés de la época en las que se les ve llevando estas primigenias versiones de esta popular prenda. Unas piezas que resistían con cierta solvencia a las inclemencias del tiempo y a la extrema dureza de las situaciones que un contexto bélico de escala mundial podía provocar.

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