Carmen Dell’Orefice, el mito de 93 años que sigue triunfando en la pasarela o cómo la moda está madurando
Es un movimiento que responde también a un cambio social: una generación que no quiere desaparecer a partir de los 40 y que exige representación real
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F94a%2F92c%2F560%2F94a92c56015bf725eea607bbd1e057fe.jpg)
Durante décadas, las pasarelas de moda parecían estar reservadas para rostros jóvenes, cuerpos uniformes y pieles sin arrugas. Pero en las últimas temporadas, algo ha cambiado. La presencia de modelos maduras ha dejado de ser una rareza para convertirse en un gesto cada vez más habitual, una forma poderosa de romper moldes y ampliar la conversación sobre la belleza y el estilo.
Firmas como Valentino, Balenciaga, Bottega Veneta o The Row han apostado por rostros que superan con creces los 50 años, como Kristen McMenamy, Stella Tennant (hasta su fallecimiento), Malgosia Bela o incluso Penélope Tree. En 2022, Prada abrió su desfile con la actriz y modelo británica Emma Corrin, y lo cerró con Liya Kebede, de 45 años, consolidando esa narrativa diversa y atemporal.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ffc8%2Fe67%2F817%2Ffc8e678172ce195157562fd529b53207.jpg)
Pero no solo se trata de “dar espacio” a otras edades. Las modelos maduras traen consigo una presencia, una gestualidad y una historia que enriquecen lo que visten. Son mujeres que no piden permiso, que no temen al objetivo, que imponen estilo más allá de las tendencias. Es un movimiento que responde también a un cambio social: una generación que no quiere desaparecer a partir de los 40 y que exige representación real.
Marcas que han entendido este giro no solo suman puntos en credibilidad, también marcan una diferencia estética. Ver a Maye Musk, Yasmin Le Bon o Amber Valletta subiendo a las pasarelas no solo emociona, también redefine el glamour contemporáneo. En un mundo saturado de juventud photoshoppeada, estas mujeres irrumpen como una ráfaga de autenticidad. Y la industria —al fin— empieza a escucharlas.
Es un movimiento que responde también a un cambio social: una generación que no quiere desaparecer a partir de los 40 y que exige representación real.
El caso español
Lo ilustra a la perfección la modelo Pino Montesdeoca, nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1962, ha tenido una vida llena de experiencias diversas que la llevaron desde la enseñanza en Suecia hasta el mundo de las finanzas en las Bahamas. Fue allí donde una grave enfermedad la obligó a replantearse su vida, lo que la condujo a España y, eventualmente, al mundo de la moda a los 53 años. Desde entonces, ha roto estereotipos al convertirse en una destacada modelo sénior, desfilando en importantes pasarelas y protagonizando campañas publicitarias.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F293%2Fe76%2Fd52%2F293e76d526baf87d4dab51732f9fcd9b.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F293%2Fe76%2Fd52%2F293e76d526baf87d4dab51732f9fcd9b.jpg)
Recientemente, Pino ha decidido plasmar sus vivencias en un libro autobiográfico en el que el titular lo dice todo: "La edad es un número. La actitud lo es todo". En este busca inspirar a otros a abrazar su autenticidad, enfrentar los desafíos con valentía y demostrar que nunca es tarde para reinventarse y perseguir nuevas pasiones.
Carmen Dell’Orefice: cuando el mito camina
A sus 93 años, sigue siendo la supermodelo en activo más longeva del mundo. Su melena plateada y su elegancia inquebrantable no solo encarnan la belleza sin edad, sino que la trascienden. Carmen Dell’Orefice no solo ha desafiado el tiempo, lo ha convertido en su aliado.
Empezó su carrera en 1946, con apenas 15 años, apareciendo en la portada de Vogue. Desde entonces, su rostro ha sido inmortalizado por fotógrafos legendarios como Irving Penn y ha prestado su imagen a marcas icónicas como Chanel y Dior. En los años 50, firmó con Ford Models, aunque entonces el modelaje aún no era una vía dorada: para sobrevivir, cosía ropa para su familia.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F647%2F09e%2F13c%2F64709e13c71a3e76fba1878e7b5cab84.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F647%2F09e%2F13c%2F64709e13c71a3e76fba1878e7b5cab84.jpg)
A lo largo de las décadas, su vida ha sido un vaivén entre el éxito rotundo y los retiros necesarios. Pero siempre ha regresado, más fuerte y más decidida. En los años 90, volvió a las pasarelas para caminar para Moschino, Thierry Mugler o Isaac Mizrahi. En 2017, cerró el desfile de alta costura de Guo Pei, y en 2019 volvió a desfilar, esta vez por una causa solidaria.
No es casual que haya sido musa de Salvador Dalí: hay algo surreal en su permanencia, en cómo ha sabido envejecer sin pedir perdón, sin disfrazarse de otra. En su libro 'Staying Beautiful', comparte no solo secretos de belleza, sino también actitudes, de quien ha aprendido a hacer de sí misma una obra viva.
Carmen no desfila, flota. No posa, habita. Y mientras camine, la moda seguirá avanzando a su ritmo.
Durante décadas, las pasarelas de moda parecían estar reservadas para rostros jóvenes, cuerpos uniformes y pieles sin arrugas. Pero en las últimas temporadas, algo ha cambiado. La presencia de modelos maduras ha dejado de ser una rareza para convertirse en un gesto cada vez más habitual, una forma poderosa de romper moldes y ampliar la conversación sobre la belleza y el estilo.