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15 años de '(500) días juntos', la comedia romántica que demostró que el amor también puede ser una mierda
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ANIVERSARIO

15 años de '(500) días juntos', la comedia romántica que demostró que el amor también puede ser una mierda

Se cumplen tres lustros de la historia de Tom y Summer, icono indie cinematográfico que merece una nueva vuelta de tuerca

Foto: Fotograma de la película. (Fox/ Disney)
Fotograma de la película. (Fox/ Disney)

¿Ha sido el cine un poco culpable de la mala gestión de nuestras desgracias amorosas? ¿Cuántas veces hemos dicho que las películas de Disney nos han creado expectativas inalcanzables, poco ajustadas a la realidad? Cuando éramos pequeños creímos, ciegamente, que ‘La bella y la bestia’ podían enamorarse valorando, por encima de todo, la belleza interior. Pero no olvidemos que al final él se convertía de nuevo en un pibón de melena larguísima y ojazos azules. Cuando apareció nuestro vello púbico, nos convencieron amores eternos y desprejuiciados como los de ‘Pretty Woman’ o cualquier comedieta de tres al cuarto. Pero amigos, la vida siempre es mucho más dura que las películas.

Pocas de ellas nos hablaron de esos rechazos que duelen como si te cayese un ladrillo en la cabeza. ¿Cuántas pusieron el foco en esos pobres infelices (muchísimos, una tristísima mayoría) que se enamoran sin ser correspondidos? Cierto, Max Ophüls ya los retrató a través de la protagonista de su ‘Carta de una desconocida’, pero aquel amor cercano a la limerencia (busquen la palabra en Google y sabrán de lo que les hablamos tras ver a la pobre Joan Fontaine suspirar por un tunante durante todo el metraje) tenía mucho de melodrama a la antigua usanza. Aquella adaptación del relato de Stefan Zweig era tan desmelenada (aunque eso no impide que sea una obra maestra) y tan operística que es difícil pensar que algo parecido puede ocurrirle a cualquier 'millenial'; a cualquier personita que viva en esta época de parejas más abiertas que las puertas de un centro comercial y romances que se desgastan en cuatro días y medio. Se nos rompe el amor... antes de usarlo.

placeholder Cartel promocional de la película que alude al cambio de ánimo de la protagonista. (Fox)
Cartel promocional de la película que alude al cambio de ánimo de la protagonista. (Fox)

Hace quince años se estrenaba una comedia romántica que sí habló del amor líquido y moderno; una cinta que exploró lo que ocurre cuando uno tiene interés y el otro (la otra en este caso) no. Eso sí, el segundo (o la segunda) tiene la suficiente mecha como para mantener el fuego encendido y, pasado un tiempo no muy largo, apagarlo de un soplido. El fin de esa llama ardiente deja en la mierda más absoluta al pobre que se calentó con ella, al que sí se enamoró. Como pasa siempre, el que siente es el que acaba perdiendo.

La ‘rom com’ divertida, melancólica y también tristísima de la que hablamos es ‘(500) días juntos’. Una traducción horrible y vacía del ‘500 days of summer’ original, un título polisémico que alude tanto del nombre de la protagonista como a los días exactos que dura el caramelo romántico en la boca del chico que lo saborea, incluido ese tramo final en el que empieza a resultar amargo y se acaba desvaneciendo. Un mal trago, un duelo mal llevado o quizá una lección. Al menos, eso es lo que dictarían los manuales de psicología o los libros de autoayuda de supermercado.

La película debut de Marc Webb, que provenía del mundo del videoclip, nos contaba la historia de un amor fugaz y algo despiadado. Lo hacía desde el punto de vista de Tom, un arquitecto que malgasta su talento (o sobrevive como puede en este totum revolutum capitalista) creando tarjetas de felicitación. El chico es un romántico de los de corazón, un soñador que escuchaba baladas del pop británico siendo un niño, un alma pura cuyo sueño era encontrar a la chica perfecta. Summer, recién llegada a su oficina, se convierte en su ideal amoroso, en la joven con la que comienza un ‘casi algo’ que nunca llegará a oficializarse como noviazgo; un amor pasajero que acabará dejándole más destrozado que la suela de una alpargata vieja. Hoy en día, con la manía que tenemos de ponerle etiquetas a todo, diríamos que él tiene apego ansioso y ella evitativo. También elucubraríamos mil debates sobre responsabilidad afectiva.

placeholder Gordon-Levitt y Zooey Deschanel en el ascensor. (Fox)
Gordon-Levitt y Zooey Deschanel en el ascensor. (Fox)

Aunque en los tres lustros que han pasado desde su estreno se ha dicho que ‘(500) días juntos’ es una película misógina, que hace demasiado énfasis en que Summer es la mala de esta relación tóxica narrada de manera no lineal, a base de flashbacks y flashforwards y momentos que parecen un videoclip de música indie, hay que dejar claro que el film SOLO incluye el punto de vista de Tom. Esta es la visión del dejado, del que supuestamente acaba perdiendo, del infeliz que sale malparado porque la otra mitad de la pareja no le ha querido del todo y no ha sido capaz de sentir lo que siente él. Aunque a veces echemos de menos más miga y arco dramático en el personaje de la joven.

Uno de los guionistas, Scott Neustadter, reconoció que la historia nació de un amor loco, del momento de su vida en el que se enamoró “locamente, intensamente, irremediablemente” de una chica. Quizá por eso el escrito no explora tanto lo que siente Summer, más allá de su frialdad a la hora de amar o de saber qué es exactamente qué es lo que quiere. Pese al punto de vista, en Filmaffinity abundan críticas que despachan la película como la historia de “una tipa que tiene la desfachatez de mantener encoñado a un pobre gilipollas durante 500 días sin otro objetivo que pasar el rato”.

En los últimos años, hasta el propio Joseph Gordon-Levitt ha dicho que el Tom al que dio vida es más culpable del 'desastre' de lo que podría parecer en un primer visionado. Él es el que engrandece al objeto amoroso, el que pone ideales románticos a una mirada, una forma de hablar o una forma de ser. Tom tiene tanta responsabilidad como la Summer que se mantiene dos pasos alejada de sus altas expectativas.

placeholder Tom, el eterno enamorado. (Fox)
Tom, el eterno enamorado. (Fox)

‘(500) días juntos’ fue pionera a la hora de situar al personaje de la chica como la que deja y al chico como el dejado. Esta vez, la ‘villana’ que rompe el corazón del pobre enamorado era ella y no él (lo habitual en los clichés de la ficción). La película también sorprendió por su capacidad para analizar, desde una supuesta ligereza, la cruda realidad de los enamoramientos de la generación líquida: el amor para siempre ya no existe. O quizá nunca existió por más que el cine nos dijese mil veces que sí.

Se nota que Webb había hecho mella en el videoclip. Secuencias como la de Tom recuperando su pasión por la arquitectura como forma de superar el dolor o esa pantalla partida que expone la realidad frente a las expectativas de su reencuentro con Summer, son ejemplo del encanto formal del film y de su deuda con el audiovisual asociado a la música.

Protagonizada por Zooey Deschanel (cuando aún parecía un clon de Katy Perry) y Joseph Gordon-Levitt, ‘(500) días juntos’ llegó a los cines de forma escalonada a lo largo de 2009. Recaudó más de 32 millones de dólares solo en Estados Unidos. Todo un logro para una película que, como dice la voz en off del inicio, no era más que “una historia de 'chico conoce chica', pero no una historia de amor”. Aunque a veces cae en tópicos de comedia romántica del montón (secundarios graciosos pero irrelevantes para la trama, secuencias excesivamente apoyadas en canciones y alguna gracia demasiado obvia) hay que reconocerle el mérito de reflejar, como pocas películas, el desamor en tiempos de Instagram.

Quizá por eso perdure en el tiempo pese a no ser ninguna obra maestra. Porque, ¿quién no ha sido Tom o Summer en algún momento de su vida? Los corazones se rompen, se recomponen y se vuelven a romper. Y después de Summer vendrá una Autumn que nos lo destrozará de nuevo. Nosotros elegimos si queremos pasar por ello o vivir esta vida con más frialdad que el iceberg que hundió el Titanic. Está bien que el cine nos recuerde esta dicotomía de vez en cuando. ‘(500) días juntos’ aún duele, pero pocas veces en nuestro siglo una película fue tan terapéutica para toda una generación.

¿Ha sido el cine un poco culpable de la mala gestión de nuestras desgracias amorosas? ¿Cuántas veces hemos dicho que las películas de Disney nos han creado expectativas inalcanzables, poco ajustadas a la realidad? Cuando éramos pequeños creímos, ciegamente, que ‘La bella y la bestia’ podían enamorarse valorando, por encima de todo, la belleza interior. Pero no olvidemos que al final él se convertía de nuevo en un pibón de melena larguísima y ojazos azules. Cuando apareció nuestro vello púbico, nos convencieron amores eternos y desprejuiciados como los de ‘Pretty Woman’ o cualquier comedieta de tres al cuarto. Pero amigos, la vida siempre es mucho más dura que las películas.

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