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"¿Dónde está Usera?": la animadversión de la duquesa de Alba por Mar Flores, el amor prohibido de Cayetano
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POLÉMICA BIOGRAFÍA

"¿Dónde está Usera?": la animadversión de la duquesa de Alba por Mar Flores, el amor prohibido de Cayetano

'De Cayetana a Cayetano', el libro que ha publicado el duque de Arjona, habla de este romance. El hijo de la duquesa se muestra duro con la modelo, pero más lo fue ella

Foto: Cayetano junto a Mar Flores. (Getty)
Cayetano junto a Mar Flores. (Getty)

La duquesa de Alba casi nunca se entrometió en los amores de sus hijos. Ni en el caso de los mayores ni de los pequeños. Y con algunas de las nueras, como María Eugenia Fernández de Castro, la relación fue tan estrecha que la acompañaba de viaje y pasaba tiempo con ella en los veranos de Arbaizenea, hasta que apareció Alfonso Diez. La única excepción que hizo la matriarca del clan en ese sentido fue con Mar Flores, a la que no quiso conocer en su vida. Y no solo no hubo encuentros, sino que dedicaba palabras muy poco generosas hacia la novia del hijo más querido. De ella llegó a decir: “Es lo peor que nos ha pasado nunca. Fue un estorbo del que costó salir”.

Efectivamente, a Cayetana no le caía bien y no lo disimulaba. En la celebración de la boda de Eugenia con Francisco Rivera en el palacio sevillano de Dueñas, todo era casi perfecto salvo la presencia de dos personajes: Mar Flores y Ernesto Neyra, que en aquel momento era el marido de la madrina Carmen Ordóñez. La duquesa de Alba no era simpática con quien no le caía bien y utilizaba sus maneras clasistas con esas personas. En el caso de la modelo, ni tan siquiera la quiso tener a la vista. En aquel momento no hubo críticas públicas a esa postura tan intransigente hacia la poderosa e influyente aristócrata, pero sí comentarios en voz baja.

placeholder La duquesa de Alba. (EFE)
La duquesa de Alba. (EFE)

“No le gusta porque la considera una advenediza, una cazafortunas. Preguntaba al servicio de la casa que dónde estaba Usera, el barrio del que provenía la novia”, decían desde el entorno sevillano, que no entendía esa animadversión. Seguramente, la duquesa nunca supo lo mucho que la modelo había ayudado a su hijo cuando estaba metido de lleno en el mundo de la droga. El jinete abandonó el palacio de Liria y vivía en el piso propiedad de Mar cercano al barrio del Pilar, que fue también la que corrió con los gastos de sus primeros tratamientos.

La venganza de Mar

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La antipatía de la aristócrata no estaba justificada salvo que creyera realmente que se podría convertir en condesa de Salvatierra. De hecho, Mar Flores fue la primera relación estable y seria que el jinete llevó a Kenia, su paraíso perdido y el lugar donde ha asegurado en varias ocasiones que ha sido muy feliz.

Cayetano Martínez de Irujo tampoco tiene palabras de agradecimiento en el libro que ha escrito para Mar. En ‘De Cayetana a Cayetano’ (La Esfera), la describe como "una mujer fría, manipuladora y maquiavélica que me pagó con mi misma medicina". Se refería a la manera de cortar la relación por parte de Mar. Antes siempre había sido él quien marcaba los tiempos.

El precio de la fama

La diferencia con el resto de mujeres con las que había estado era que se enamoró perdidamente de Mar Flores. Con ella vivió un mundo diferente que le hizo convertirse en personaje con remuneración ajena a su circuito hípico. Una de sus primeras apariciones juntos fue en San Sebastián en el festival de cine. Eran la pareja del momento y llegaron a percibir un millón de pesetas (6.000 euros) por esa puesta en escena. Con la ruptura quedó el poso de cierto resentimiento que, antes de actualizarlo en su libro de memorias, ya lo declaró hace unos años en una entrevista con Isabel Gemio. Definía aquella etapa y a la modelo de “oscura”.

En la hemeroteca de aquel verano de 1997 declaraba lo contrario. “Solo busco estar con la persona a la que quiero y por la que me siento querido”. La pareja disfrutaba de su pasión en París, la ciudad de los enamorados.

La duquesa de Alba casi nunca se entrometió en los amores de sus hijos. Ni en el caso de los mayores ni de los pequeños. Y con algunas de las nueras, como María Eugenia Fernández de Castro, la relación fue tan estrecha que la acompañaba de viaje y pasaba tiempo con ella en los veranos de Arbaizenea, hasta que apareció Alfonso Diez. La única excepción que hizo la matriarca del clan en ese sentido fue con Mar Flores, a la que no quiso conocer en su vida. Y no solo no hubo encuentros, sino que dedicaba palabras muy poco generosas hacia la novia del hijo más querido. De ella llegó a decir: “Es lo peor que nos ha pasado nunca. Fue un estorbo del que costó salir”.

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