Rocío Martín-Berrocal: “He ido a muchos psicólogos, pero mi mejor terapia ha sido mi hermana”

“No hay peor agonía que llevar con nosotros una historia que no ha sido contada”, afirma la escritora estadounidense Maya Angelou. Difícil encontrar palabras que describan con más precisión lo que ha ocurrido con ´Las Berrocal´.

Durante años, creímos conocer el relato: el apellido sonaba con fuerza en los medios, encarnado en la figura visible de Vicky Martín Berrocal. A su lado, su hija Alba —también ya conocida por el público— parecía prolongar ese linaje mediático. Pero lo que no sabíamos — que ahora comienza a revelarse— es que esa historia no le pertenece solo a ellas.

Detrás de Vicky, hay otra mujer cuya vida merecía ser contada: su madre, Victoria Martín. Y junto a ambas, discreta pero esencial, su hermana Rocío. Tres generaciones de mujeres que han tejido, cada una desde su lugar, una narrativa de identidad, memoria y determinación.

Para mí, el documental ha sido como un amor

El documental que hoy se estrena: ´Las Berrocal´, abre por fin la puerta a ese universo íntimo. Por primera vez, Victoria y Rocío emergen del anonimato, no como figuras secundarias, sino como protagonistas aunque hasta ahora habían permanecido en los márgenes.

En el día del estreno, nos encontramos con Rocío, quien asegura que desde septiembre — fecha en la que comenzaron los rodajes del documental— es, en sus palabras, “otra persona”.

“Para mí, el documental ha sido como un amor. Ha llegado en el momento en que más necesitaba soltar, en un punto de mi vida en el que había dejado atrás muchos miedos, y otros los he ido abarcando durante las grabaciones”, explica, y añade con gracia: “Como cuando llega el hombre de tu vida… ¡Pues para mí, el documental!”.

Trabajé de estilista, creé junto a una socia una revista de moda en papel, hice una colección… he ido emprendiendo

A lo largo de la conversación, surgen reflexiones que, aunque personales, apuntan a vivencias que muchos podrían reconocer. “Me he dado cuenta de que en la vida los tiempos son muy importantes. Recuerdo cuando tenía veintitrés años… para mí apareció el hombre de mi vida, pero yo era una niña. Acababa de fallecer mi padre…”. “Pudo ser la persona, pero no era el momento”, dice. Ahora, la propuesta de Movistar Plus + de grabar el documental ha llegado cuando debía y así lo vive: como un gesto íntimo que ha tomado forma de recuerdo, de archivo emocional.

De niña soñaba con ser modelo

Rocío no puede evitar la emoción y sus ojos se humedecen en varios momentos, como si las palabras despertaran recuerdos largamente guardados. “Hace mucho que no hablaba de esto, que no miraba hacia atrás”, confiesa. “Tengo cuarenta y dos años, y hasta ahora no había profundizado en el pasado. Llevo seis meses reviviendo recuerdos y eso emociona. Lo que viví, lo viví, pero nunca antes había vuelto a hablar de ello”. La pausa que sigue no es solo un silencio; es un espacio en el que pasado y presente se entrelazan, donde el relato se convierte en un acto de memoria y reconciliación.

Nunca me he sentido en la sombra de mi hermana, al contrario, me enorgullezco de ella

Soñaba con ser modelo. “Estaba todo el día viendo una serie que se llamaba ´Muñecas de papel´. La trama giraba en torno a tres modelos. Yo fantaseaba, y mi sueño era salir en la portada de Vogue”. Cuando su hermana mayor comenzó a protagonizar portadas, ella se quedaba maravillada. “Estaba en un colegio interno en Madrid en aquel entonces. No tenía tanto contacto, pero por las noches tenía un minuto para hablar y siempre me llamaba. Recuerdo aquello con mucha felicidad; sobre todo porque sabía que mi hermana era feliz”, cuenta emocionada.

Rocío nunca sintió estar en la sombra, aunque su padre, el empresario José Luis Martín Berrocal, pensara que sí. “Recuerdo que con mi padre tuve alguna conversación sobre esto, y con mi hermana también. Nunca me sentí en la sombra ni tuve envidia; al contrario, voy a muerte con ella. La admiro muchísimo, y lo que siempre he querido es que crezca como profesional y como persona”, relata con orgullo.

He tenido mucha suerte en recibir una educación con tantos valores

Antes de trasladarse a dicho internado, Rocío vivió dos años en Vilchez, un pequeño pueblo de Jaén donde se encontraba la finca familiar, La Marquesa. Durante aquel tiempo, residió con los guardeses de la propiedad, ya que sus padres pasaban largas temporadas viajando.

“En el podcast de mi hermana y en el documental utilicé la palabra ‘abandono’, pero no fue así. Mis padres jamás me abandonaron. Entendieron que lo mejor para una niña era tener estabilidad, estar fija en un sitio en lugar de estar constantemente moviéndose con ellos”, explica. “En aquel entonces fue duro, y sí, sentí soledad. Pero ahora lo agradezco”.

Durante el rodaje pasaron cosas tan surrealistas que yo decía: ¡cuando salga la gente no nos va a creer!

“Por eso estoy tan agradecida a Movistar Plus +: me ha permitido vivir momentos como volver a aquel lugar. Su hija, que tiene mi edad, venía conmigo al colegio. Recuerdo que, cuando nos vimos, me dijo: ‘Llegabas con una ropa increíble y tú lo que querías era ponerte mi ropa, que era de mercadillo. Y yo quería la tuya´. Queríamos, cada una, ser la otra’”, relata con emoción, mientras anticipa que en unas semanas volverá a viajar para verlos de nuevo.

Rocío dice sentirse profundamente identificada con su madre. Ambas, sostiene, han aprendido a callar lo que duele para no inquietar a los demás. Y es precisamente en una de las cenas del documental —un momento íntimo, aparentemente inofensivo— donde su madre rompe el silencio con una revelación que ha resonado en los medios durante las últimas semanas.

“Nos enteramos de la historia de mi abuelo en aquella cena, durante el rodaje. Que, como mi padre, había tenido otra familia. Y que mi madre tenía una hermana. ¿Cómo es posible que mi hermana y yo, a nuestra edad, nos estemos enterando de que tiene una hermana?”, se pregunta aún con asombro. Y añade, entre risas: “¡Yo le decía al equipo: la gente no nos va a creer! ¡Van a pensar que estamos locas!”.

Aunque no he tenido hijos, siempre me he sentido muy madre

La conversación avanza, pero el azar interrumpe con una casualidad que también parece difícil de creer. Una amiga del colegio, a la que Rocío no veía desde hace décadas, se acerca a nuestra mesa. Se funden en un abrazo largo, como si el tiempo no hubiera pasado, y se quedan conversando un buen rato, recordando nombres, anécdotas, y afectos que siguen vivos. Hablan también de una de las amigas más cercanas de Rocío, una relación intacta desde la infancia. “Hace siete años que le detectaron un cáncer. Cuando lo supe, me mudé con ella un tiempo para cuidarla”, cuenta. Y entonces surge una reflexión que hilvana muchas otras: “Es curioso que, aunque no he sido madre, siento que he cuidado de los míos como si lo fuera. He sido muy madre de la mía, de mi hermana, de mi sobrina, de amigos…”

Me enteré de que mi madre había dado a luz sola leyendo el libro de mi hermana

“La forma que tenía mi madre de protegernos era omitir detalles, guardarse ciertas cosas”, cuenta Rocío con serenidad. “Recuerdo que me enteré de que había dado a luz sola a Victoria leyendo su libro”. Su madre, Victoria Martín, ocultó el embarazo a sus propios padres. Días antes de dar a luz, se marchó de Huelva a Sevilla. Cuando rompió aguas, llamó a un taxi y fue sola al hospital. Parió sin compañía. Y solo días después regresó a casa, con su hija en brazos, para contar la verdad. “Es una de tantas historias que vivieron las mujeres de aquella generación. No eran tan libres”.

Rocío habla de sus padres con profunda admiración. “Mi madre decidió quedarse, a pesar de la infidelidad de mi padre, y eso, para nosotras, era lo normal. Jamás he sentido rencor. ¿El rencor, para qué sirve?”.

Me dicen que me parezco mucho a mi padre en que los dos somos muy espléndidos con las personas

Recuerda a su padre como una figura magnética, capaz de destacar en cualquier ámbito que se propusiera. “Triunfó en el boxeo, en el fútbol, en la tauromaquia... El día que se fue, sufrimos mucho”. Al evocarlo, se le dibuja una sonrisa. “Me parezco a él en lo espléndido. Era muy generoso con la gente, y siento que yo también soy muy así”.

Rocío estudió Arte Dramático en la escuela Cristina Rota, en Madrid. Pero su camino pronto viró hacia otro lugar, empujado por una inseguridad silenciosa que, durante años, marcó sus decisiones. “Tenía una mochila enorme, muchos miedos. Nunca me presenté a un casting”, confiesa.

El arte escénico quedó atrás, y encontró en la moda otro cauce para expresarse. Trabajó durante un año como estilista para la revista Elle, hasta que decidió emprender. “Una amiga de Sevilla me propuso hacer una revista y la creamos. Era de moda y gratuita; el modelo de negocio se sostenía gracias a la distribución. Llegamos a colocarla en el AVE, en hoteles de lujo…”, cuenta sobre Cool Magazine, la publicación en papel que fundó junto a su socia.

Desde los dieciocho fui a muchos psicólogos, tenía muchos miedos

“Fui a psicólogos desde los dieciocho años. Tenía muchos miedos. El principal: la soledad. Tenía un miedo atroz a dormir sola. Pero, al mismo tiempo, el exceso de gente también me asustaba. Estar en sitios muy llenos, ir en autobús… Todo se me hacía difícil”. Hoy, aún conserva pequeños rituales que la reconectan con ese tiempo. Siempre lleva una chaqueta sobre los hombros, como si necesitara todavía un escudo. “Siento que me protege. También las sábanas. No puedo dormirme sin taparme. Es mi forma de protección”.

Alba me ha enseñado la importancia de escuchar y comunicarse

"Aunque he ido a muchos psicólogos, mi mejor psicóloga ha sido mi hermana. Ella siempre me ha impulsado y ayudado en todo." También su sobrina Alba ha sido una guía inesperada. “La capacidad que tiene para su edad es increíble. Me ha enseñado a exteriorizar, a sacar lo que siento, a comunicarme y, sobre todo, a escuchar. Ella escucha, no solo a nosotras, también a sus amigos, a cualquiera que necesite algo”.

Vicky y Alba estaban preocupadas por como iba a gestionar las críticas

Así, con ellas y con su madre, Rocío ha hecho el viaje más complejo: el regreso al origen. Se ha permitido mirar hacia atrás sin temor, expresar lo que durante tanto tiempo permaneció en silencio, y sanar. “Mi hermana y mi sobrina estaban preocupadas por cómo iba a gestionar las críticas, pero aún sin haberse estrenado el documental, solo con haber ido al podcast de mi hermana, he recibido cientos de mensajes que son auténticos poemas. Lo malo, aunque es poco, no lo leo. Y lo bueno, siempre”.

Hasta hoy, Rocío no ha querido ver el documental. Será esta noche cuando, por primera vez, observe su archivo emocional abierto al mundo. “El otro día me puse el documental de Karol G y vi que decía que ella no había visto el suyo. Digo: ‘Mira, ¡ahora hasta tengo algo en común con Karol G!’”, bromea, dejando ver ese humor que la caracteriza. Con la serenidad que da el trabajo hecho, y la certeza de estar justo donde debe, concluye: “Siento que estoy en mi momento. Y que debo disfrutarlo”.

Así hemos conocido a Rocío Martín-Berrocal. Un descubrimiento inesperado dentro de una saga ya conocida. Los Berrocal, sí, pero ahora ellas: Las Berrocal. Mujeres que han aprendido a perdonar, a mirar al pasado sin miedo, a comunicarse y a sostenerse. Un matriarcado que, gracias a Movistar Plus +, se muestra por fin sin adornos ni silencios. Y es precisamente este documental el que ha transformado a Rocío, que vuelve a conectar con aquel sueño de infancia: “El otro día vi un casting y me quiero presentar. Se lo conté a mi hermana y se emocionó: ‘¡Esa es la mujer que yo quiero ver!’ me dijo”.

Y quizá sea también la mujer que muchos, a partir de hoy, querrán descubrir. Bienvenida al mundo, Rocío.