Las galletas caseras de avena sanas, fáciles y rápidas

Las galletas de avena tienen como base la avena, un cereal conocido por su alto contenido de fibra soluble e insoluble. Esta fibra ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre y promueve una digestión saludable. Además, es una fuente excelente de proteínas, minerales y vitaminas del grupo B. Para maximizar los beneficios en esta receta de galletas, es recomendable utilizar avena integral en lugar de procesada, ya que conserva todas sus propiedades nutricionales y contiene un extra de fibra.

Para endulzar las galletas de manera saludable, hay que evitar el azúcar refinado y optar por alternativas naturales como el puré de plátano maduro, que añade dulzura y humedad sin necesidad de azúcares añadidos. Otra opción es el sirope de arce o la miel, que, aunque contienen azúcares naturales, son más beneficiosos y menos procesados que el azúcar blanco.

En lugar de mantequilla o margarina, que contienen grasas saturadas, mejor usar aceite de coco o puré de manzana. Estas opciones no solo son más saludables, sino que también contribuyen a una textura suave en las galletas. El aceite de coco añade un ligero sabor tropical y es conocido por sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias.

Para enriquecer nutricionalmente las galletas, se puede incorporar ingredientes como nueces o almendras picadas, que proporcionan grasas omega-3 saludables y aumentan la sensación de saciedad. Las pasas o los arándanos secos son excelentes para añadir un toque de dulzura natural y un extra de antioxidantes, mientras que semillas como la chía o la linaza molidas ofrecen fibra adicional y omega-3.

Para elaborar las galletas de avena saludables, se debe comenzar mezclando los ingredientes secos: avena integral, un poco de sal y canela para potenciar el sabor. En otro recipiente, se juntan los ingredientes húmedos: puré de banana, aceite de coco y, si se desea, un toque de sirope de arce. Luego hay que combinar ambas mezclas suavemente y añadir las nueces y frutos secos.

Por último, hay que colocar pequeñas porciones de la masa en una bandeja de horno cubierta con papel pergamino y aplastarlas ligeramente para formar las galletas. Se cocinan en un horno precalentado a 180 grados Celsius durante unos 15-20 minutos o hasta que estén doradas. Una vez listas, hay que dejarlas enfriar y ya se pueden guardar en una bolsa hermética para que no cojan humedad y poder disfrutarlas durante toda la semana.