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Julián Lago será repatriado a España
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Julián Lago será repatriado a España

“He venido a morir aquí”, con estas palabras se dirigió Julián Lago a la familia de Yolanda Franco, su novia cuando decidió establecerse definitivamente allí. No

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Julián Lago será repatriado a España

“He venido a morir aquí”, con estas palabras se dirigió Julián Lago a la familia de Yolanda Franco, su novia cuando decidió establecerse definitivamente allí. No eran palabras premonitorias sino que, como buen poeta, desencantado de la vida que llevaba en España, quería dar a entender que había encontrado por fin su sitio. Un lugar desde el que estas Navidades enviaba a los amigos sms diciéndoles “desde las misiones jesuíticas, más cerca de Dios que de los hombres, soy feliz y quiero que tú también lo seas”.

Había comprado una hacienda sin pretensiones, con ganado y una casa más parecida a la de los guardeses de cualquier finca de millonario español que a las mansiones de los culebrones televisivos. Vivía con Yolanda que fue su pareja mientras estuvo consciente y su enfermera cuando sufrió el accidente que le ha costado la vida.

Durante estos meses la joven novia no le ha dejado solo un momento. “Vivía en la sala de espera del hospital. Es una gran persona, noble, leal y sin contaminar por los intereses que funcionan en los países desarrollados”, recuerda David, uno de los sobrinos más queridos del periodista e hijo de Feli, la hermana protectora que no se hace a la idea de que haya muerto.

“Mi madre esta muy triste, muy mal. No nos ha pillado de sorpresa porque el fin de semana había empeorado. Pero siempre queda ese poso de esperanza de que la vida puede dar un vuelco”. David fue precisamente quien recibió la noticia del fallecimiento del periodista en el Centro Médico Bautista. Tanto la madre como la hermana Laura mantienen una excelente relación con Yolanda Franco que, hasta el momento y a la espera de la decisión de los tres hijos del periodista, se ha hecho cargo de todo, como ha sido hasta ahora.

De madrugada en Asunción y media mañana en España Yolanda Franco arropada por su familia le ha dado el último adiós al que ha sido el hombre de su vida. Cuando me puse en contacto con ella, se encontraba en la funeraria organizando el traslado del cuerpo del periodista del hospital a otro recinto.

En la clínica privada de la capital paraguaya donde trasladaron al periodista en un viaje casi sin retorno y donde la ambulancia carecía de los mínimos recursos de aparataje, habituales en cualquier ciudad y pueblo español, hicieron todo lo humanamente posible por salvarle la vida. Desde el 14 de mayo hasta la tarde del 3 de agosto (madrugada en España) en que falleció, Julián lucho por sobrevivir. No pudo ser.

Durante este tiempo las facturas fueron aumentando a una media de mil euros diarios. Estas cantidades las tuvo que asumir Yolanda Franco y de ahí que una jueza decidiera otorgarle la curatela.  Como ya explicábamos ayer, se trataba de una figura jurídica, un cargo de asistencia, complementando la capacidad no plena de una persona. Por tanto, el curador no suple ni representa, ni cuida a la persona con discapacidad, sino que sólo complementa su capacidad en aquellos actos que no puede realizar por sí mismo.

Para el nombramiento de este tutor el juez se establece un orden de preferencias –cónyuge, padres, hermanos-. En defecto de las personas mencionadas, el juez designará tutor, a quien, por sus relaciones con el tutelado y en beneficio de éste, considere más adecuado. 

Como así fue y confirma David, el sobrino del periodista “menos mal que tuvo a Yolanda a su lado. Julián la eligió como su pareja y eso hay que respetarlo. Para mi es una gran persona”. La propia Yolanda el día antes del fallecimiento me explicaba que no tenía ni ganas ni necesidad de defenderse. “¿Que me he estoy quedando con el dinero de Julián? ¡Qué dinero!. El que había en la cuenta corriente se gastó la primera semana de hospital y lo que se ha vendido ha sido para seguir pagando la estancia en la clínica. Tengo todas las facturas de lo que se gasta diariamente, que entrego a la jueza”.

De todas formas y a la espera de las últimas voluntades que hubiera dejado escritas el periodista, los hijos han acordado repatriar el cadáver del padre. La mañana de ayer se reunieron para decidir cómo y cuándo y solicitar ayuda logística a la Embajada española. Lo que no pudo ser en vida se hará ahora.

Quizá sería importante tener en cuenta lo que opina Yolanda Franco que al fin y al cabo fue su “ultimo tren” afectivo. Los que trabajamos con el durante los años gloriosos de Tiempo y Tribuna sabemos que además de gran periodista fue una gran persona. Ingenioso, intuitivo, generoso y superlativo en todas sus cualidades y defectos. Esa era su grandeza.

Donde quiera que esté estará escribiendo su columna llena de “negritas”. Él y Pedro Rodríguez fueron los inventores de esas crónicas únicas donde mezclaban política, economía y sociedad y donde todos querían salir. Descansa en paz querido y entrañable Julián.

“He venido a morir aquí”, con estas palabras se dirigió Julián Lago a la familia de Yolanda Franco, su novia cuando decidió establecerse definitivamente allí. No eran palabras premonitorias sino que, como buen poeta, desencantado de la vida que llevaba en España, quería dar a entender que había encontrado por fin su sitio. Un lugar desde el que estas Navidades enviaba a los amigos sms diciéndoles “desde las misiones jesuíticas, más cerca de Dios que de los hombres, soy feliz y quiero que tú también lo seas”.