Mario Conde reúne a su mujer e hijos en Madrid

Que Mario Conde ha sabido superar los fantasmas del pasado y reinventarse no es ninguna novedad. Lejos quedan los días en los que ejercía de abogado del Estado, presidía Banesto o consumía sus días en la cárcel. Ahora su vida es otra. Escribe, da conferencias, debate sobre política… y disfruta de sus nietos, sus hijos y su nueva esposa.

Por primera vez en un acto público, el exbanquero lograba reunir todos los ingredientes de esta nueva etapa en su existencia en la presentación de De aquí se sale (Ed. MR), el que se supone es su séptimo libro. Alejandra y Mario Conde Junior, sus hijos, su madre y su esposa, así como Luis Valls Taberner acudieron a arroparle. Eduardo Zaplana se topó con la convocatoria y se marchó, ya que acudía al hotel donde tuvo lugar el evento para otros menesteres.

En primera fila, sin parar de sonreír, se encontraba María Pérez-Ugena Corominas, esa profesora de Derecho Constitucional a la que conoció en un gimnasio de Madrid y que cambió el rumbo de las cosas. Llegó justo a tiempo, para no llamar demasiado la atención. Se sentó al lado de la madre de su marido. Pasó inadvertida entre los periodistas, porque nunca se ha prestado al juego de la fama. Se fundió en un abrazo con los hijos de Conde, a los que parece hace tiempo que no ve. Desde que la pareja se casara hace algo más de un año y medio, pasan mucho tiempo en un pazo de Orense de más de tres hectáreas, en el que han establecido la residencia habitual, aunque viajan con mucha asiduidad a la capital.

Los encuentros familiares entre Conde y sus hijos, que se dedican a la fabricación de aceite en una empresa familiar, no son situaciones muy frecuentes para los fotógrafos. Por ejemplo, este verano muchos vecinos de Pollença echaron en falta la visita de rigor del ahora colaborador del grupo Intereconomía a Can Poleta, la possessió familiar en la que fue tan feliz con Lourdes Arroyo, su primera mujer. No se le ha visto pasear por allí ni tampoco compartiendo días de asueto con su familia o sus nietos. En cambio, el que sí que ha estado ha sido Mario Conde Junior, que ha pasado largas semanas con su novia, la modelo Laura Ponte, y los hijos que ésta tuvo con Beltrán Gómez Acebo, sobrino del Rey.

Mario Conde ha cambiado. Ahora prefiere la lluvia de la tierra que le vio nacer al sol de Mallorca. Se ha acostumbrado a esa naturaleza meteorológica. Allí alterna con amigos catedráticos, medita, o conversa, por ejemplo, con el peluquero, con el que ha forjado una gran amistad. Una vida cómoda pero, como él mismo afirma, no exenta de compromiso. Por eso, la sala del hotel Intercontinental de la capital que acogía ayer el acto para exponer en qué consiste su nueva obra estaba hasta la bandera. Amigos, familiares y muchos seguidores acudieron a escuchar a Conde, que, aunque en ocasiones su tono suene a arenga, es tan sólo eso: la voz de la experiencia. Para bien o para mal.