Paloma Segrelles, un año de calvario

La decisión de Paloma Segrelles de oficializar su separación de Emilio Álvarez a través de un comunicado ha supuesto para ella una liberación. Cuando Vanitatis publicó la foto donde su marido aparecía en un lugar público y a la vista de cualquiera besándose con otra mujer, el desencuentro matrimonial ya era un hecho. Y lo era porque ya no había posibilidad de recomponer lo que estaba roto desde hace casi un año.

Fuentes del entorno de la pareja confirman a este medio que Segrelles conocía la doble vida de su marido desde hacía meses, que ha estado meditando su decisión, pero que ha sido el propio Emilio Álvarez el que le ha trasladado su negativa a reconducir su matrimonio, es decir, que no tenía ninguna intención de cambiar su actitud en el futuro.

Paloma Segrelles ha vivido estos meses su drama casi con el único apoyo de su madre, pues hasta algunos de los más allegados a ella reconocen en conversación con este diario que no conocían dicha realidad hasta que las fotos que constataban la infidelidad vieron la luz.

Esa tortura a la que Segrelles se ha visto sometida no ha acabado a pesar de haber presentado la demanda de divorcio. Vanitatis ha podido confirmar que su marido se niega de momento a abandonar el domicilio conyugal, y que no tiene previsto hacerlo hasta una vez concluido el verano. Aunque la casa en la que conviven en Madrid es muy grande y es posible mantener una total independencia si no se quiere convivir, el desgaste emocional puede resultar excesivo.

Paloma se recluye en casa

Durante los últimos meses, las apariciones públicas de Paloma eran muy escasas e incluso tampoco acudía a las reuniones y celebraciones que organizaban amigas como Paloma Cuevas o Margarita Vargas. No se encontraba con ánimo y como es obvio tampoco quería engañarlas con la recurrente frase de "no me pasa nada". Y claro que sucedía.  Su proyecto de vida familiar se iba a pique y no había posibilidad de reconducirlo porque, como confirmaba en el comunicado, "las circunstancias no han cambiado", que es un eufemismo para definir la actitud de su marido ante el problema.

Segrelles es una mujer muy cuidadosa con su vida privada y hasta que no lo tuvo claro, sopesando los pros y los contras, no quiso dar el paso.