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La baronesa Thyssen se deshace de un tocado de plumas de águila que le regaló su marido
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PRIMERO FUE UN obsequio DEL EMBAJADOR DE EEUU

La baronesa Thyssen se deshace de un tocado de plumas de águila que le regaló su marido

Carmen Cervera ha entregado este jueves el penacho indio al Museo de Antropología de Madrid. Tiene un valor incalculable, pero sobre todo sentimental

Foto: La baronesa Thyssen posando junto al penacho de plumas de águila calva. (EFE)
La baronesa Thyssen posando junto al penacho de plumas de águila calva. (EFE)
Foto: Tita Thyssen feliz en una imagen de archivo.

La baronesa Thyssen está demostrando que no tiene miedo a separarse de sus recuerdos, de aquellas joyas que tienen un incalculable valor económico, pero que además tiene un valor añadido para ella: el sentimental. Primero lo hizo vendiendo Villa Favorita, su refugio en Lugano, Suiza, donde escondía su amor por el barón y disfrutó de su compañía en años felices. Ahora lo hace con uno de los objetos que decoraban sus estancias, un penacho de plumas blancas de águila calva americana de la segunda mitad del siglo XX, y que fue regalo del embajador de Estados Unidos, John Lodge, a su marido.

Este tocado de plumas único lo ha cedido al Museo de Antropología este jueves para que entre a formar parte de la instalación conocida como 'Atrapando sueños: el poder de las plumas'. Esta exposición permanecerá abierta hasta el próximo 4 de febrero en el citado museo madrileño y ha sido inaugurada este jueves con la presencia de la propia Carmen Cervera, que ha mostrado su respeto hacia esta galería: “Yo creo mucho en los museos, y este es importantísimo porque nunca acabas de ver todo lo interesante que hay aquí, que es la historia de la humanidad. Me siento muy feliz, creo que esta pieza maravillosa tiene que estar aquí cuidada”.

placeholder La baronesa Thyssen posando junto al penacho de plumas de águila calva. (EFE)
La baronesa Thyssen posando junto al penacho de plumas de águila calva. (EFE)

Esta pieza de coleccionista es muy valorada por los amantes de las culturas nativas americanas, como así sucedía con el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza. Sin embargo, la baronesa consideraba que era egoísta poseer este tesoro y no compartirlo con el mundo: “Menos mal que está aquí, porque cuando te ocupas de algo tienes que hacerlo con todo el esmero. Y me siento feliz de que estas maravillosas cosas que se han hecho con especial cariño y atención siempre terminen en un museo, porque es donde el público puede acceder a ellas”.

Este penacho está realizado con auténticas plumas de águila calva americana, sobre un gorro de piel y con una cola de fieltro rojo sobre el que se le han añadido plumas de avestruz. Además, también lleva pequeñas piedras de vidrio de distintas tonalidades. Pese a su espectacularidad, no es antiguo, al menos no lo suficiente como para ser considerado un trocito de historia. Aun así, es una pieza excepcional para esta colección.

placeholder La baronesa Thyssen posando junto al penacho de plumas de águila calva. (EFE)
La baronesa Thyssen posando junto al penacho de plumas de águila calva. (EFE)
Foto: Tita Thyssen feliz en una imagen de archivo.

La baronesa Thyssen está demostrando que no tiene miedo a separarse de sus recuerdos, de aquellas joyas que tienen un incalculable valor económico, pero que además tiene un valor añadido para ella: el sentimental. Primero lo hizo vendiendo Villa Favorita, su refugio en Lugano, Suiza, donde escondía su amor por el barón y disfrutó de su compañía en años felices. Ahora lo hace con uno de los objetos que decoraban sus estancias, un penacho de plumas blancas de águila calva americana de la segunda mitad del siglo XX, y que fue regalo del embajador de Estados Unidos, John Lodge, a su marido.

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