La boda de Rocío en Murcia: la novia con vestido minimalista y estrellas en el pelo
Rocío y Alejandro, novios de toda la vida, se dieron el 'sí, quiero' el pasado 3 de junio en un enlace celebrado en dos actos en Lorca (Murcia)
Cuando de joven uno comienza una relación nunca sabe, por mucho enamoramiento que se sienta de por medio, si acabará en buen puerto. Año tras año los caminos pueden cambiar y tomar rumbos diferentes. Son pocas las parejas que sobreviven a un noviazgo largo y terminan en boda, pero todavía existen. Rocío y Alejandro son el ejemplo vivo de que si el amor es cierto y verdadero, no hay tiempo suficiente que lo debilite.
"Llevamos juntos 14 años, ¡toda una vida!", cuenta la novia para Vanitatis. "Justo, Alex me pidió matrimonio el día 20 de noviembre de 2022, el día que cumplíamos 12 años", confiesa. Tras la pregunta, tocó planificar el gran día de sus vidas, el que pondría colofón a la historia de amor de estos profesores murcianos.
Con el anuncio oficial del compromiso matrimonial y la noticia corriendo como la pólvora entre sus familiares y amigos, Rocío y Alex fijaron la fecha el día 3 de junio de 2023. Celebrada en dos actos en Lorca (Murcia), primero una ceremonia religiosa en la iglesia de San Francisco, y después, banquete y fiesta en la finca Hacienda Real Los Olivos, los novios organizaron una boda sencilla, emotiva y cargada de sentimiento.
"Esa mañana, desde que puse un pie fuera de la cama, me propuse poner atención a cada detalle y disfrutar de todos los momentos", explica la profesora. La puesta a punto fue en su casa familiar y rodeada de los suyos.
Del maquillaje y el peinado se encargó su amiga Mónica, "una profesional de pies a cabeza", señala. Para el día de su boda, Rocío apostó por un maquillaje natural protagonizado por una piel jugosa y énfasis en la mirada. Lució su melena en un impoluto moño bajo de acabado trenzado del que brotaba el velo y una pieza joya de la que hablaremos más detenidamente.
Antes, toca descubrir el vestido de novia de la murciana. Limpio, de líneas depuradas y minimalista, su creación y confección apunta a la diseñadora María Baraza. Con taller fijado en Madrid, fueron Cristina y María de Maison Portocale, una tienda nupcial multimarca, las que se ocuparon del proceso.
Sin un punto de partida del que tirar, o una idea de cómo quería que fuese su traje de novia, Rocío nos cuenta que "sí sabía lo que no me gustaba. Desde el principio tuve claro que quería incorporar unos retales de puntilla en los puños de las mangas. Me inspiré en diferentes fotos de novias que vi por Instagram, principalmente de la diseñadora Teresa Baena, que es una experta en este tipo de adornos".
Recuerda que, de cualquier manera, "el proceso de creación fue muy bonito gracias a Cris y María, dos hermanas preciosas. El primer día que las conocí conectamos, ellas me captaron al instante. En la primera prueba elegí el escote, la forma y el largo de las mangas, así como la forma y el vuelo de la falda", detalla la novia.
Enmarcado por un escote cuadrado del que brotaban las mangas con un ligero fruncido en los hombros, unas mangas largas rematadas, tal y como soñaba Rocío, por unas puntillas que combinaban encaje, semitransparencias y plisados. En la espalda, un escote en pico. Unas pinzas estratégicas situadas en el cuerpo para estilizar la silueta completaron la parte superior del vestido. En la cintura, un falso fajín tableado y de ahí la falda en línea A y con cola.
A cada lado del moño, un retal de tul que ejercía de velo doble. En el cabello, la joya del look nupcial de Rocío: un tocado de estrellas realizado con piezas de oro envejecido y cristal en tono gris. Conocido con el nombre de 'cubreraya', es una creación de Leticia Benítez, fundadora de la marca Laety.
El ramo, en tonos empolvados y verdes con diferentes alturas, fue una sorpresa para la novia. "Me lo preparó David, un florista de Lorca, nuestra ciudad. David es un amor y cuando le enseñé fotos del vestido y la prueba del peinado y el maquillaje, supo cómo sería mi ramo. Yo no elegí nada, él conectó conmigo y acertó al 100%, no pudo gustarme más", explica.
Unos pendientes largos de diamantes y oro blanco rematados con perlas, regalo de sus suegros, y unos zapatos de Flordeasoka, en concreto, el modelo Greta en terciopelo de color verde oscuro, completaron sus accesorios.
Rocío ya estaba lista para encontrarse con Alex en el altar y, acompañada de su padre, llegó puntual a la iglesia situada en el centro de la ciudad. "Entré del brazo de mi padre y a nuestra derecha estuvieron nuestros ocho testigos, ocho tesoros, que con su magia hicieron que fuera más especial. De la ceremonia destaco la monición de entrada que nos hizo el tío Jesús, las canciones en piano y violín interpretadas por mi compañera y amiga María del Amor y su amiga Míriam, las bonitas palabras que nos dedicó el sacerdote, Alejandro Cases, y la lectura que con tanta pasión y devoción nos dedicó la prima Marta", recuerda.
Convertidos en marido y mujer, y compañía de sus familiares y amigos, pusieron rumbo a la Hacienda Real Los Olivos.
Ubicada a escasos minutos del centro de Lorca, en el corazón de la huerta murciana, se esconde esta majestuosa hacienda de estilo colonial: "Teniendo como referencia el clima del año pasado en las fechas de la boda, nos habíamos imaginado una boda al aire libre en una bonita noche de verano. Sin embargo, el tiempo fue completamente diferente y hasta el día de antes no sabíamos si iba a estar lloviendo, así que tuvimos que organizar la celebración en los salones interiores".
El montaje desplegado en el interior de la finca y un catering ajustado a la medida de los novios. Un cóctel amplio y variado, con diversas estaciones temáticas, y dos menús, uno tradicional y otro vegano pensando en Alex, su hermano y algunos de sus amigos íntimos.
En el menú clásico, de primero, ensalada de frutos de temporada con daditos de foie, crujiente de Ibérico y vinagreta de Módena; de segundo, saquito de pasta oriental relleno de gambas y verduritas sobre salsa de zanahoria; después, presa de ibérico de bellota, patatas a la mantequilla y bastones de zanahoria, y para concluir, la nota dulce con una milhoja invertida de crema con coulis de frutos rojos.
Para los comensales veganos, ensalada al estilo Hacienda Real, el mismo saquito, pero relleno únicamente de verduras, carrillera 'ivérica' de heura con patatas al horno y pimientos de Padrón, y tarta Sacher con helado de caramelo salado.
"Me quedo con cada momento de ese día. De la celebración, nuestra canción de entrada al salón, 'Invencibles' de Mr. Kilombo, que disfrutamos como nunca habíamos imaginado. También las entregas de los ramos y el baile nupcial acompañados de nuestros amigos de Coros y Danzas de Lorca", rememora Rocío.
Todo lo acontecido en la boda quedó inmortalizado por el fotógrafo Antonio Sánchez, otro testigo de la promesa de amor de esos profesores murcianos.
Como recomendación para futuras novias, Rocío señala que "el único consejo que puedo darles es que ese día se monten en la nube de la felicidad en la que yo me monté y en la que sigo montada desde entonces. Que lo disfruten, que lo vivan apasionadamente y que crean en la magia, porque en la mía la hubo".
Cuando de joven uno comienza una relación nunca sabe, por mucho enamoramiento que se sienta de por medio, si acabará en buen puerto. Año tras año los caminos pueden cambiar y tomar rumbos diferentes. Son pocas las parejas que sobreviven a un noviazgo largo y terminan en boda, pero todavía existen. Rocío y Alejandro son el ejemplo vivo de que si el amor es cierto y verdadero, no hay tiempo suficiente que lo debilite.
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