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Sally Hambleton nos abre el álbum de su boda: "Nos casamos en un jardín mágico, rodeados de velas, peonías y castaños en flor"
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Sally Hambleton nos abre el álbum de su boda: "Nos casamos en un jardín mágico, rodeados de velas, peonías y castaños en flor"

A cuatro años de celebrar sus bodas de plata, la reconocida diseñadora floral Sally Hambleton nos desvela los detalles más personales y desconocidos de su boda, celebrada en el jardín de la casa de sus suegros, en plena primavera

Foto: Sally Hambleton y su marido, Javier.
Sally Hambleton y su marido, Javier.

La afamada diseñadora floral Sally Hambleton, mitad española, mitad inglesa y propietaria de la empresa que lleva su nombre, y su marido, Javier, se conocieron trabajando juntos en el sector financiero hace casi 25 años. "Estuvimos varios años hablando por teléfono por temas de trabajo, antes de conocernos personalmente. Según me dijo después mi marido, el mismo día que me conoció en persona les comentó a sus compañeros: 'Acabo de conocer a la mujer de mi vida'. Tras un año de noviazgo, decidimos casarnos". ¿La fecha elegida? 1 de junio de 2002.

La celebración de la boda, que fue un enlace civil, tuvo lugar en el jardín de la casa de los suegros de Sally, bajo un atardecer precioso y a las afueras de Madrid. "Es un jardín, rodeado de naturaleza y con un maravilloso paseo de castaños, que perteneció a una casa histórica y donde se han celebrado muchos eventos de la familia de mi marido. De hecho, uno de los momentos más emocionantes de mi boda fue mi llegada al altar del brazo de mi padre, caminando sobre las flores que empezaban a caer de los árboles y bajo los acordes de la banda sonora de la película 'La misión".

placeholder La novia, del brazo de su padre, atravesando el paseo de castaños del jardín.
La novia, del brazo de su padre, atravesando el paseo de castaños del jardín.

"El jardín lo iluminamos con montones de velas colocadas en bolsitas de papel kraft rellenas de arena con una vela -nuestros hermanos se pasaron una semana entera montándolas- y, para decorarlo, elegimos flores de temporada aunque las peonías, que en esa época del año estaban en plena ebullición, fueron las protagonistas absolutas. En dos tonos de rosa y mezcladas con 'snowball' verde ácido y otros verdes variados, potenciaron su color cubriendo la carpa, adornando las mesas... ¡Quedó precioso! De todo ello se encargó mi tía Felicity Ward, una extraordinaria florista inglesa formada con Constance Spry, toda una institución en el Reino Unido, y mi madre Sarah. Yo, que en aquella época trabajaba en banca de inversión de sol a sol, participé poco en la ejecución, la verdad".

La intención de Sally era clara: hacer del jardín un espacio mágico: "Una de las cosas que más me gustó de la decoración fue la multitud de velas que había por todas partes, además de la cantidad de flores y verdes que prácticamente cubrían la carpa, abierta al jardín. Hasta dos canastas de baloncesto, que no se pudieron quitar, nos sirvieron de soporte para crear unos árboles increíbles".

placeholder La luz de las velas fue perfecta para envolver la boda de calidez.
La luz de las velas fue perfecta para envolver la boda de calidez.

Las mesas, redondas y vestidas con manteles verdes de damasco, se decoraron con arreglos florales cuajados de peonías rosa pálido, la flor protagonista de la boda, y las sillas, muy sencillas, eran de tijera de madera. El menú fue servido por Pocheville Catering, "aunque no recuerdo ninguno de los platos de la cena. Solo sé que nos preparó un bodegón de postres precioso". Preguntada por alguna anécdota curiosa de ese día, Sally lo tiene claro: "No vi a mi marido más que en la ceremonia y en el baile. Se pasó toda la noche emocionado, saludando a todos los invitados de mesa en mesa, ¡algo increíble!".

Aunque los novios abrieron el baile con un vals clásico, a los pocos segundos empezó a sonar la canción 'Aunque tú no lo sepas', de Enrique Urquijo. "Fue cosa de mi marido, como la elección de toda la música de la boda. Esa fue su parcela. Además, un DJ amigo de mis cuñados se encargó de animar la fiesta hasta bien entrada la madrugada". Un perfecto fin de semana antes de poner rumbo a su viaje de novios: Sudáfrica, Mozambique y Mauricio. "Había estado antes en África, pero nada comparable a los lugares en los que estuvimos en aquel viaje. Fue alucinante".

Sally atendiendo a los invitados a su boda.

Un dos piezas de Sybilla

"Al ser una boda civil, no quería llevar un vestido 'muy importante', sino algo atemporal, que pudiera volver a ponerme ahora mismo". Finalmente, Sally eligió a Sybilla como diseñadora de su traje de novia: "Siempre he admirado su trabajo, pero nunca habia comprado un vestido suyo hasta el día de mi boda y, cuando llegó el momento, no lo dudé". Sally acudió a su tienda en el callejón de Jorge Juan de Madrid y eligió un modelo de la colección de novia 'prêt-à-porter'. Un dos piezas camisero de seda formado por una chaqueta/blusa armada de manga francesa, entallada a la cintura con un nudo doble bajo el pecho, y una falda larga evasé de cinturilla alta, con un gran pliegue central y otro doble en la parte posterior para darle volumen. "A día de hoy, me sigue pareciendo precioso", apunta. Un tocado de tul y plumas, obra de Mabel Sanz, y unos zapatos de Franjul, forrados con tela de un antiguo sari bordado en tonos plata que la novia compró en el Rastro de Madrid, completaron el look. El novio eligió un chaqué clásico.

placeholder Sally Hambleton eligió un elegante dos piezas de la diseñadora Sybilla.
Sally Hambleton eligió un elegante dos piezas de la diseñadora Sybilla.

"Como únicas joyas llevé unos sencillos pendientes de brillantes regalo de mis suegros y mi anillo de pedida, una esmeralda rodeada de brillantes que no me he quitado desde el día en que mi marido me la regaló. En casa seguimos la tradición british: el anillo de pedida se lleva a diario, no se guarda para ocasiones especiales", advierte Sally. El maquillaje, muy natural, y el peinado, un recogido ligeramente ahuecado y con volumen, fue obra de Ángel Peluquería.

"El ramo me lo hizo mi tía Felicity. No lo pensamos mucho. Compró unas bonitas rosas blancas en una floristería local, un poco de eucalipto y lo completó con verdes variados cortados del jardín. Cuando confías plenamente en los profesionales que has elegido y tienes un trabajo que exige tanto de ti -como era mi caso entonces-, lo mejor es relajarte y dejarles hacer. Ese es exactamente el mismo consejo que les digo a mis novias ahora: confiad".

A cuatro años de celebrar sus bodas de plata, Sally asegura que el balance es positivo. "Sin duda, para vivir un cuarto de vida juntos, crear una familia, dos empresas -la suya y la mía-, sobrevivir a una pandemia y a todo lo que conlleva vivir, es fundamental tener un buen compañero de viaje. Y yo lo tengo. Ahora toca trabajarse los próximos 25 años".

La afamada diseñadora floral Sally Hambleton, mitad española, mitad inglesa y propietaria de la empresa que lleva su nombre, y su marido, Javier, se conocieron trabajando juntos en el sector financiero hace casi 25 años. "Estuvimos varios años hablando por teléfono por temas de trabajo, antes de conocernos personalmente. Según me dijo después mi marido, el mismo día que me conoció en persona les comentó a sus compañeros: 'Acabo de conocer a la mujer de mi vida'. Tras un año de noviazgo, decidimos casarnos". ¿La fecha elegida? 1 de junio de 2002.

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