En la iglesia más solicitada de Madrid y con un vestido de novia desmontable, así fue la boda de Laura

Antes de enamorarse el uno del otro, Laura y Jacobo se habían visto miles de veces. "Jacobo era amigo de mi hermano Miguel y habíamos coincidido varias veces, pero empezamos a salir el 12 de abril de 2019". Un celestino inesperado, el hermano de la novia, y un noviazgo de dos años que acabó con Jacobo pidiendo la mano de Laura.

"Jacobo me pidió matrimonio el 14 de mayo de 2021 durante un viaje a Jávea (Valencia). Me sorprendió con un anillo que él mismo había diseñado junto a joyerías Pérez y que es una auténtica maravilla", cuenta la novia. Desde ese momento, la pareja comenzó a planificar su boda.

Con el compromiso oficial público, Jacobo y Laura fijaron la fecha del enlace justo un año después, el 14 de mayo de 2022. Antes celebraron la tradicional pedida de mano con las familias en la casa de los padres de Laura. "Organizamos una cena cóctel con Por Tus Fogones. Álvaro es amigo de mi hermano de toda la vida y siempre confiamos en él para los eventos familiares. Luego se unieron nuestros amigos a celebrarlo. Nos regalamos un reloj y un collar", cuenta detalle por detalle.

Para la ceremonia religiosa, los novios consiguieron fecha en la iglesia más solicitada de Madrid: la de Santa Bárbara. Ubicada en pleno barrio de las Salesas y envuelta en un encanto especial gracias a su escalinata, allí se casan cada temporada parejas de la jet set y de la aristocracia, entre otros novios anónimos que llegan a pernoctar en las inmediaciones con tal de celebrar sus nupcias dentro del templo. Su elección tiene un porqué, "allí es donde se habían casado mis padres", cuenta Laura. "Siempre quise casarme ahí, Jacobo lo sabía y antes de pedirme matrimonio fue a pedir cita para no quedarnos sin sitio. Nos casamos la misma fecha en la que me pidió matrimonio, pero un año después".

Después. se llevarían a todos sus invitados a la Finca La Gaviota, un establecimiento a 8 minutos del centro de la capital que se encuentra emplazado en el barrio de Aravaca.

Con fecha, iglesia y lugar de la celebración seleccionados, era el momento de pasar al otro asunto de vital importancia en una boda: el vestido de la novia. Laura no dudó y llamó a la puerta del taller de una amiga, Claudia Llagostera.

"La conozco desde que tenemos 15 años gracias a una amiga en común y aunque mi vestido soñado no era del estilo que ella suele hacer, en cuanto la escribí me dijo que ella me hacía lo que yo quisiera", y así comenzó el proceso de creación de su traje.

Cierto es que los diseños que cada temporada brotan del taller de Llagostera son bohemios, desenfadados y muy fluidos, nada que ver con la idea de Laura, aunque sí compartían una misma premisa: un vestido de novia cómodo.

"Quería una cola muy larga y sobre todo que se pudiera quitar con facilidad. Había vivido experiencias negativas al respecto en otras bodas, como la de mi prima y otras amigas, en el momento de recoger la cola para el baile, y yo tenía claro que necesitaba quitármela", cuenta la novia.

Para su suerte, Laura es una de esas pocas mujeres que saben cómo quieren vestirse el día de su boda. "Le conté mi idea a Claudia y le mandé fotos de telas que me gustaban. Enseguida entendió lo que quería y el tejido que rondaba por mi cabeza. En la primera visita ya tenía el boceto y las telas preparadas y listas", explica.

Con la visión de Laura, Llagostera creo para ella un vestido de novia desmontable. Como base, un traje de líneas depuradas, escote cuadrado, manga tres cuartos con detalle de puntillas en los puños, costuras fruncidas en los hombros y falda limpia de silueta evasé.

Encima, la joya del look nupcial: una sobrefalda voluminosa fabricada en un tejido brocado que llevaba integrada esa cola kilométrica con la que soñaba la novia. Adherida por la cintura, una vez terminado el banquete, Laura podría desprenderse de ella y bailar toda la noche con total comodidad.

Turno para escoger los complementos. Empezando por las joyas. "Lucí unos pendientes de esmeraldas y brillantes de la hermana de mi abuela y dos pulseras que siempre llevo conmigo: una que me regalaron mis padres cuando cumplí 18 años y otra que me regaló Jacobo nuestras primeras Navidades juntos. Y, por supuesto, el anillo con el que me pidió matrimonio".

La nota de color, además de por el verde de la esmeralda de los pendientes, la pusieron sus zapatos. "De color granate, a juego con los pajes. Me los hice a medida en una tienda que me recomendaron en Alcalá de Henares".

El ramo cierra el círculo. "También lo tenía clarísimo: peonías, es una de mis flores favoritas. Me lo hizo Pablo de Salón de Fleurs junto a otros dos más pequeños que luego di en la cena".

El día había llegado. "Me peinó Ángel, mi peluquero de toda la vida, y me maquilló Sonia Marina. Me vestí en casa de mis padres junto a ellos, mi tía, mis hermanos, mi prima y todos mis sobrinos. Luego me llevo a la iglesia mi hermano Carlos, que a la vez es mi padrino, con mi padre en el coche de mi tío", recuerda Laura.

Una vez concluida la ceremonia religiosa, para firmar legalmente su unión la pareja utilizó "un bolígrafo antiguo de mi tío; falleció meses antes y para mí era muy importante tenerlo presente".

El montaje de mesas en la finca fue inspiración de otra boda familiar. "Mi hermano Pablo se casó en el campo con mesas alargadas y me encantó, así que se lo copiamos. Llenamos el invernadero de cristal de luces e hicimos mesas alargadas".

"La verdad es que la boda fue tal y como la imaginaba y tengo que darle gracias a Jacobo porque consiguió hacer realidad todo con lo que soñaba", admite Laura.

Ya durante la celebración "le entregué dos versiones del mi ramo a mis dos mejores amigas, Carmen y Casilda, al entrar en la cena con la canción 'Sweet Caroline'".

Después de la cena, "abrí el baile junto a mi padre y luego se unieron Jacobo y su madre. Bailamos el vals número dos de Dmitri Shostakovich y nada más terminar se apagaron las luces por completo y empezó a sonar la canción 'Hey bother', de Avicci, a la vez que se dispararon cañones de bengalas, y en ese momento le entregué mi ramo a mi prima, que para mí es mi hermana".

Nos despedimos con el consejo de Laura para futuras novias: "¡Paciencia con la organización y que disfruten todo lo posible, que pasa volando!".