La historia del vestido de novia de Rocío, diseñado por su amigo Nicolás Montenegro, y su look con un velo antiguo

Aunque Rocío nunca había pensado ningún detalle de su boda, sí que sabía que Nicolás Montenegro, amigo y compañero de carrera, crearía el traje más importante de su vida. "Tenía ideas generales muy claras, pero confié a ciegas en Nicolás. Pasó una cosa muy curiosa, el primer día que fui a bocetos, él me enseñó en lo que había estado trabajando y era similar a lo que yo había pensado. Es la suerte que he tenido, que el diseñador de mi vestido me conozca en todos los aspectos", cuenta la jerezana.

Rocío y Nicolás se conocieron cuando ambos cursaban Historia del Arte en la Universidad de Sevilla. Una amistad que viene de largo y que, con la creación de este vestido de novia, se fortaleció más si cabe. "Ha sido un proceso mágico que nos ha unido más aún", confiesa la novia.

Rocío se casó el pasado 2 de marzo en Carmona (Sevilla), la localidad natal del novio. "Antonio y yo nos conocimos en El Rocío, poco después se fue a vivir a Edimburgo y no fue hasta 2017 cuando empezó nuestra relación", detalla. La petición de mano fue sorpresa total. "Fue en el mirador de un restaurante. Según me contó después, tenía pensando pedírmelo en la playa donde pasamos los veranos, en Rota, pero lo mandaban a trabajar a Murcia justo el día después y no se podía aguantar más tiempo. Así que fue en un lugar inesperado y en un momento inesperado también".

La ceremonia religiosa tuvo lugar en la Iglesia Prioral de Santa María en Carmona y lo celebraron en el Cortijo Torre de la Reina en Guillena, ambos en Sevilla.

Comprometida con Antonio, Rocío llamó a su amigo Nicolás para comenzar a dar forma a su vestido de novia. "En mi mente, pensaba en un rollo muy setentero. Mi hermana y mis primas hicieron la comunión con unas túnicas blancas y siempre me encantó esa sencillez. Mi tía Isabel se casó también con túnica y una corona de flores, ese estilo de novia siempre me ha gustado mucho, simple y con tejidos fluidos". Una premisa de ser una novia minimalista que le transmitió al diseñador sevillano.

"En realidad, cuando hablé con Nicolás, la única idea que tenía es que me quería casar de blanco, ni blanco roto, ni beis, de blanco. También quería un look que fuese especial, solo me iba a vestir de novia una vez en la vida", explica la jerezana.

Una vez en el taller del diseñador, Rocío sintió un flechazo por los materiales: "Me fascinaron los tejidos que me enseñó Nicolás. A esto se suma que tiene un equipo trabajando maravilloso que me ha ayudado a disfrutar en todo momento". En el proceso de creación de su traje, el velo jugó un papel determinante. "Al principio pensé en incluir apliques o encajes, pero llevé un velo de tul antiguo bordado y con esta pieza no necesitaba nada más. Solo en los puños incluía unos apliques de tul bordado que le dieron el toque necesario para no caer en el exceso".

Como resultado, dos piezas. Un vestido base de líneas depuradas, escote en pico, manga larga decorada y silueta ajustada para desembocar en una falda en línea A, y encima, un sobrevestido de muselina semitransparente con botonadura en la espalda y cola.

Además de las risas y las lágrimas de felicidad que compartió con el creador, Rocío recuerda disfrutar de esos momentos y esas pruebas junto a su madre, su hermana y sus sobrinas. "Fue un proceso muy especial", confiesa Rocío.

La madre de la novia se encargó de los complementos. Desde el velo antiguo, pieza clave y protagonista, "confeccionado en tul bordado en cordoncillo, todo bordado a mano y terminado en volante", hasta las joyas -"llevé unos pendientes isabelinos de oro amarillo con esmeraldas y una peineta con amatistas y perlas, todo de Antigüedades El Museo, regalo de mi madre"-. Además de dos anillos, "el solitario de oro blanco con un brillante que Antonio me regaló el día que me pidió matrimonio y el anillo de mi pedida con brillantes y una esmeralda de la joyería Román".

En su zapatero nupcial, dos pares. Para la ceremonia religiosa, unas sandalias en terciopelo rojo de Tom Ford para Saint Laurent, y para la fiesta, unas de Castañer, regalo de sus amigas.

Precisamente, una de sus amigas se encargó del ramo: "María Argüeso, de Brunia. Quería color y confiaba en ella porque me encanta todo lo que hace. Eligió rosas de variedad coral, retama rosa, flor de cera, alhelí fucsia, anigozanthos y astilbe granate. Al ramo le cosí dos medallas, una de la Hermandad del Rocío de Triana y otra de la Virgen de Guadalupe".

Más amistades de Rocío para su boda: "Me peinó mi mejor amiga, Rocío Pérez. He podido vivir el día más importante de mi vida de su mano, algo que no olvidaré jamás. Junto a nosotras, también estaba mi mejor amigo, Ñoño, que más que un amigo es un hermano, pendiente de todo. Vivir esa mañana en casa, con mi familia y con mis dos mejores amigos, me hizo sentir muy afortunada".

Si hablamos del beauty look, Pepa Medina fue quien maquilló a la novia. "Es una apasionada de su trabajo y al final eso se ve en el resultado. Lo tenía difícil porque no suelo llevar ni pintados los labios, no me maquillo jamás, pero lo hizo tan bien, tan natural, que me hizo sentir segura".

Como hemos avanzado, Rocío se arregló en la casa de su madre y de ahí rumbo a la iglesia: "Salí de mi casa de Sevilla hacia Carmona en el coche con mi madre y con mi hermano que fue el padrino, ir sentada detrás con mi madre me ayudó a tranquilizarme. Me agarró de la mano y sentí que todo iba a salir bien".

Cuando Antonio y Rocío se encontraron en el altar, "un momento cargado de emoción", comenzó la ceremonia. "Nos acompañó con su música la Coral Ave María, donde cantan algunos familiares y amigos. Toda la ceremonia y la decoración floral en la iglesia fue obra de Pablo, el tío del novio. En el altar mayor colocamos una Virgen del Rocío pequeñita que nos regaló mi madre y que tenemos en casa, fue muy bonito tenerla delante".

Convertidos en marido y mujer, y compañía de todos sus invitados, se trasladaron hasta el Cortijo Torre de la Reina en Guillena. "Cuando fijamos la fecha en la iglesia, empezamos a llamar a distintas haciendas para la celebración y no había ninguna disponible para nuestro día, creo que este fue el momento de mayor agobio de todo el proceso, nos plateamos incluso cambiar la fecha. Hablando con Carolina Casado, la directora comercial de Delfín Delicatessen, el catering de la boda, nos propuso este sitio y, nada más verlo, nos enamoró. Es un lugar con un encanto único, no hay nada en toda la provincia de Sevilla que se le parezca, así que tuvimos un golpe de suerte dando con él".

"Días antes las previsiones apuntaban a lluvia, así que decidimos poner una carpa de Siluka en la zona de la barra libre y menos mal, porque al final llovió más de lo que estaba previsto", cuenta Rocío.

Más detalles y proveedores en la celebración: "El sonido y escenario nos lo montó Circuito, una empresa de Carmona, fue un festival de luces y sonido, una puesta en escena espectacular. Los meseros y el seating plan nos lo hizo África de Porres inspirados en cantaoras de Jerez. Y las flores, de Floristería Virgen de Araceli; le pedí color, mucho color y me puso rincones llenos de claveles de todos los colores".

La música en directo estuvo presente de principio a fin. "Para el aperitivo en los jardines contamos con Guateke Group, menos mal que nos hicieron bailar hasta que entramos en calor, fue divertidísimo. Abrimos el baile y comenzó a cantar Alex Larache, queríamos tener una parte más de flamenco y rumba. Después tocó el grupo La Tomasa, los escuchamos por primera vez en la Feria de Sevilla y los necesitábamos en nuestra boda".

Echando la mirada atrás, Rocío admite que "puedo ser la primera mujer de la historia que no tenía una boda soñada, así que se me hizo un mundo cuando llegó el día de empezar a organizar. Pero creo que hice lo correcto, busqué los mejores profesionales y deposité toda mi confianza en ellos, aposté por gente que conozco y admiro, profesionalmente y personalmente. Sigo en una nube, después de la boda casi no he podido dormir de la emoción que mantengo".

Para abrir el baile, "Antonio bailó con su madre, y yo, con mi hermano el 'Danubio azul' de Johann Strauss. Cuando hicimos el cambio de pareja, cambió la canción y Antonio y yo bailamos 'Be My Baby' de The Ronettes".

Cerramos con el consejo de Rocío para futuras novias: "Que lo disfruten muchísimo y que dejen los nervios atrás, yo he sido superafortunada porque la mayoría de los profesionales que me han acompañado son amigos. Es un día que difícilmente vas a poder repetir junto a todas las personas que más quieres y hay que disfrutar al máximo. Hubo alguien en mi boda que me dijo: 'De vez en cuando, párate un momento a pensar', y así lo hice".