El vestido de novia de Carmen Gómez-Acebo para su boda, al detalle: un original diseño de inspiración griega

El reloj marcaban las 18.00 horas, cuando Carmen Gómez-Acebo llegaba a las inmediaciones la iglesia de la Concepción Real de Calatrava, en Madrid, para dar comienzo a la ceremonia religiosa que unirá a la novia con Borja Álvarez de Estrada en matrimonio. Cumpliendo la tradición, Carmen se ha bajado del coche acompañada de su padre y padrino, Juan Gómez-Acebo Sáenz de Heredia, descubriendo el secreto mejor guardado de su boda: su vestido de novia.

Con permiso de los novios del año, de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, el suyo es otro de los grandes enlaces de la temporada tanto por los novios como por la lista de invitados. Carmen es la tercera hija del matrimonio formado por Juan Gómez-Acebo Sáenz de Heredia (primo segundo de los hijos de la infanta Pilar) y María de Aguilar Urquijo; y Borja, es junto a su hermano Beltrán, CEO de Puro Group, e integrante de la selecta pandilla de la jet set formada por los hermanos Cortina, Alonso Aznar, Álvaro Falcó y Carlos Torretta.

Pareja desde hace años, Carmen Gómez-Acebo y Borja Álvarez de Estrada tomaron la decisión de comprometerse y pasar por el altar hace unos meses en una boda que serviría de reunión no solo de la familia Gómez-Acebo (un clan que sigue superando la trágica muerte de Coco Gómez-Acebo a los 49 años), también de la élite empresarial y social de la capital. Ese día es hoy.

Como avanzábamos, la novia ha llegado a las inmediaciones del templo ubicado en la calle Alcalá, 25, en pleno centro de Madrid, en compañía de su padre. A las puertas, le esperaban sus hermanas mayores, Lucía y Victoria, esta última, con la que además de ADN, comparte profesión: trabajan juntas en el estudio de decoración y arquitectura. Carmen ejerce como apoderada de Golar Interiors SL, creado en 2018 por su hermana mayor, Victoria.

Visiblemente emocionada, Carmen ha bajado del coche para iniciar el paseíllo camino al altar donde le esperaba su prometido, Borja Álvarez de Estrada. Su vestido de novia está firmado por Navascués, la firma nupcial capitaneada por Cristina Martínez-Pardo Cobián, que modificó el traje nupcial original de Teresa Urquijo y que ha vestido a otras novias ilustres como Belén Corsini. Clásica entre las marcas clásicas de Madrid, confiar en ella es sinónimo de acierto y así ha sido, Carmen Gómez-Acebo estaba radiante.

Rompiendo completamente con la tradición, la novia se ha decantado por un original diseño nupcial de inspiración griega confeccionado con varios tejidos y todos, muy diferentes entre sí. Tres materiales, uno de tul de color blanco para cubrir los hombros y dar forma a la base de la falda, uno estructurado con estampado de jacquard en tono crema, y un tejido de fantasía con hilos dorados para la parte del escote.

En cuanto al patrón, el vestido de novia de Carmen Gómez-Acebo parte de un escote palabra de honor ceñido al pecho. Para cumplir con el 'dress code' tradicional de una ceremonia religiosa, la novia ha cubierto los hombros con una pieza de tul que hacía las veces de mangas. Del corte que presentaba justo debajo del pecho, brotaba la falda, sin duda, la pieza más singular de su look nupcial.

Dos faldas unidas en un todo, una de tablas muy fluida que servía de base, y encima, otra superpuesta en un lado, una sobrefalda confeccionada con un tejido jacquard con estampado botánico y rematada por una banda que casaba con el escote. La falda superior contaba además con un volumen escultórico y colocada de manera lateral, dejaba asomar la falda plisada que renunciaba a la cola por un largo a ras de suelo.

En cuanto a los accesorios, más detalles que nos revelan que Carmen Gómez-Acebo es y será una de las novias rompedoras de la temporada. Como decíamos, la novia ha llegado a la iglesia acompañada de su padre y lo ha hecho velada. Cubierto su rostro con un sencillo y semitransparente velo de tul que brotaba de su recogido bajo, el modelo quedaba a media altura por la parte frontal y se extendía por la espalda, sustituyendo a la cola que no presentaba la falda.

A sus pies, unos llamativos salones acabados en punta de color plata; como ramo, una composición romántica en rosa palo y verde atada con un lazo de raso de color granate, y unos pendientes largos de brillantes y oro blanco.