La boda de Rosa Aparici en Valencia: vestido de novia bordado, 400 invitados y celebración en una masía
Rosa, nieta del fallecido empresario Maximiano Aparici, fundador de Cerámicas Aparici, un referente en el diseño y fabricación de azulejos, e hija de Maximiano Aparici, actual CEO junto a su tío, se casó con Vicente Garrido este junio
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Cuando has crecido rodeada de artesanos, es normal que tu vida sea un reflejo y una extensión de lo vivido. Rosa Aparici, nieta del fallecido empresario Maximiano Aparici, fundador de Cerámicas Aparici, un referente en el diseño y fabricación de azulejos, e hija de Maximiano Aparici, actual CEO junto a su tío Ricardo, decidió seguir el camino familiar y transformar ese legado en una carrera como arquitectura. "Completé mi carrera en arquitectura y trabajé durante cuatro años en Hong Kong. Luego, a raíz de la pandemia, regresé a España, donde aproveché para hacer un máster en digitalización de empresas en Madrid. La tecnología siempre ha sido una pasión para mí, y este conocimiento ha enriquecido mi trabajo como arquitecta", cuenta para Vanitatis.
Esa sensibilidad especial por el diseño que Rosa Aparici había mamado desde niña quedó reflejada el día de su boda, desde su vestido de novia bordado hasta la decoración. Pero el gran día de Rosa y Vicente Garrido (Viche para los amigos), su hoy marido, comenzó unos años atrás y azares del destino, fue otro familiar de la novia quien marcó el rumbo de su historia de amor.
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"Mi hermana gemela Marta y su prometido, Juancho, vivieron más de cinco años en Luxemburgo. Allí tuvieron la suerte de conocer a Viche, que también residía en aquel país. Cada Navidad, nuestra familia se reúne en Vielha, en el encantador Val d'Aran. Fue un 31 de diciembre cuando Marta y yo decidimos pasar la mañana esquiando en Baqueira y, por la tarde, nos aventuramos a la carpa de Moët & Chandon en la misma estación. Mientras hablábamos y disfrutamos con unos amigos, apareció Viche, como salido de una película. Se acercó para saludar a mi hermana, quien no tardó en presentarse. Al día siguiente, 1 de enero, Marta y Viche organizaron una cena con amigos en Vielha y, casualidades del destino, nos sentamos juntos. Allí comenzó nuestra historia", cuenta la arquitecta.
Natural de Castellón, donde en 1961 su abuelo, Maximiano Aparici fundó Cerámicas Aparici y más tarde, Apavisa, dos de las empresas referentes de la industria azulejera española, Rosa cambió su ciudad por Luxemburgo para apostarlo todo al amor. "Viche lleva 12 años trabajando en PwC en Luxemburgo. Fue su dedicación y nuestra relación lo que me impulsó a mudarme ahí para estar más cerca y fortalecer nuestra relación".
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El imperio familiar
En realidad, la historia de Maximiano Aparici arrancó en 1940. Tras casi 85 años, y con sus dos hijos al frente, el padre de Rosa, Maximiano, y su tío Ricardo, el abuelo de la novia se sentiría muy orgulloso de haber colocado a su empresa de azulejos como el referente mundial y europeo en la fabricación y el diseño de cerámica. "Cerámicas Aparici se ha convertido en una empresa exportadora presente en más de 140 países a nivel mundial que cuenta con tres plantas de producción dentro de la localidad de Alcora y en sus alrededores. La esencia y los valores de nuestra empresa, sin embargo, se han mantenido siguiendo la herencia de Maximiano Aparici", explican en la página web de la compañía. El abuelo de Rosa falleció en 2013 pero, gracias a herederos como la arquitecta, su legado y su pasión por el arte siguen intactos.
"El azulejo que regalamos en la boda es un guiño al sector azulejero al que mi familia lleva décadas dedicada", detalla la novia. "Tanto el dibujo del azulejo como del misal y la minuta del menú, fue dibujado a mano por un ceramista. Además, el dibujo lleva la flor de azahar con una naranja representando a la Comunidad Valenciana".
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Una promesa de amor
Volviendo a la historia de Rosa y Viche, debemos retroceder en el tiempo para descubrir cuándo y dónde se comprometió la pareja. "Una de las grandes ventajas de vivir en Luxemburgo es su proximidad a ciudades maravillosas como París, Bruselas y Ámsterdam. A Viche le apasiona París y conoce cada rincón de la ciudad, y a mí me encanta escaparme a sus exposiciones cada vez que podemos. Fue durante el puente del 1 de mayo cuando Viche me propuso una escapada a París que cambiaría nuestras vidas. Sin sospechar lo que me esperaba, me dijo que tenía una sorpresa para el sábado y que no haría otros planes. Esa tarde, a las 20:00, nos dirigimos a un embarcadero en el Río Sena, donde una elegante Riva Veneciana nos esperaba para un paseo nocturno. Navegamos por el Sena, disfrutando de las vistas iluminadas de la ciudad. A las 8:57 pm, el barco se paró delante de la Torre Eiffel, y en ese momento comenzó a sonar la icónica canción 'La Vie en Rose'. Justo a las 21:00 en punto, las luces de la Torre Eiffel brillaron en todo su esplendor. Con la melodía de fondo y bajo el resplandor de París, Viche se arrodilló y me pidió que me casara con él. Fue un momento mágico, inolvidable, y el comienzo de nuestro próximo capítulo juntos".
Con la Ciudad de la Luz como testigo de su promesa de amor, empezaron a planificar su enlace. "Decidimos no contratar a un wedding planner, lo que convirtió la organización de nuestra boda en todo un desafío, especialmente al hacerlo desde Luxemburgo para 400 personas. Sin embargo, tanto Viche como yo somos extremadamente organizados, y contamos con el valioso apoyo de sus padres".
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El gran día
Rosa y Viche, de Castellón y de Valencia respectivamente, volvieron a su comunidad para celebrar sus nupcias. Fijaron la fecha para el 22 de junio de 2024. Primero, la ceremonia religiosa en la iglesia San Juan del Hospital y más tarde, la celebración en la Masía Campo Aníbal, todo en la ciudad de Valencia. Construido en el siglo XIII en unos terrenos donados por Jaime I de Aragón a la Orden Militar de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, es un templo que combina los estilos románico, gótico valenciano y barroco.
"Desde el principio, tenía una visión clara de cómo quería que fuese nuestra boda: las mesas, la papelería, las flores... Así que me sumergí en el papel de wedding planner durante todo un año. Como arquitecta, me encargué personalmente de diseñar cada detalle: las invitaciones, el seating plan, los meseros, los misales, la página web, el logo de nuestra boda e incluso los azulejos que regalamos a nuestros invitados. Fue un esfuerzo creativo y minucioso, pero ver todo ese trabajo culminar en un día tan especial hizo que cada minuto valiera la pena".
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"Siempre habíamos soñamos con una boda nocturna que fuese sencilla, pero impregnada de elegancia. Y, sinceramente, creo que logramos crear justamente eso: una noche mágica", argumenta la arquitecta. "La experiencia fue absolutamente increíble. La energía positiva y contagiosa de los invitados creó una atmósfera mágica que hizo que todo saliera a la perfección. Se podía sentir la alegría desbordante en el aire, y gracias a esa vibrante energía, nosotros nos sentíamos aún más felices de estar rodeados de nuestros seres queridos. Ver la felicidad reflejada en los rostros de nuestros familiares y amigos hizo que nuestro día fuese inolvidable y profundamente significativo".
El vestido de la novia y todos los detalles de su look
Arquitecta de profesión y nieta e hija de ceramistas, aunque a priori las dudas se apoderaron de Rosa, visto el resultado final, es evidente que buscaba ese 'algo más' en su vestido de novia. "No tenía nada claro cómo sería mi vestido de ensueño, hasta que conocí a Helena Mareque. Desde el primer momento, ella comprendió mi estilo a la perfección. Le di algunas ideas y, como por arte de magia, lo captó de inmediato. Pero fue Helena quien realmente transformó esas ideas en una auténtica obra de arte", confiesa la novia.
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El flechazo en el taller de la diseñadora, ubicado en el barrio de Salamanca de Madrid, llegó al descubrir el tejido que daría forma al vestido de novia de Rosa. "La tela francesa de Jean Bracq, con su exquisito estampado floral, me sedujo al instante. Había tanto potencial en ella. Me enamoré perdidamente de esa tela, perfecta para una boda de noche en verano, con el toque romántico que buscaba. Sin duda, era la elección ideal. Luego, Helena hizo su magia. Las mangas, delicadas y elegantes, y el pliegue meticuloso que conectaba la falda con el cuerpo del vestido, eran simplemente sublimes".
La propia Mareque nos explica cómo es el vestido de novia que Rosa llevó el día de su boda. "De clara inspiración en la estética del valenciano Sorolla, se utilizó una seda bordada de una empresa artesanal del siglo XXI de Calais, que trabaja para grandes como Chanel, Dior o Valentino. Siguiendo el hilo del tejido que dibujaba sutilmente unas flores, trabajamos una falda de volumen con un plisado manual desde la cintura a la cadera que se ajustaba a su silueta junto con un cuerpo entallado. Acompañado de ello, unas mangas abullonadas ribeteadas con la misma técnica de plisado que se siguió en la falda".
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Asimismo, del atelier de la modista gallega afincada en la capital salió el velo. "Tenía claro que quería algo sencillo, que no compitiera con la espléndida tela del vestido. Decidimos decorar la parte superior e inferior del velo con un delicado bordado de flores tomado de la misma tela del vestido, creando un efecto de caída natural y encantador. Fue un toque que me fascinó y agregó una cohesión maravillosa al conjunto final".
Recordando las visitas y las pruebas en el taller de Helena Mareque, Rosa resume el proceso de creación de su vestido de novia "como vivir un sueño hecho realidad. Cada vez que lo miraba, sentía que contaba una historia, nuestra historia. Helena no solo diseñó un vestido, creó una joya que encapsulaba la esencia de esa noche mágica y todo lo que significaba para mí".
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En cuanto al calzado, "quería unos zapatos sencillos, pero elegantes. Por eso, me decanté por unos clásicos de Aquazzura, los icónicos Uptown Pump. Su diseño atemporal y sofisticado encajaba perfectamente con el estilo que buscaba para ese día tan especial".
De las joyas que lució, la más significativa para Rosa fueron los pendientes, un par colgante con una flor cuajada de diamantes y una gran perla, que pertenecía al joyero de su abuela. "La idea de llevar algo suyo me llenaba de emoción, ya que, además de ser mi abuela, ella es también mi madrina. Sentía que, de esta manera, una parte de ella me acompañaría durante cada momento de la celebración, añadiendo un toque de herencia y amor familiar a mi atuendo".
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El ramo de novia, cierra el outfit. "Desde el principio supe que mi nombre protagonizaría las flores de mi ramo: rosas blancas, símbolo perfecto de pureza y belleza. Sin embargo, quería que tuvieran un toque especial, algo que las diferenciara y añadiera un aire de frescura e informalidad. Así que optamos por dejarlas con tallo largo y ligeramente deshechas, creando un equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo. Este detalle no solo resaltó mi nombre, Rosa, sino que también añadió una dimensión única y encantadora a la decoración floral".
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El beauty look de Rosa corrió a cargo de dos profesionales en la materia. "Para el maquillaje conté con Fala, la mejor de Valencia. Quería un look muy natural, y Fala captó mi visión a la perfección, logrando un resultado que superó todas mis expectativas. Mi peinado estuvo en manos de Ana, de Bigudíes. Desde nuestra primera conversación, Ana entendió lo que buscaba, un peinado elegante y sutil".
Cuando el día había llegado, Rosa y su familia escogieron el hotel Balneario Las Arenas, un complejo propiedad del empresario José Luis Santos, que sirvió como escenario de los preparativos. "Me preparé en el lujoso Hotel Las Arenas, un espacio que brindó el telón de fondo perfecto para esos momentos previos tan especiales. Y, para hacer aún más significativo el inicio de la ceremonia religiosa, mi padre, con una mirada llena de orgullo y emoción, fue quien me acompañó hasta el altar".
400 invitados, celebración en una masía y azulejos para el recuerdo
Ubicada en el centro de Valencia, Rosa y Viche cambiaron de estado civil, de solteros a casados, en la iglesia San Juan del Hospital. "La ceremonia religiosa fue absolutamente espectacular. El coro del Colegio de Abogados de Valencia elevó el ambiente con su increíble actuación, culminando con el emotivo canto del Himno de la Coronación de la Virgen de los Desamparados de L. Romeu y la majestuosa Marcha Nupcial de F. Mendelssohn. Cada nota resonaba con una mezcla de solemnidad y celebración, creando un recuerdo imborrable".
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Acto seguido, los recién casados y sus 400 invitados se trasladaron hasta la Masía Campo Aníbal. Se trata de una masía centenaria rodeada de preciosos jardines. "La masía fue un aliado inigualable, y la comida que sirvieron es, sin duda, de las mejores que hemos probado en Valencia. Sin exagerar, fue la número uno. Cada plato fue una sinfonía de sabores que deleitó a todos los presentes". Rosa habla así del menú que disfrutaron sus familiares y amigos íntimos. De primero, langostinos y tataki de atún con crema de aguacate, tartar de pepino, tomate seco y encurtidos; como intermedio, un sorbete de naranja; de segundo, solomillo de ternera con berenjena caramelizada y crema de patata, y por último, el postre, milhojas noisette de crema y guarnición de frambuesas.
"La decoración floral en las mesas fue una obra de arte, gracias a la visión de Javier en Feliu. Nos entendimos desde el primer instante. Queríamos una paleta de tonos beige, verdes y blancos que evocara una elegancia natural y serena. Javier propuso y creó unos centros de mesa deslumbrantes, con orquídeas como las protagonistas. La mesa principal, sin embargo, se llevó todos los suspiros: una corona de orquídeas colgantes que parecía sacada de un cuento de hadas. Era, sencillamente, increíble", explica la arquitecta.
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Para sorprender a sus invitados, como hemos señalado al prinpcio, Rosa quiso rendir un homenaje a sus raices familiares. "Decidimos regalar a cada invitado unos azulejos decorados con dibujos de naranjas y flores de azahar, un guiño afectuoso a nuestra querida tierra de Castellón y Valencia. Ese toque naranja no solo aportó un contraste vibrante, sino que también conectó a todos los presentes con nuestras raíces y nuestra historia".
En el terreno musical, jazz en vivo. "Sabiendo lo mucho que el jazz significa para mi padre y para Viche, decidimos incluir un quinteto de jazz en vivo organizado magistralmente por Carlos Medina. La música en directo añadió una atmósfera sofisticada y relajada, permitiendo que todos disfrutaran y se sumergieran en la magia del momento".
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Ya como marido y mujer, la pareja no podía abrir el baile con otra melodía que no fuera la de 'La Vie en Rose', "la misma canción con la que Viche me propuso matrimonio en París. Fue un momento cargado de significado y emoción, donde cada nota y cada paso nos transportaron de vuelta a aquel mágico instante en el Río Sena. Bailar juntos esa cancion hizo que todo se sintiera aún más especial. Después de nuestro íntimo y conmovedor primer baile, la atmósfera se transformó con la energía vibrante de Lalalaband, una increíble banda de rock 'n' roll. Tan pronto como comenzaron a tocar, todos y cada uno de los invitados se dejaron llevar por la música, llenando la pista de baile con su entusiasmo y alegría desbordantes".
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Nos despedimos con las recomendaciones de Rosa Aparici para futuras novias. "Mi consejo es que disfruten de cada instante, porque el tiempo vuela en un día tan especial. Que no se obsesionen con los pequeños detalles; al final, lo más importante es sentirse cómodas y felices. Darse el lujo de saborear cada momento y en compartir esa alegría con cada uno de sus invitados. Eso es lo que realmente hace que el día de la boda sea inolvidable".
Cuando has crecido rodeada de artesanos, es normal que tu vida sea un reflejo y una extensión de lo vivido. Rosa Aparici, nieta del fallecido empresario Maximiano Aparici, fundador de Cerámicas Aparici, un referente en el diseño y fabricación de azulejos, e hija de Maximiano Aparici, actual CEO junto a su tío Ricardo, decidió seguir el camino familiar y transformar ese legado en una carrera como arquitectura. "Completé mi carrera en arquitectura y trabajé durante cuatro años en Hong Kong. Luego, a raíz de la pandemia, regresé a España, donde aproveché para hacer un máster en digitalización de empresas en Madrid. La tecnología siempre ha sido una pasión para mí, y este conocimiento ha enriquecido mi trabajo como arquitecta", cuenta para Vanitatis.