La novia cañera que se casó con una original chaqueta repleta de imperdibles y un dos piezas 'made in Spain' el día de su boda

Tantas y tantas novias a lo largo de la temporada, y pocas que sean diferentes y rompedoras. Ana puede jactarse de ser una de ellas. Ella y su novio de toda la vida, Pablo, se casaron el pasado 28 de septiembre en Valladolid y su look nupcial ya es viral.

Para su boda, Ana llamó a las puertas del taller de Baro Lucas, la firma de moda fundada por Álvaro Lucas que viste tanto a novias como a invitadas y entre tanto, a muchas celebrities nacionales para las alfombras rojas. El outfit de Ana, al igual que los que llevan Nieves Álvarez, Patricia Conde, Belén Rueda o Nathalie Poza, pasará a la historia.

"Nos presentó una amiga en común un 28 de agosto, de ahí la elección de la fecha del enlace, hace 14 años. Pese a no vivir en la misma ciudad, nunca perdimos el contacto y no empezamos a salir formalmente hasta hace 4 años y medio, que el teletrabajo de Pablo lo permitió. La petición de mano fue genial, en octubre de 2021, mientras desayunábamos en casa, por lo que no me lo esperaba en absoluto".

Como adelantábamos, Pablo y Ana fijaron su enlace para el 28 de septiembre de 2024. ¿El lugar elegido? El Monasterio de la Santa Espina en Valladolid. "Se trata de un sitio especial para ambos, pese a que ninguno de los dos somos de esa ciudad", confiesa la novia.

Sin la ayuda de un equipo de wedding planner, la pareja organizó y planificó cada detalle de su boda. "Resultó ser como lo habíamos imaginado. Con la música como temática y poniendo el foco en nuestros invitados. Dedicamos mucho tiempo a preparar detalles personalizados para cada uno".

Mientras Pablo y Ana ponían en marcha el enlace, la novia dedicó sus esfuerzos en el look que llevaría ese día. "Conocía el trabajo de Baro Lucas a través de redes sociales y lo venía siguiendo desde hace un par de años, todo a través de noticias y personas en común, ya que no me abrí una cuenta de Instagram hasta la petición de la mano".

Sin una idea clara de cómo quería que fuese su vestido de novia, "nunca me había imaginado de blanco, aunque tenía dos premisas: la primera, que fuera un atuendo cómodo y la segunda, que tuviera opción más de una vida, de ahí que creásemos un segundo look con pantalón", adelanta.

Para el día de su boda, Ana colgó cuatro prendas de Baro Lucas en el armario: un top, una falda, un pantalón y una chaqueta, la joya de la corona de su puesta en escena nupcial. Un modelo muy original repleto de imperdibles con perlas que sería el protagonista. Así, y según iba avanzando la celebración, la novia podría ir cambiando de imagen y de look a su antojo.

"El proceso de creación fue muy divertido. Me entendí fenomenal con Baro y su equipo, captó muy bien la idea y el diseño no se modificó a lo largo del proceso de creación, se respetó absolutamente. Me acompañaron dos amigos, por lo que cada cita en el atelier era un motivo para vernos y alargar un plan. Me sentí tan a gusto que nunca me probé ningún otro vestido de novia ni tuve otras entrevistas", cuenta Ana.

"Me gustaba mucho la idea del pantalón, pero no acompañaba al lugar del enlace, de ahí nació la idea de añadir la falda. Al principio da la sensación de ser un único vestido, pero en realidad son piezas combinables para varias opciones de look", explica.

La chaqueta estaba confeccionada en un tejido rústico, presentaba el cuello redondo, manga larga y bajo cropped. Lo más espectacular: los imperdibles dorados con perlas por todo el corte. El top que acompañó a Ana durante toda la celebración contaba con un escote halter cerrado en la espalda, cuello con unas minisolapas, mangas sisas y botonadura en la parte trasera.

Faltan dos prendas más, la falda que llevó en la ceremonia religiosa y el pantalón que se puso para el banquete y la fiesta. La falda era un modelo de talle alto con silueta sirena muy ceñido y más amplio en el bajo donde se bordaron unas rosas en 3D, se remató en cola. El pantalón era de tiro medio, tenía un cierre lateral con cremallera invisible, perneras anchas y bajo campana con una falsa abertura y botones XS.

Entramos ahora en el terreno de los accesorios. "Los zapatos fueron lo primero que compré, antes incluso de tener una idea del diseño y para el cambio, un amigo me regaló unas cuñas doradas que también son muy ponibles, no tratándose de un calzado de novia típico". Como calzado para dar sus últimos pasos de soltera y los primeros de casada, Ana se subió a las sandalias de Jimmy Choo preferidas por las novias más atrevidas: el par Sacora cuajado de perlas.

"El ramo de novia no se decidió hasta la semana previa. Tenía claro que quería que fuese sencillo y que si el vestido era poco clásico tenían que ir en sintonía. También quería flores blancas naturales. Las calas siempre me han parecido elegantes y describiendo un poco el diseño del vestido, optamos por combinar. No vi el ramo hasta la misma mañana de la boda", señala.

Las joyas cierran el outfit nupcial. Además del anillo de pedida es de Suarez, "con un topacio de color azul", Ana estrenó otras piezas. "Llevé un anillo que me regaló mi tía, también de Suarez, inspirado en la joyería vintage. Mis padres me regalaron unos pendientes largos de los años 40 con un zafiro que estaban preparados para el momento en el que me quitara la chaqueta, aunque al final no me los puse porque con la euforia y los nervios me olvidé. En la ceremonia llevé unos pendientes muy discretos porque la chaqueta tenía mucha personalidad y había que cuidar los accesorios".

Ana nos revela los detalles del look del novio. "Pablo llevaba un traje de lana fría italiana, de Pugil, en un verde muy discreto. El chaleco era reversible con un estampado para la fiesta. Llevaba el reloj de pedida que le regalé y unos gemelos sencillos, ya que el traje tampoco era fácil de combinar. El proceso de creación lo compartió con su familia y dos amigos, una de ellas dedicada al mundo de la moda. Opto por un zapato negro".

Para el día de la boda, la novia contó con la ayuda de dos expertos en maquillaje y peluquería de la zona. "Me peinaron los peluqueros de Rabel en Valladolid y me maquilló Oui novias en el monasterio, donde me vestí en compañía de los dos amigos que me acompañaron a las pruebas y esto creo que ayudó a no estar tan nerviosa esa mañana. Al altar me acompañó mi padre".

"El día pasa tan rápido que recuerdo momentos, flashes. Recuerdo el camino con mis amigos esa mañana al monasterio, la cara de mis padres y de Pablo cuando me vieron vestida y recuerdo las sonrisas de la gente. Casi no hay fotos hechas por los invitados, lo cual es buena señal, quiere decir que se lo pasaron bien y se olvidaron del teléfono".

Cuando la ceremonia religiosa llegó a su fin y Pablo y Ana ya eran marido y mujer, ellos y sus 220 invitados comenzaron los festejos en El Monasterio de la Santa Espina. Del menú y el coctel se encargó Catering de Luz, de Zamora.

"El enlace tenía una temática que era la música. Las invitaciones llevaban una pulsera diseñada por uno de nuestros amigos con la frase de 'Llévame al baile' que se podía apreciar en un bordado que pusimos en la entrada del coctel. Fue el lema de la boda y estuvo presente tanto en ese bordado como en los meseros dibujados en acuarela, donde también estaba nuestro perro. La papelería corrió de la mano de Kuramae y el trabajo fue una maravilla. El exterior se decoró con flores y bodegones".

"De la celebración destaco el momento en el que Pablo y sus amigos con los que tenía un grupo de música en la adolescencia salieron a tocar y yo a cantar con ellos. Nadie se lo esperaba y ese momento fue muy mágico. Creo que conseguimos transmitir que queríamos una fiesta pensada para ellos, que se percibiera la ilusión que nos hacía que compartieran ese día con nosotros", explica la novia.

Como canciones clave en su banda sonora, "entramos en el banquete con 'Sweet Caroline' e íbamos a abrir el baile con 'Dance me to the end of love' de Leonard Cohen, pero habíamos ensayado tan poco que el día anterior decidimos suprimir el baile".

Cerramos el álbum de boda de Ana y Pablo con la recomendación de la novia para las futuras 'bride to be'. "Disfrutar del proceso aunque parezca difícil y ese día no estar pendientes de nada, dejarse llevar porque pasa todo muy rápido. También os aconsejo no dejar el baile para última hora como me pasó a mí".