Estos son los cinco rasgos que tienen las personas que fueron malcriadas, según la psicología

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Expertos en psicología señalan que una crianza sin límites claros puede generar efectos perjudiciales en el comportamiento infantil, moldeando futuros adultos con serias dificultades para relacionarse de manera sana y empática. Según el portal especializado 'Rincón de la Psicología', los niños malcriados presentan rasgos egocéntricos y una gran falta de consideración hacia los demás. Estas actitudes, si no se corrigen a tiempo, tienden a arraigarse y a manifestarse en comportamientos complejos en la edad adulta, generando problemas en su vida personal y profesional.

La psicóloga especializada en psicología positiva, Reena B. Patel, indica que cuando los padres no establecen límites adecuados, los niños aprenden a priorizar sus deseos sin asumir responsabilidades. Este enfoque puede conducir a la intransigencia, convirtiéndolos en adultos inflexibles que esperan que todo ocurra en sus propios términos, sin disposición a negociar o buscar compromisos.

Desde su perspectiva, creen que sus deseos deberían cumplirse sin cuestionamiento alguno, y ante el primer obstáculo, su tendencia es rechazar cualquier esfuerzo de adaptación o cambio. Esta actitud limita su capacidad para resolver conflictos y dificulta la construcción de relaciones saludables en su entorno.

La falta de límites también afecta su capacidad de comunicación. Cuando a un niño se le permite actuar sin considerar a los demás, es probable que crezca sin habilidades para escuchar ni para expresar sus necesidades de forma asertiva, lo que afecta sus relaciones adultas. La Dra. Denitrea Vaughan, psicóloga de 'Thriveworks', afirma que esta carencia hace que los adultos resultantes sean demandantes y egocéntricos en sus interacciones, sin interés en cómo sus palabras o acciones pueden impactar a otros. Esta limitación puede impedir que desarrollen una comunicación eficaz, lo cual es fundamental en los vínculos laborales y familiares.

Un tercer rasgo común en adultos que no recibieron una crianza con límites es el egoísmo, un comportamiento que, según expertos, debe superarse alrededor de los seis años. Cuando esto no sucede, el niño crece pensando solo en sus necesidades y expectativas, sin tomar en cuenta las de los demás. Patel señala que estos adultos suelen actuar únicamente en función de su propio beneficio, sin empatía o interés por las emociones ajenas.

Asimismo, estos adultos malcriados suelen mostrar impulsividad y carecen de autodisciplina. Sin aprender a postergar gratificaciones o a tolerar la frustración, tienen dificultades para controlar sus emociones y tomar decisiones reflexivas. La ausencia de reglas claras durante la infancia contribuye a esta falta de autodisciplina, que se traduce en problemas para cumplir compromisos o llevar una vida equilibrada en sus responsabilidades.