Un buen uso: esto es lo que no te habían contado sobre el suavizante y los perfumadores de ropa
El suavizante tiene su lugar en la lavandería, pero entender cómo y cuándo usarlo es clave para maximizar sus beneficios
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Lavar la ropa parece una tarea sencilla, pero esconde una ciencia compleja que, al entenderla, puede ayudarnos a optimizar resultados, ahorrar dinero y proteger el medioambiente. Uno de los productos más comunes en esta rutina, el suavizante para la ropa, tiene una química fascinante que explica por qué deja nuestras prendas suaves y perfumadas. Sin embargo, también revela que, en muchos casos, lo usamos mal o incluso de forma innecesaria.
Para entender la función del suavizante, primero debemos saber por qué la ropa recién lavada puede sentirse rígida. Esto se debe a los enlaces de hidrógeno en las moléculas de celulosa presentes en tejidos como el algodón. Cuando la ropa está mojada, esos enlaces se rompen, dando una sensación de suavidad. Sin embargo, al secarse, los enlaces se reestablecen, y dependiendo del método de secado, esto puede hacer que la ropa quede más rígida o suave.
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El secado al aire, por ejemplo, tiende a formar enlaces más fuertes y numerosos, lo que hace que la ropa se sienta más áspera. Por otro lado, el secado a máquina rompe constantemente esos enlaces debido al movimiento, dejando las prendas más suaves pero a costa de generar electricidad estática y desgaste en las fibras.
El suavizante para la ropa combate tanto la rigidez como la electricidad estática. En sus inicios, este producto contenía una mezcla de jabón, agua y aceites. Hoy, sus fórmulas son más avanzadas, empleando moléculas como los cationes de amonio cuaternarios (quats). Estas moléculas tienen una parte hidrofílica que penetra en las fibras y una parte hidrofóbica que las recubre, logrando suavidad y reducción de la estática.
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Sin embargo, no todo es positivo. Algunos quats, como el DHTDMAC, se degradaban muy lentamente y suponían un problema medioambiental. Aunque fueron reemplazados por otros como el esterquat, más biodegradables, estos pueden reducir la capacidad de absorción de ciertas prendas, como las toallas.
El suavizante puede recubrir las fibras de las toallas con una capa hidrofóbica, disminuyendo su capacidad de absorción. Si queremos que nuestras toallas sequen correctamente, lo mejor es evitar el suavizante y optar por alternativas naturales, como vinagre de limpieza. Mezclar el suavizante con el detergente es un error común. Estos productos tienen cargas opuestas (catiónica y aniónica) que pueden interactuar y formar residuos no deseados. Lo ideal es añadir el suavizante durante el ciclo de enjuague final para maximizar su efectividad. Aunque algunos recurren a perfumadores en lugar de suavizantes, estas alternativas pueden causar alergias o irritaciones en personas con piel sensible debido a los químicos que contienen.
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