Cuando suben las temperaturas y el calor aprieta, la mayoría de las personas tienden a incrementar su consumo de agua, casi como un acto reflejo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Frontiers in Nutrition ha revelado que, aunque sí se bebe más líquido durante el verano, esto no siempre es suficiente para mantener una hidratación adecuada.
La investigación, realizada con jóvenes adultos en China a lo largo de un año, mostró que los participantes aumentaron su ingesta diaria de agua en verano en unos 116 mililitros respecto al invierno, pero aun así sus niveles de hidratación fueron peores. Los biomarcadores analizados —como la densidad urinaria y la osmolalidad— reflejaron una mayor deshidratación en los meses más cálidos. De hecho, solo el 38 % de los participantes alcanzaron un estado óptimo de hidratación en verano, frente al 62 % que lo logró en primavera.
Beber un vaso de agua contribuirá a una buena hidratación. (Pexels)
Este fenómeno no es exclusivo de Asia. Estudios realizados en Europa también muestran que la gente tiende a beber menos agua en invierno, aunque durante el verano, a pesar de beber más, muchas veces no compensan las mayores pérdidas por sudoración y calor ambiental. Además, la sensación de sed no es un indicador suficientemente fiable, ya que suele aparecer cuando el cuerpo ya ha empezado a deshidratarse. Por tanto, los expertos recomiendan mantener una ingesta constante de agua a lo largo del día, sin esperar a sentir sed, tanto en verano como en invierno.
En cuanto a la cantidad recomendada, organismos como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aconsejan consumir entre 2 y 2,5 litros de agua diarios para mujeres y entre 2,5 y 3 litros para hombres, incluyendo tanto líquidos como el agua contenida en los alimentos.
Es recomendable beber agua antes de un análisis de sangre. (Pexels)
En épocas de calor extremo o durante el ejercicio físico, esta cifra debe incrementarse. La pérdida de líquidos no solo se produce por el sudor; también respiramos y orinamos más en ambientes calurosos o secos, lo que acentúa la necesidad de reponer líquidos con mayor frecuencia.
Los expertos también ofrecen algunas pautas para mantener una buena hidratación. La primera es no esperar a tener sed para beber. En segundo lugar, controlar el color de la orina: si es clara, indica buena hidratación; si es oscura, puede ser señal de déficit de agua. Durante la actividad física, se recomienda beber entre 200 y 250 mililitros cada 15 o 20 minutos. También es útil incorporar alimentos ricos en agua, como frutas y verduras, y considerar bebidas con electrolitos —como las deportivas o el agua de coco— en caso de pérdida elevada de sales minerales.
Cuando suben las temperaturas y el calor aprieta, la mayoría de las personas tienden a incrementar su consumo de agua, casi como un acto reflejo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Frontiers in Nutrition ha revelado que, aunque sí se bebe más líquido durante el verano, esto no siempre es suficiente para mantener una hidratación adecuada.