El truco definitivo para conservar el melón y la sandía sin que pierdan sabor ni se estropeen rápido
Poder seguir disfrutando de estas frutas de verano sin desperdiciarlas, mantenerlas jugosas y con mucho sabor es muy fácil si sigues este consejo
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Melón y sandía son sinónimo de verano. Estas frutas tan refrescantes, ricas en agua y con un sabor dulce que alivia el calor, suelen ocupar un lugar destacado en la nevera durante los meses más cálidos. Sin embargo, su gran tamaño y su contenido acuoso hacen que, una vez abiertas, se estropeen con facilidad si no se conservan bien. La buena noticia es que existen formas sencillas de alargar su vida útil sin que pierdan su textura ni su sabor.
Si la pieza está entera y sin cortar, lo más recomendable es dejarla a temperatura ambiente, en un lugar fresco, seco y alejado de la luz directa. Solo conviene meterla en la nevera un par de horas antes de consumirla para que esté bien fresca sin que se vea afectado su sabor. El frío constante cuando aún no está abierta puede alterar su maduración natural y hacer que pierda parte de su dulzor.
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Una vez se ha cortado, la forma de almacenarla marca la diferencia. Lo primero es cubrir bien la parte abierta para evitar que entre aire, se reseque o absorba olores de otros alimentos. Aquí entran en juego dos trucos muy eficaces. El primero es envolver la superficie con papel film bien ajustado o colocar la fruta boca abajo, apoyando el corte contra un plato o recipiente. Esta última opción ayuda a retener la humedad y evita que se oxide tan rápido.
Cuando la fruta ya está troceada, lo mejor es colocar los pedazos en recipientes herméticos o bolsas de conservación. Así se evita la pérdida de agua y se mantiene la frescura. Si se trata de melón, es preferible no retirar las semillas hasta el momento de servirlo, ya que ayudan a conservar la humedad de la pulpa.
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Otro detalle importante es la temperatura del frigorífico. Para conservar bien el melón y la sandía ya abiertos, se recomienda mantenerlos entre 2 y 5 grados. En esas condiciones, se pueden consumir durante unos tres o cuatro días sin que pierdan calidad.
Y si ves que no vas a consumir toda la fruta a tiempo, congelar los trozos es una alternativa muy práctica. Puedes usarlos más adelante para preparar smoothies, sorbetes caseros o incluso para enfriar bebidas sin aguar el contenido.
Melón y sandía son sinónimo de verano. Estas frutas tan refrescantes, ricas en agua y con un sabor dulce que alivia el calor, suelen ocupar un lugar destacado en la nevera durante los meses más cálidos. Sin embargo, su gran tamaño y su contenido acuoso hacen que, una vez abiertas, se estropeen con facilidad si no se conservan bien. La buena noticia es que existen formas sencillas de alargar su vida útil sin que pierdan su textura ni su sabor.