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Gabriel Rolón, psicoanalista: "Todos somos muy inseguros y entonces cualquier cosa nos pone a la defensiva"
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Gabriel Rolón, psicoanalista: "Todos somos muy inseguros y entonces cualquier cosa nos pone a la defensiva"

La inseguridad ha sido el punto débil de nuestras relaciones: una fragilidad que nos ha llevado a reaccionar a la defensiva ante cualquier gesto o palabra mínima

Foto: Gabriel Rolón (EFE)
Gabriel Rolón (EFE)

En las relaciones humanas ya se ha demostrado que lo más frágil no era el amor ni la amistad en sí, sino la manera en la que cada persona había interpretado las palabras y gestos del otro. Una pregunta formulada sin malicia, un comentario que apenas pretendía ser una broma o incluso un simple silencio habían desencadenado conflictos que después resultaban difíciles de comprender. Lo cotidiano, lo que parecía inocuo, se ha transformado en terreno fértil para discusiones.

Ese fenómeno ha sido el eje de la reflexión de Gabriel Rolón, uno de los psicoanalistas más reconocidos en el ámbito de la psicología argentina y una figura que ha ganado gran popularidad en el mundo hispanohablante. Durante una conversación, el especialista ha puesto en evidencia hasta qué punto la inseguridad condiciona la manera en que nos vinculamos.

Rolón ha sostenido que el amor y la amistad solo pueden sostenerse si se acepta que el otro se equivoca, de la misma manera que nosotros mismos nos hemos equivocado infinidad de veces. “Parece que el amor y la amistad requieren que a veces podamos comprender que el otro también se equivoca, como si nosotros no nos hubiéramos equivocado nunca”, explicaba.

El psicoanalista apunta a un núcleo común en estos desencuentros: la vulnerabilidad personal. “Todos hemos sido muy inseguros y tenemos una personalidad débil, entonces cualquier cosa nos pone a la defensiva”, afirmaba. Esa susceptibilidad permanente ha llevado a que una observación mínima se interprete como un juicio global sobre la propia valía. “Si alguien te dice que tu pregunta ha sido una tontería, lo tomas como un ataque a todo tu ser. Ya piensas: ‘¿Qué me estás tratando de estúpido?’”, ejemplifica.

placeholder Amistades de la infancia: ¿por qué ya no sentimos conexión? (Pexels)
Amistades de la infancia: ¿por qué ya no sentimos conexión? (Pexels)

En su análisis, Rolón ha mostrado cómo esa reacción inmediata era en realidad un mecanismo de defensa desproporcionado. La persona, en lugar de detenerse a pensar en el contexto, había proyectado su propia inseguridad sobre el comentario ajeno. De esta manera, lo que comenzaba como una diferencia trivial acababa escalando en un enfrentamiento personal. “Uno empezaba a recordar lo que había hecho, lo que había estudiado, la carrera que había seguido, como si todo su recorrido vital se pusiera en cuestión por una sola frase”, describía.

El trasfondo, según el psicoanalista, está en una amenaza percibida constantemente. No era que el otro quisiera herirnos de manera consciente, sino que nosotros sentimos cualquier observación como una desvalorización. Esa tendencia ha generado vínculos más frágiles, marcados por la necesidad de reivindicarse a cada paso.

placeholder Hay formas de detectar si una relación de amistad es tóxica. (Pexels/ Arthur Brognoli)
Hay formas de detectar si una relación de amistad es tóxica. (Pexels/ Arthur Brognoli)

El psicoanalista plantea que aceptar los errores del otro no implica resignación ni debilidad, sino un acto de madurez emocional. Hemos necesitado, según él, entender que las relaciones no se han roto por los desaciertos, sino por la manera en que los sobredimensionamos. Esa perspectiva, decía, abre la puerta a vínculos más estables y menos dramáticos, donde la confianza se construye no sobre la perfección, sino sobre la capacidad de tolerar la imperfección del otro.

En las relaciones humanas ya se ha demostrado que lo más frágil no era el amor ni la amistad en sí, sino la manera en la que cada persona había interpretado las palabras y gestos del otro. Una pregunta formulada sin malicia, un comentario que apenas pretendía ser una broma o incluso un simple silencio habían desencadenado conflictos que después resultaban difíciles de comprender. Lo cotidiano, lo que parecía inocuo, se ha transformado en terreno fértil para discusiones.

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