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Tahití, 220 años después del motín del Bounty
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Tahití, 220 años después del motín del Bounty

Fue el 28 de abril de 1789. La navegación del océano Pacífico por los barcos ingleses estaba siendo dura y complicada. Las tempestades impedían en muchas

Foto: Tahití, 220 años después del motín del Bounty
Tahití, 220 años después del motín del Bounty

Fue el 28 de abril de 1789. La navegación del océano Pacífico por los barcos ingleses estaba siendo dura y complicada. Las tempestades impedían en muchas ocasiones seguir las rutas establecidas y eso mismo pasó con el HMAV Bounty, un velero armado británico que debía viajar hasta Tahití para recoger los frutos del pan (alimento que se daba a los esclavos de las plantaciones de caña de azúcar). Las inclemencias del tiempo lo mantuvieron en puerto durante meses y para cuando por fin se pudo zarpar la tripulación, que se había hecho a las costumbres locales, optó por rebelarse frente a su capitán y quedarse en esta remota zona del mundo, las islas del Pacífico sur.

 

Aún hoy es posible recorrer Tahití y descubrir los escenarios en los que ocurrió la rebelión. A la salida de la capital, Papeete, si bordeamos la costa nororeste acabaremos llegando a Arue. En esta localidad se encuentra el museo del escritor James Norman Hall, el hombre que con su novela Rebelión a bordo convirtió en leyenda lo que hasta entonces sólo era historia.

No hay que moverse demasiado. Cerca de Arue se encuentra el mirador de Tahara, una atalaya privilegiada que ofrece una espectacular vista de la isla de Moorea y la bahía de Matavai. Fue aquí donde se rodaron las escenas marinas de Motín a bordo, película que protagonizó otro enamorado de esta tierra, Marlon Brando. Versiones literarias o cinematográficas del motín del Bounty ha habido muchas: desde el poema The Island de Lord Byron hasta películas con estrellas como Errol Flynn, Charles Laughton, Clark Gable o Anthony Hopkins.

Precisamente con Brando tiene mucho que ver una de las siguientes paradas: el atolón de Tetiaroa, a 42 kilómetros de Tahití, que fue cedido por 99 años al actor estadounidense como un regalo y que en 2010, si todo sale como está previsto, se convertirá en un complejo ecológico de 40 bungalows a precio de lujo (entre 50 y 100 millones de dólares).

La ruta por los vestigios del Bounty en Tahití no puede obviar el Point Venus: bautizado así por James Cook, que lo eligió como el lugar idóneo para estudiar el paso del planeta Venus ante el sol en 1769, fue el lugar por donde el barco capitaneado en principio por William Bligh arribó por primera vez a la costa tahitiana. Junto al único faro de la isla se halla un monolito que recuerda este momento.

Mientras paseamos por la isla nos encontraremos una y mil veces con los famosos frutos del árbol del pan, objeto del deseo de los navegantes británicos que tuvo tanto que ver en la historia que nos ocupa y que se despliegan por el cercano valle de Papeeno.

La tripulación del Bounty se cansó de esperar por los frutos del pan y para cuando éstos ya estaban maduros, la mitad de la población se había hecho tanto a Tahití que incluso algunos de sus miembros (como el primer oficial Fletcher Christian) se habían casado con mujeres locales. Veinte días después de zarpar rumbo al Caribe un grupo de hombres siguió a Christian en su decisión de amotinarse embarcando al capitán y sus leales en un bote con una vela, un sextante y un reloj. Tras navegar por las proximidades, Christian y sus hombres localizaron la isla de Pitcairn, donde decidieron ocultarse aprovechando que las cartas de navegación contenían un error sobre su ubicación. Si no lo hacían habrían sido ajusticiados.

Desde entonces esta pequeña isla, que actualmente se encuentra bajo soberanía británica, acoge a los escasos descendientes de aquellos marineros: aunque en algunos momentos ha llegado a superar las dos centenas, en 2007 tenía una población estimada de 48 personas. La emigración a Nueva Zelanda y unos oscuros casos de abusos sexuales constantes a los que eran sometidas las niñas a partir de los siete años amenazan con acabar con su sociedad, aunque esa es otra historia...

Fue el 28 de abril de 1789. La navegación del océano Pacífico por los barcos ingleses estaba siendo dura y complicada. Las tempestades impedían en muchas ocasiones seguir las rutas establecidas y eso mismo pasó con el HMAV Bounty, un velero armado británico que debía viajar hasta Tahití para recoger los frutos del pan (alimento que se daba a los esclavos de las plantaciones de caña de azúcar). Las inclemencias del tiempo lo mantuvieron en puerto durante meses y para cuando por fin se pudo zarpar la tripulación, que se había hecho a las costumbres locales, optó por rebelarse frente a su capitán y quedarse en esta remota zona del mundo, las islas del Pacífico sur.