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Letizia sorprende a los comensales de Arzábal
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Letizia sorprende a los comensales de Arzábal

Son las diez de la noche de este jueves. Frente al Parque de El Retiro, en la calle Menéndez Pelayo, cuatro mujeres entran en uno de los

Foto: Letizia sorprende a los comensales de Arzábal
Letizia sorprende a los comensales de Arzábal

Son las diez de la noche de este jueves. Frente al Parque de El Retiro, en la calle Menéndez Pelayo, cuatro mujeres entran en uno de los restaurantes de moda de la capital, Arzábal. Con la barra hasta la bandera, se sientan en una mesa reservada. Instantes después, otra mujer con cazadora de cuero negra, vestido del mismo color, pendientes de brillantes y un pequeño bolso de mano, se une a sus amigas.

La tensión y el ritmo entre el servicio aumenta cuando las miradas del resto de los clientes descubren que tras ese moño bajo que da la espalda a la barra del restaurante se esconde el rostro de la princesa Letizia. Algunos esperan que tras ella aparezca el príncipe Felipe, pero no. Se trata de una distendida cena entre amigas.

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Álvaro Castellanos e Iván Morales, los dos jóvenes propietarios de este local que abrió sus puertas en 2009, sorprendidos por la presencia de la Princesa, se percatan de que esa mesa no es el lugar adecuado para la futura reina de España. Demasiado expuesta a las miradas del resto de comensales. La reacción de los dueños es tan rápida que en apenas diez minutos sacan a Letizia y a sus amigas, con sus escoltas siguiendo sus pasos, del local. A escasos veinte metros, Arzábal tiene otro establecimiento, el que les vio nacer hace ahora cuatro años, en la calle Doctor Castello, más pequeño y con una docena de mesas. La Princesa y sus amigas están aquí más protegidas de las miradas de los clientes curiosos.

Anchoas del cantábrico, sartén de huevos rotos con trufa o croquetas de ibérico con leche de cabra son algunos de los platos estrella de Arzábal, junto con el pan de aceitunas acompañado de un cubo de mantequilla artesanal, algo que, viendo la excesiva delgadez de Letizia, es difícil que probara.

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Letizia continúa explotando esa parcela de privacidad que, dicen, pidió al príncipe Felipe cuando los actos públicos marcados en la agenda oficial llegaran a su fin. Esta vez, la Princesa compaginó a la perfección su deber como miembro de la Familia Real con sus momentos de ocio. Horas antes de esta cena, presidió a las 19:30 h., en el Auditorio Nacional, el concierto conmemorativo organizado por la Fundación Luca de Tena, que promueve un programa de apoyo a periodistas desempleados frente a la crisis del sector. Nada más salir de allí, sin tiempo para cambiarse de ropa, Letizia intentó, cubriéndose con una chaqueta de cuero, dar un toque más casual al look que llevaba: un little black dress asimétrico de Hugo Boss, clutch de la misma firma y salones nude de Magrit.

Las salidas sin Felipe

Cada vez es más común ver a la princesa haciendo planes sin su marido los fines de semana, especialmente los viernes. Sin embargo, y como Vanitatis ha podido saber, parece que a Letizia no le importa trasnochar entre semana.

Muchas han sido las ocasiones en las que ha salido con sus amigas a comer o, incluso, de viaje durante varios días. Su pasión por la música -ya ha visto a Amaral, The Killers o a Bon Jovi, por ejemplo - le hizo escoger entre el concierto de Los Planetas antes que acudir al bautizo del hijo de Álvaro Fuster, amigo íntimo del príncipe Felipe.

Sorprendente también fue su salida por el centro de Madrid hasta las altas horas de la madrugada coincidiendo con el viaje que Felipe hizo a Venezuela para asistir al funeral de Hugo Chávez. Sin embargo, esta no fue la primera vez que Letizia hace algo parecido. Fue vista en un conocido local del Paseo de la Castellana de Madrir horas antes de que el Príncipe presidiera el funeral por el último soldado muerto en Afganistán. Está claro que ese espacio de intimidad y esparcimiento, es intocable. Hasta ahora.

Son las diez de la noche de este jueves. Frente al Parque de El Retiro, en la calle Menéndez Pelayo, cuatro mujeres entran en uno de los restaurantes de moda de la capital, Arzábal. Con la barra hasta la bandera, se sientan en una mesa reservada. Instantes después, otra mujer con cazadora de cuero negra, vestido del mismo color, pendientes de brillantes y un pequeño bolso de mano, se une a sus amigas.