La desconocida y trágica historia de la otra Lady Diana Spencer (la del siglo XVIII)
Un documental de la BBC dio a conocer la existencia de una antepasada de la princesa del pueblo que al igual que ella tuvo una existencia llena de desdichas
En el imaginario común Lady Di solo ha habido una y solo una existirá durante muchos muchos años. La figura de la princesa de Gales ha trascendido más allá de su existencia hasta convertirse en leyenda. Pocos personajes de la historia reciente han despertado el interés que ella genera, al punto de que 25 años después de su fallecimiento seguimos hablando (y escribiendo) sobre ella. Nosotros mismos somos un perfecto ejemplo y usted, que lee estas líneas, otro.
Sin embargo, mucho antes de que naciera Lady Diana Spencer hubo otra Lady Diana Spencer que compartió con ella no solo el nombre, sino también un destino trágico. Las dos Dianas están separadas por una línea temporal de aproximadamente 700 años.
Nacida en 1710, Lady Diana Spencer fue la antepasada de la princesa fallecida en París hace dos décadas. La Lady Di del XVIII era alta, guapa y amante de la música (como la Diana del siglo XX). Su origen cumplía con todos los requisitos para convertirla en la esposa perfecta de cualquier aristócrata, pero estaba reservada para el príncipe de Gales.
Una serie de catastróficas desdichas
Aunque todo parecía indicar que su existencia sería plácida y feliz, el destino le tenía deparado otro final. De hecho, las desgracias empezaron a muy temprana edad y el halo de mal fortunio fue tal que su nombre no volvería a ser usado en la familia hasta 190 años después, con el nacimiento de la madre de Guillermo y Harry.
La primera Diana fue la menor de los cinco hijos que tuvieron Ana y Carlos, conde y condesa de Sunderland. La pequeña Di (como la llamaban) se quedó sin madre cuando tenía 6 años. Algo similar le ocurrió a la mujer del príncipe Carlos, solo que la de la Diana contemporánea no murió sino que se divorció, una ruptura un tanto menos trágica, pero igualmente drástica para la princesa porque sus caminos se distanciaron al punto que, según el mayordomo de Lady Di, la mala relación entre ambas provocó sus problemas de anorexia.
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El padre de la primera Diana se volvió a casar y tuvo otros tres hijos que fallecieron en la infancia, y él mismo fallecía cuando ella tenía 12 años. Poco tiempo después, también su abuelo perdía la vida, así que ella se quedó bajo la tutela (y ojo al dato) de Sarah Churchill, duquesa de Marlborough y 'amiga entrañable' de la reina Ana de Inglaterra (los que hayan visto 'La favorita' saben de lo que hablamos). Diana era su nieta preferida.
La joven que pudo ser princesa
El papel social y económico de su abuela y el hecho de que la Diana del XVIII resultara una joven atractiva la convirtieron en una de las novias más codiciadas del país. Por aquel entonces la monarquía británica no era tan boyante como lo es ahora (la reina Isabel II posee una de las mayores fortunas del mundo) y los matrimonios de conveniencia eran una buena solución para las partes.
Aprovechando que Federico, príncipe de Gales e hijo mayor del rey, acumulaba una gran deuda, la duquesa ofreció una importante suma para que accediera a casarse con su nieta en una ceremonia secreta. El plan fue truncado por el Gobierno, que prefería que el futuro rey se casara con una europea: la princesa Augusta de Sajonia-Gotha. Así que la Diana del XVIII, a diferencia de la del XX, no llegó a desposar al príncipe de Gales y finalmente contraería matrimonio con Lord John Russell, convirtiéndose en los duques de Bedford.
Tampoco corrieron la misma fortuna con la maternidad: mientras que 'nuestra' Diana tuvo dos hijos, Harry y Guillermo (que posiblemente llegue algún día al trono), la 'otra' no llegó a disfrutar de la suya: su primer hijo nació prematuro y murió un día después del bautizo por un accidente de carruaje. El segundo no alcanzó a nacer y en el tercer embarazo la duquesa contrajo la tuberculosis y falleció con 25 años.
Tres décadas después de su muerte, en 1765, el rey Jorge III creó el título de conde Spencer. Desde ese primer conde hasta el 8º, los Spencer no volvieron a ponerle Diana a ninguna niña hasta el 1 de julio de 1961, año en el que nacía en Sandringham, Inglaterra, la futura princesa de Gales y uno de los iconos del siglo pasado.
En el imaginario común Lady Di solo ha habido una y solo una existirá durante muchos muchos años. La figura de la princesa de Gales ha trascendido más allá de su existencia hasta convertirse en leyenda. Pocos personajes de la historia reciente han despertado el interés que ella genera, al punto de que 25 años después de su fallecimiento seguimos hablando (y escribiendo) sobre ella. Nosotros mismos somos un perfecto ejemplo y usted, que lee estas líneas, otro.