Un año del único acto en solitario de Kate y Meghan: ¿recuperarán esa química?

Un doble 6-3 era el resultado por el que Serena Williams sucumbía en la final femenina de Wimbledon del año pasado, ante Angelique Kerber. Una auténtica 'paliza' para la gran amiga de la duquesa de Sussex, que estaba presente en las gradas del All England Tennis Club acompañada por su cuñada, Kate Middleton.

Eran otros tiempos y, aunque aún no se había acuñado el término de los Fabulosos 4, con el que se bautizó a los dos matrimonios, los Cambridge y los Sussex, se fantaseaba con la posibilidad de que entre ambas cuñadas hubiera una relación excelente, algo que doce meses después nadie puede dar por hecho. Más bien al contrario, si nos atenemos a los incesantes artículos que aparecen en la prensa británica y a algunos hechos significativos, como el que hayan dejado de trabajar juntos en The Royal Foundation, la organización benéfica a la que estaban vinculados los cuatro.

[LEE MÁS: Kate Middleton y Meghan Markle, dos cuñadas, dos estilos, en Wimbledon]

Aquella comparecencia en el templo de tenis sobre hierba fue también interpretada en términos de glamour y, en efecto, tanto Meghan Markle como Kate Middleton estaban perfectas. La mujer del príncipe Harry estaba guapísima con unos pantalones palazzo blancos y una blusa de rayas bicolor de Ralph Lauren, mientras que Kate elegía un vestido de Jenny Packham, blanco con un discreto estampado negro. Si de una competición se hubiera tratado, o de un 'duelo de glamour', nadie se decantó con contundencia respecto a una u otra.

Corrían, como decimos, tiempos de entendimiento entre ambas y podía interpretarse, entre comillas, que Kate era la anfitriona de Meghan, en el sentido de que ella llevaba muchos más años vinculada a los Windsor, mientras que la que fuera protagonista de la serie 'Suits' era casi una 'princesa por sorpresa', si se nos permite esta alusión cinematográfica a la saga fílmica protagonizada por Julie Andrews y Anne Hatthaway.

Wimbledon ya está en juego y la gran pregunta que nos hacemos es si volverá a producirse en las rondas finales del tercero de los Grand Slam del año una comparecencia de estas características. O tal vez encuentren una ocasión de volver a reunir a los dos matrimonios, en unas circunstancias en las que sus caminos por el lugar que ocupan en la línea sucesoria Guillermo y Harry se bifurcan cada vez más.

Los Sussex viven en Frogmore Cottage, ahora objeto de polémica por el presupuesto de la reforma a la que han sometido a su nueva residencia, mientras que los Cambridge siguen establecidos en Kensington Palace, pero más allá de la distancia física que hay entre ambas parejas, parece que hay otras más simbólicas. Aún así, como dicen los comentaristas deportivos, no hay que dar una pelota por perdida, porque siempre hay partido por delante...