Felipe VI, la mejor baza para la regata (en peligro) que más turismo atrae

La Copa del Rey de Vela es uno de los acontecimientos deportivos más importantes en el circuito internacional de este deporte náutico en el que el rey Felipe VI es uno de los participantes.

Falta una semana para que se decida si por fin se celebra, como todo los años, a principios de agosto. Las fechas que ya estaban previstas antes de que apareciera la pandemia del coronavirus en el mundo eran del 1 al 8 de ese mes.

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Por ahora todos los implicados en este evento continúan trabajando a la espera de que el Consejo Superior de Deportes marque las condiciones para que pueda seguir adelante. Y una vez que sean aprobadas las condiciones sanitarias, será el comité organizador de la Copa del Rey quien evalúe el informe.

“Esta semana es decisiva. Es la fecha límite para preparar la regata. Hay que tener en cuenta que el setenta por ciento de los participantes vienen de fuera y por lo tanto tendrán que estar normalizados los vuelos, los hoteles y todo aquello que es imprescindible para que funcione. Este lunes hemos entrado en la fase 2 y ojalá podamos seguir adelante, pero ante todo tiene que primar la seguridad. La importancia de esta edición es que se convertiría en la primera competición con repercusión mundial tras la gran tragedia que ha supuesto el covid-19”, explica Alejandro Varela, jefe de Comunicación de la regata.

Las previsiones con respecto a los años anteriores serían muy parecidas. Los cinco sponsors importantes -Mapfre, BMW, Banca March, Sotheby´s y North Face- se mantienen.

Según datos facilitados por los organizadores, en esta 39 edición se darían cita en el club náutico alrededor de 30 nacionalidades, 130 embarcaciones y 2000 participantes. Unas cifras parecidas a las que rodeaban la Copa del Rey del año pasado, cuando nadie imaginaba que el coronavirus desbarataría la vida cotidiana de los ciudadanos del mundo.

El impacto económico, según datos del 2019, superaba los 19 millones de euros para la isla. De ahí la importancia que supone esta regata para el sector turístico, hotelero y restauración. En el caso de que se pueda celebrar, la presencia del rey Felipe VI serviría también para dar ese apoyo a una de las parcelas más castigadas por el estado de alarma.

La primera Copa del Rey se celebró en 1982. Durante años, esta competición marcaba el inicio del verano de la Familia Real, que se instalaba en agosto en Marivent y permanecía en el palacio hasta finales del mes.

El rey Juan Carlos, el príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina acudían todos los días al club náutico para participar en las regatas. La reina Sofía les seguía desde el Somni, el yate propiedad del armador José Cusí, que lo prestaba todos los veranos.

Desayunaban a la vista de periodistas y ciudadanos y a continuación subían a sus barcos con el resto de la tripulación.

Todo esto evolucionó cuando aparecieron los consortes. A unos les gustaba Palma y a otros, como a la reina Letizia, nada. Después llegaron otros tiempos y Marivent dejó de ser punto de encuentro familiar.

El año pasado, el rey Felipe VI participó con el barco Aifos, de la Armada, todos los días y acudió a la entrega de trofeos. La repercusión mediática, con corresponsales internacionales, que supone la presencia de los reyes, es enorme, ya que la regata es un referente mundial. El rey Harald de Noruega es uno de los participantes fijos y la prensa de su país refleja la asistencia con el consiguiente reclamo turístico de nivel para las Baleares.