Haakon y Mette-Marit de Noruega: 20 años del anuncio de compromiso que reventó el Gotha
Se cumplen dos décadas desde que el heredero noruego anunciara que su futura esposa era una joven de 27 años, madre soltera y con un complicado pasado ligado a la noche
Era un 1 de diciembre de 2000 cuando la Casa Real de Noruega anunciaba el compromiso del heredero y futuro rey con Mette-Marit Tjessem Høiby. Las reacciones negativas no se hicieron esperar. La novia tenía todos los ingredientes para que fuera carne de crítica, especialmente para los más monárquicos y puristas: era plebeya -algo que ya en ese momento no era tan importante-, madre soltera y su pasado estaba muy ligado a la noche y ciertos hábitos un tanto cuestionables. De hecho, el padre de su hijo había sido condenado por tráfico de drogas. No hizo falta mucho más para que la mayoría se echara las manos a la cabeza, ya que el príncipe Haakon estaba más que dispuesto a romper con todas las tradiciones del viejo Gotha europeo.
Así, Mette-Marit se presentaba como una joven de 27 años dispuesta a romper con su pasado y a convertirse en la princesa perfecta. No lo tuvo precisamente fácil por parte de la opinión pública, desde luego. Sus suegros, los reyes Harald y Sonia, tras el susto inicial, sí apoyaron el compromiso. De hecho, en una reciente biografía publicada sobre el monarca, este cuenta cómo las dificultades que él mismo encontró para casarse con la mujer que él deseaba -hoy la reina- le hizo prometerse que sus hijos se casarían con quien quisieran. Quizá el complicado perfil de Mette-Marit no entraba en sus planes, pero siguieron adelante. Tan bendecido estaba el noviazgo que no dudaron en que Haakon le entregara a su novia una codiciada joya familiar: el anillo de diamantes y rubíes que tanto Harald como, décadas antes su padre, el rey Olav habían ofrecido a sus respectivas prometidas.
El camino lo empezó a allanar Mette-Marit concediendo algunas entrevistas antes de su boda, que tenía lugar en agosto del año siguiente. Sus intervenciones sinceras y que sirvieron como declaración de intenciones le hicieron ganar puntos: "Yo estaba en un ambiente donde se rompen muchos esquemas y, la verdad, lo siento. He tenido experiencias por las que he pagado muy caro. Para que no haya dudas sobre mi posición hoy, me gustaría aprovechar esta oportunidad para condenar las drogas, pero por mucho que quisiera, no puedo recuperar ni cambiar el pasado". Un pasado representado en su hijo, Marius, que ha sido siempre uno más de la familia y que fue un símbolo de la ruptura total con las antiguas tradiciones, ya que se convertía en la primera consorte que llegaba al altar siendo ya madre.
Pero ni el hecho de que Harald y Sonia aceptaran el matrimonio ni el 'sí, quiero' que pronunciaron unos meses después convirtieron a Mette-Marit en la princesa perfecta que pretendía de la noche a la mañana. La opinión pública y, sobre todo, los medios se lo pusieron difícil, al seguir sacando a la luz durante mucho tiempo después detalles sobre su pasado, además de rumores recurrentes de crisis en la pareja que, 20 años después, vemos que no eran demasiado acertados. Todo lo contrario. Haakon y Mette-Marit presentaron el día que anunciaron su compromiso un frente unido que dura hasta hoy. Un frente que, sumado al trabajo de la princesa en la institución -últimamente menos intenso por su salud-, ha hecho que por fin aquella joven de pasado cuestionado sea hoy una consorte respetada y con bastante buena imagen en el país.
Era un 1 de diciembre de 2000 cuando la Casa Real de Noruega anunciaba el compromiso del heredero y futuro rey con Mette-Marit Tjessem Høiby. Las reacciones negativas no se hicieron esperar. La novia tenía todos los ingredientes para que fuera carne de crítica, especialmente para los más monárquicos y puristas: era plebeya -algo que ya en ese momento no era tan importante-, madre soltera y su pasado estaba muy ligado a la noche y ciertos hábitos un tanto cuestionables. De hecho, el padre de su hijo había sido condenado por tráfico de drogas. No hizo falta mucho más para que la mayoría se echara las manos a la cabeza, ya que el príncipe Haakon estaba más que dispuesto a romper con todas las tradiciones del viejo Gotha europeo.