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El día que la princesa Margarita renunció a su gran historia de amor ¿por voluntad?
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

El día que la princesa Margarita renunció a su gran historia de amor ¿por voluntad?

El 31 de octubre de 1955, la gran mayoría de los británicos esperaban el anuncio de compromiso matrimonial de la hermana de Isabel II, pero ocurrió todo lo contrario

Foto: La princesa Margarita, en 1958. (Getty)
La princesa Margarita, en 1958. (Getty)

Dentro de la saga familiar de los Windsor, siempre ha habido figuras controvertidas a las que les ha acompañado la polémica. La abdicación de Eduardo VIII en 1936 por amor a la plebeya Wallis Simpson, el divorcio de Lady Di y el príncipe Carlos o la espantada del príncipe Harry tras su boda con Meghan Markle son buenos ejemplos de ello.

La princesa Margarita también contribuyó a alimentar esa dosis de revuelo que cada cierto tiempo ofrece la familia real británica a sus ciudadanos.

Foto: La princesa Margarita, en una imagen de archivo. (Getty)

En este sentido, la fecha del 31 de octubre marca un momento terrible en la vida de la polémica hermana de Isabel II.

placeholder La princesa Margarita, junto a la reina Isabel en 1958. (Cordon Press)
La princesa Margarita, junto a la reina Isabel en 1958. (Cordon Press)

Era el año 1955. La princesa Margarita nunca imaginó lo que acabó diciendo aquel día a través de un comunicado: "Me gustaría hacer saber que he decidido no casarme con el capitán Peter Townsend. He sido consciente de que, sujeto a mi renuncia a mis derechos de sucesión, podría haber sido posible para mí contraer un matrimonio civil. Pero consciente de las enseñanzas de la Iglesia de que el matrimonio cristiano es indisoluble y consciente de mi deber con la comunidad, he decidido poner estas consideraciones antes que otras. He tomado esta decisión completamente sola y, al hacerlo, me he fortalecido con el apoyo y la dedicación inagotables del capitán Townsend". Con sus palabras, dio por finalizada la que durante dos años había parecido una historia de amor idílica que había encantado a los británicos.

El 2 de junio de 1953 saltaron todas las alarmas en los medios de comunicación. Era el día de la coronación de Isabel II y los periodistas presentes no pudieron evitar fijarse en un gesto de la princesa Margarita que llamó poderosamente la atención. Esta mostró tener una gran familiaridad con el capitán Peter Townsend al sacudirle de manera espontánea el uniforme.

En efecto, el amor entre Margarita y este plebeyo había florecido tiempo atrás. Él era uno de los caballerizos del rey Jorge VI y supuso un gran apoyo para aquella joven de 22 años cuando el rey murió. Ambos se habían enamorado y así se lo comunicaron, en privado, a los miembros de la familia real.

placeholder Isabel II, el día de su coronación. (Cordon Press)
Isabel II, el día de su coronación. (Cordon Press)

Pero existían varios problemas. El primero de ellos era el origen plebeyo de Townsend. El segundo, que fuera un hombre 15 años mayor que la princesa, recién divorciado y padre de dos hijos. Para la Casa Real, con la reina como cabeza visible de la Iglesia anglicana, muy estricta con la perdurabilidad del matrimonio, este hecho chocaba de lleno con lo que la monarquía representaba.

La historia adquirió todos los tintes melodramáticos de una novela que enganchó a la ciudadanía. Imposible no empatizar con una princesa que apostaba, a pesar de todo, por el amor de un plebeyo, demostrando que los sentimientos mandan por encima de las clases sociales y las normas impuestas.

Nada importó a Margarita, quien manifestó su deseo de contraer matrimonio con Townsend. Pero tanto desde el Gobierno como desde la institución monárquica comenzaron a tomarse una serie de decisiones que parecían encaminadas a boicotear esta relación.

Isabel II pidió a su hermana que esperara un año para la celebración de su deseada boda. Su coronación era muy reciente y además la reina María de Teck acababa de fallecer. No convenía en ese momento un evento de esas características que iba a convertirse (para bien o para mal) en centro de atención mundial.

placeholder Isabel II y la princesa Margarita, en una imagen de archivo. (Getty)
Isabel II y la princesa Margarita, en una imagen de archivo. (Getty)

Churchill aprovechó entonces para mandar a Townsend a Bélgica. Un distanciamiento de la pareja antes de que se produjera el enlace podía enfriar la relación.

En octubre de 1955, Townsend regresó a Londres y todos esperaban que por fin se produjera el comunicado del compromiso matrimonial entre él y la princesa Margarita. Para sorpresa de los ciudadanos británicos, que remaban en su gran mayoría muy a favor de este amor, lo que comunicó la hermana de Isabel II el 31 de octubre de ese año fue la ruptura con Townsend.

A partir de ese momento, con el paso de los años, las teorías sobre los motivos de esta decisión han oscilado entre los expertos. Algunos aseguran que la princesa Margarita rompió en contra de su voluntad y completamente enamorada de Townsend, presionada por la institución monárquica, la Iglesia y el Gobierno. Otros, sin embargo, creen que la hermana de Isabel II tomó la decisión con total libertad, imponiendo su deseo de conservar un título de realeza que habría perdido tras la boda a su amor.

placeholder La princesa Margarita y Antony Armstrong-Jones, en 1967. (Getty)
La princesa Margarita y Antony Armstrong-Jones, en 1967. (Getty)

Sea como fuere, lo cierto es que tras la ruptura, la princesa protagonizó una etapa en la que las fiestas y el alcohol estuvieron muy presentes en su vida. Fue en una de estas fiestas donde conoció a Anthony Armstrong-Jones, con el que se casaría el 6 de mayo de 1960.

Algunos medios británicos catalogaron el enlace como "la boda del despecho”, ya que muchos pensaban que Margarita seguía perdidamente enamorada de Townsend y que su enlace no era más que un capricho.

Dentro de la saga familiar de los Windsor, siempre ha habido figuras controvertidas a las que les ha acompañado la polémica. La abdicación de Eduardo VIII en 1936 por amor a la plebeya Wallis Simpson, el divorcio de Lady Di y el príncipe Carlos o la espantada del príncipe Harry tras su boda con Meghan Markle son buenos ejemplos de ello.

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