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La compleja situación del príncipe Carlos: una transición tranquila y un futuro que no llega
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

La compleja situación del príncipe Carlos: una transición tranquila y un futuro que no llega

El heredero del trono está en esa paradójica etapa en la que aún no puede brillar con luz propia, sin ser rey pero con funciones tan importantes como presidir la apertura del Parlamento

Foto: El príncipe Carlos, en la apertura del Parlamento. (Reuters/Hannah McKay)
El príncipe Carlos, en la apertura del Parlamento. (Reuters/Hannah McKay)

A lo largo de su histórico reinado de 70 años, uno de los mantras de Isabel II siempre fue el “necesito que me vean para que me crean”. Y, sin embargo, la soberana está cada vez más ausente. A sus 96 años se niega a abdicar. Pero, desde hace tiempo, el Palacio de Buckingham viene preparando una transición tranquila que este martes quedó inmortalizada con el príncipe Carlos inaugurando, por primera vez, la apertura del Parlamento británico.

La monarca tan solo se había ausentado previamente en dos ocasiones -en 1959 y 1963- al estar en avanzado estado de embarazo. Y ya no es tanto su ausencia puntual, sino la idea de que quizá nunca más podrá volver a desempeñar un compromiso con tanta relevancia constitucional. El nuevo modelo de reinado que Palacio ha instaurado en el Reino Unido no acaba de convencer: una jefa de Estado a la que es cada vez más extraño ver en público y un heredero en eterna espera. Resulta extraño. Pero es el que es, porque en todo momento el mensaje que siempre se quiere transmitir es que Isabel II sigue manteniendo las riendas.

Un trono vacío habría sido un poderoso símbolo. De ahí que Carlos se sentara en el trono del consorte, un poco más pequeño pero no menos impresionante. Vestido con el uniforme de gala de almirante de la flota, leyó las propuestas legislativas del Gobierno, con la corona del Estado imperial colocada sobre un cojín rojo en la mesa a su lado. Acompañándolo. Pero de igual manera, recordándole que a sus 73 años todavía sigue siendo 'solo' el heredero.

placeholder El príncipe Carlos, en la apertura del Parlamento. (Reuters/Alastair)
El príncipe Carlos, en la apertura del Parlamento. (Reuters/Alastair)

La duquesa de Cornualles se sentó en una silla de Estado a su izquierda, mientras que el duque de Cambridge, segundo en la línea de sucesión, se sentó a su derecha. Era la primera vez que el príncipe Guillermo acudía al acto, plasmando un poderoso mensaje de continuidad. La ausencia de la reina en un acto tan señalado obligó a invocar la sección 6 del Acta de Regencia de 1937, que prevé la “delegación” temporal de funciones por “enfermedad”. En 1811, Jorge IV fue nombrado príncipe regente cuando su padre se volvió demasiado inestable mentalmente para ejercer sus funciones.

A sus 96 años, Isabel II tiene problemas de movilidad. Pero mantiene el control de sus facultades mentales y tiene la agenda repleta con diferentes audiencias, entre ellas, la llamada semanal del primer ministro, con el que charla sobre los asuntos de Estado. Es posible que el príncipe Carlos haya asumido funciones como la colocación de la ofrenda floral en el Cenotafio, junto con la realización de investiduras y giras reales en el extranjero, pero es Isabel II quien sigue siendo jefe de las Fuerzas Armadas, gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra, fuente de Justicia y jefe de la Commonwealth.

Foto: Apertura del Parlamento británico. (Reuters/Pool/Hannah McKay)

Al cumplir 21 años se comprometió a dedicar toda su vida “ya sea larga o corta” a estar al servicio de los ciudadanos. Ha cumplido con creces, pero quizá llegó el momento de pasar el relevo. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene tener una reina a la que el pueblo no puede ver? Para los actos del Jubileo de este verano, que marcarán sus 70 años de reinado, su presencia solo se confirmará en último momento. Y en la gran mayoría de ellos será representada por el príncipe Carlos. Mientras el heredero del trono viajaba este martes por el Mall a través de Horse Guards y hacia Whitehall, al comienzo de lo que fue una ceremonia significativamente reducida, no había duda de que parte de la magia se había perdido.

La reina Isabel II. (Reuters/Toby Melville)

Quizás no ayudó que, a diferencia de años anteriores, los carruajes fueron reemplazados por automóviles y no hubo escolta del Soberano de la Caballería. Sin mencionar el hecho de que la mitad del icónico edificio gótico de Westminster permanece cubierto de andamios durante trabajos de restauración. Sí, es posible que los trompetistas estatales hicieran sonar una fanfarria real cuando el príncipe de Gales llegó a la entrada del Soberano. Pero hubo una sensación similar a la noche de apertura de un espectáculo del West End: se abría el telón solo para descubrir que el papel principal lo estaba interpretando el suplente.

Si bien no hubo nada de malo en la forma en la que leyó el discurso redactado por el Gobierno, Carlos careció de esa forma monótona característica que durante mucho tiempo ha sido emblemática de la imparcialidad resuelta de Su Majestad. En definitiva, todo se veía un poco sombrío. Pero tampoco puede ser ahora de otra forma. Carlos está en esa compleja situación en la que aún no puede brillar con luz propia. La transición tranquila está más que completada. Y, aun así, siempre hay un símbolo que le recuerda que todavía no ha llegado su momento.

A lo largo de su histórico reinado de 70 años, uno de los mantras de Isabel II siempre fue el “necesito que me vean para que me crean”. Y, sin embargo, la soberana está cada vez más ausente. A sus 96 años se niega a abdicar. Pero, desde hace tiempo, el Palacio de Buckingham viene preparando una transición tranquila que este martes quedó inmortalizada con el príncipe Carlos inaugurando, por primera vez, la apertura del Parlamento británico.

Príncipe Carlos de Inglaterra
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