El origen del palacio de Buckingham: el 'petit hôtel' del duque John Sheffield
La historia del palacio de Buckhingham todavía se sigue escribiendo, pero nada mejor que descubrir sus orígenes para aprender un poco más sobre el pasado
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Pocos son los turistas que viajan a Londres y no se dejan caer por el palacio de Buckingham. Algunos de ellos para gozar de su arquitectura, otros para visitar sus museos, muchos con la intención de disfrutar del espectáculo que supone el cambio de guardia, la gran mayoría vigilantes por si en un descuido Isabel II se deja ver, y todos ellos con la intención de disfrutar de un poquito de la historia que se respira cerca de uno de los palacios más famosos de Reino Unido.
La historia de este palacio está ligada a la de la familia real británica, igual que sucede con otras edificaciones, como el castillo de Glamis, donde el misterio y las maldiciones han ido forjando su leyenda, o el palacio de Herrenhausen, el lugar en el que los caminos de los Hannover y los Windsor se cruzaron. Convertido en la residencia real desde que pasó a sus manos, en realidad sus orígenes les preceden, pues fue construido con otra finalidad.
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Viajemos al pasado, hasta el año 1703, momento en el que John Sheffield, primer duque de Buckingham y Normanby, mandó construir un 'petit hôtel'. En contra de lo que pueda sugerirnos este nombre, el uso de esta vivienda nunca fue la de alojar visitantes, pues el término 'hôtel' no tenía el mismo significado que alberga ahora.
Así eran como se llamaban las residencias urbanas de la aristocracia, en las que se alojaban cuando estaban en la ciudad, el resto del tiempo residían en su vivienda principal, normalmente en haciendas típicas de zonas rurales. Tampoco 'petit' encaja demasiado con la realidad, pues se trataba de una pequeña mansión que estaba formada por un edificio central de tres pisos con otros dos en los laterales obra del arquitecto William Winde. En origen recibió el nombre de Buckingham House.
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En 1762, el rey Jorge III lo compró con la intención de convertirlo en la residencia privada de la monarquía. Lo hace pensando en su mujer, la reina Carlota -en quien se basa uno de los personajes de la serie ‘Los Bridgerton’-, para construir un hogar más familiar que el palacio de St James, que a pesar de que hace años que ningún monarca vive allí, continúa siendo residencia oficial del soberano.
Fue bajo el reinado de Jorge IV cuando se convirtió en el palacio que es hoy día, pues ordenó al arquitecto John Nash que lo remodelara en 1826, añadiendo tres alas que rodean un patio central. En realidad, el encargado de finalizar el proyecto fue Edward Blore, después de que su predecesor fuera despedido, tras la muerte de Jorge IV, quien había sido su protector y le había encargado numerosos proyectos, algunos de ellos un tanto escandalosos y costosos. Su fachada actual, en el ala este, es obra de posteriores remodelaciones, que tuvieron lugar durante los siglos XIX y XX, así como el balcón desde el que actualmente saluda la familia.
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A pesar de que la intención era convertirlo en el hogar de la reina Carlota, fue la reina Victoria la primera en vivir en él en 1837 convirtiéndolo en la residencia oficial de la monarquía, uno de los motivos por los que en su honor se instaló una estatua que la representaba, situada frente al edificio. El palacio de Buckingham cuenta con 775 habitaciones, 92 despachos, 78 baños y 19 salones, y ocupa más de 15 hectáreas. Está rodeado de un enorme jardín privado -el mayor de Londres- y también está lleno de obras de arte. Tiene una pista de tenis, un lago artificial, cuyas aguas beben del lago Serpentine en Hide Park, y un helipuerto.
En el interior destacaba el estilo georgiano del siglo XIX, con escayolas de incrustaciones de lapislázuli azul y rosa, Eduardo VII se encargaría de darle un toque 'belle époque', añadiendo tonalidades crema y dorados. Dentro, además de las salas donde se recibe a los mandatarios extranjeros, también se encuentran las más importantes joyas de la Corona británica, así como obras de arte de gran valor histórico y económico.
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El palacio permaneció cerrado al público hasta 1993, que se decidieron a abrir sus puertas para recaudar dinero para la reconstrucción del castillo de Windsor. Ahora se puede visitar en los periodos en los que no se encuentra en él la reina; es decir, en verano, cuando se desplaza a Balmoral. En contra de lo que se suele pensar, este palacio no es propiedad de la reina, sino de la nación y, por si los más curiosos tienen dudas, no, las escenas de ‘The Crown’ no se rodaron en el verdadero palacio de Buckingham.
Pocos son los turistas que viajan a Londres y no se dejan caer por el palacio de Buckingham. Algunos de ellos para gozar de su arquitectura, otros para visitar sus museos, muchos con la intención de disfrutar del espectáculo que supone el cambio de guardia, la gran mayoría vigilantes por si en un descuido Isabel II se deja ver, y todos ellos con la intención de disfrutar de un poquito de la historia que se respira cerca de uno de los palacios más famosos de Reino Unido.