El palacio de Herrenhausen: el origen alemán de Isabel II y de Ernesto de Hannover
Los caminos de los Hannover y los Windsor se cruzaron hace años y el Palacio de Herrenhausen fue testigo de cómo esta dinastía se dividía en dos muy diferentes
No es sorprendente saber que muchas familias reales europeas están emparentadas desde hace siglos. Sin embargo, pocos saben que Isabel II y Ernesto de Hannover tienen orígenes comunes. No solo eso, sino que merece la pena destacar que estos se encuentran en Hannover y se reúnen en torno al palacio de Herrenhausen, protagonista de alguna reciente polémica.
De hecho, este es uno de los palacios que Ernesto reclamó a su hijo en los tribunales. Al parecer, durante los años 2004 y 2007, Ernesto le fue donando en vida algunas de sus propiedades, entre las que se encuentra el palacio que hoy nos ocupa. Sin embargo, más adelante cambió de parecer, considerando que su hijo “se apropió en términos graves de los derechos, bienes e intereses del demandante”, Ernesto consideraba que su hijo había intentado hacerse con el control de la fortuna a sus espaldas y por eso los quería de vuelta.
Más allá de polémicas, para encontrar su vínculo con los Windsor hay echar la vista atrás, concretamente hasta 1714 que fue el año en el que Jorge I comenzó su reinado en Gran Bretaña. Ascendió al trono como el primer soberano de la Casa de Hannover tras la muerte de su prima segunda, Ana de Gran Bretaña. Aunque había otros candidatos más cercanos a la línea de sucesión al trono, Jorge I se hizo con el poder gracias a ser protestante, gracias al Acta de Establecimiento o Ley de Instauración, aprobada por el Parlamento en 1701 en busca de la exclusión de un rey favorable al catolicismo.
Este es el momento en el que los caminos de Gran Bretaña y de Hannover se cruzan, pero no es el origen del palacio. Para encontrarlo todavía hay que retroceder un poco más, hasta 1636. En esta época, tal y como nos revelan en la web oficial del palacio, ahora convertido en museo, “el duque von Calenberg hizo construir en Herrenhausen un llamado ‘vorwerk”, una suerte de granja que abastecía de productos agrícolas a la sede real de Hannover.
En 1690, el duque Ernst August, que había asumido el gobierno diez años antes, en busca de saciar sus ambiciones políticas, planeó la construcción de un castillo. “La pieza central era un edificio, flanqueado por otros cuatro dispuestos simétricamente”, explican de forma oficial. Unas obras que se detuvieron tras la muerte del duque y que no se retomaron hasta 1704. A partir de 1714, con el reinado de Jorge I, este palacio se convirtió en la residencia de verano de los príncipes de Hannover, que pasaban la mayor parte del tiempo en Gran Bretaña, siendo por ello cuidado con esmero.
La historia de Europa está llena de conflictos y los edificios de las ciudades así lo reflejan, Herrenhausen no es una excepción y, a causa de la guerra de los Siete Años, se dejó de cuidar el palacio. Algunos hitos históricos que marcaron la vida de esta edificación fueron la declaración de Hannover como reino en 1814, el rediseño en estilo clásico del palacio en 1819 (originalmente era barroco) y la destrucción casi total del mismo en la Segunda Guerra Mundial, solo se salvó un tramo de escaleras y el edificio de la Galería de Arte. Tras arduos trabajos de reconstrucción, el nuevo castillo entró en funcionamiento en 2013.
No hay duda de la importancia del palacio; sin embargo tampoco es necesario señalar que, como sucede con otros palacios, una de las partes más impresionantes es su jardín barroco. La princesa Sofía fue una de sus mayores benefactoras, que habría sido la heredera de la reina Ana de no haber muerto un año antes que ella, por lo que fue su hijo quien finalmente ascendió al trono. Las casi 50 hectáreas del jardín se han mantenido casi sin cambios, como testimonio de una época.
Estos jardines están considerados uno de los pocos patrimonios barrocos que se conservan en Europa, incluyen grandes fuentes, juegos de agua, laberintos, cascadas o esculturas, pero también edificios como la galería o el invernadero. Al norte del gran jardín se encuentra el Jardín de la Montaña, famoso por su espectacularidad, en el que se pueden admirar más de 11.000 especies de plantas. En medio de este jardín está el mausoleo donde reposan los restos de los miembros de la familia Hannover.
Con la llegada del buen tiempo, el jardín se convierte en sede de festivales y escenario de espectáculos de fuegos artificiales, el palacio es actualmente un centro de conferencias y museo. Es una de las paradas obligatorias para todos los visitantes que acudan a Hannover, así como motivo de orgullo de todos sus habitantes.
No es sorprendente saber que muchas familias reales europeas están emparentadas desde hace siglos. Sin embargo, pocos saben que Isabel II y Ernesto de Hannover tienen orígenes comunes. No solo eso, sino que merece la pena destacar que estos se encuentran en Hannover y se reúnen en torno al palacio de Herrenhausen, protagonista de alguna reciente polémica.
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