El primer chantaje de una amante del rey Juan Carlos antes de Corinna Larsen

Nada se sabe de dónde ha pasado el verano don Juan Carlos. Se le supone en Abu Dabi, donde tiene su residencia desde que el 3 de agosto de 2020 se instaló en los Emiratos. Su única salida pública fue a Sanxenxo, en marzo de este año, para participar en la regata organizada por su amigo Pedro Campos. Esa vuelta marcó un punto de inflexión para la Casa del Rey, que valoró si era oportuno que definitivamente volviera a España. No hubo consenso entre el Gobierno y el Palacio de la Zarzuela para que repitiera la visita en el mes de junio.

Estaba previsto que participara en el campeonato mundial de vela, donde se había alzado con la victoria en cuatro ocasiones. Se consideró que el revuelo mediático que se organizó en la localidad gallega, con más de doscientos periodistas y reporteros cubriendo esa vuelta de cinco días, no favorecía ni al rey Felipe VI ni a Pedro Sánchez. Por el momento no hay fecha para su regreso definitivo.

Judicialmente, está libre de los cargos que se le imputaban. Hizo dos regularizaciones fiscales y ahora solo queda el juicio por el supuesto acoso a su amante Corinna Larsen. En julio, el Tribunal de Apelación de Londres admitió el recurso presentado por los abogados del rey emérito contra la resolución de inmunidad. Por ahora no hay fecha para las comparecencias de los protagonistas.

La única cita judicial que está prevista es la del 18 de septiembre, cuando arranque uno de los juicios contra Villarejo por calumnias y denuncia falsa. El excomisario había manifestado en el programa ‘Salvados’ que el director del CNI, Félix Sanz Roldán, había amenazado de muerte a la comisionista. Larsen aceptó ser testigo y pidió declarar por videoconferencia, según informaba El Confidencial. Este empeño en no aparecer en el Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid es la causa del retraso de este juicio. Su testimonio forma parte de ese enfrentamiento que mantiene contra don Juan Carlos. Como dice el refrán, ‘del amor al odio hay un paso’.

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Ni el entorno de don Juan Carlos ni los ministros que le acompañaron en el avión oficial en varios viajes imaginaban los movimientos que haría Corinna Larsen contra el que había sido su pareja. No era la primera vez que el monarca tenía que enfrentarse a una traición. Antes que ella hubo otra mujer, Olghina de Robilant, que chantajeó al rey a través de la publicación de las cartas que se habían intercambiado. La condesa italiana fue una de las novias de don Juan Carlos cuando tenía 18 años y ella 22 años, cuatro más que el futuro monarca y mucha experiencia. En las entrevistas que concedió a cambio de dinero, aseguraba que las noches anteriores a la boda de Juan Carlos y Sofía las había pasado con ella. Durante varios años, según publicaba la revista ‘Tiempo’, Olghina quiso obtener dinero contando su historia.

En aquel momento, la revista italiana ‘Oggi’ publicó una historia donde daba a entender que don Juan Carlos era el padre de su hija. Nunca se supo la realidad porque la condesa no lo quiso revelar. El domingo 28 de noviembre de 2021 fallecía a los 87 años. Nunca aceptó el calificativo de traidora, a pesar de que en 1986 ofreció el intercambio de misivas con el joven cadete Borbón al grupo Zeta. Aquel año, en una entrevista en febrero, acusaba a la revista ‘Tiempo’ de una maquinación orquestada contra el que era entonces el jefe del Estado: “Detrás de la publicación de mis cartas hay un trasfondo político contra el Rey de España, quien ha ideado esa operación y ha lanzado contra mí acusaciones difamatorias”.

Olvidaba que, unos años antes, había sondeado, a través de un intermediario, a varias editoriales españolas y portuguesas para estudiar la posibilidad de publicar un libro o una serie de artículos para contar las andanzas y aventuras de las cabezas coronadas en el exilio. Y entre esos documentos, como relataba ella misma, estaban las famosas cartas de amor. No hubo respuesta: “Nadie demostró interés por el proyecto. Sin embargo, se hizo saber que el director de un semanario español, Jaime Peñafiel, estaba dispuesto a comprar la correspondencia”, contaba.

La condesa continuaba en esa entrevista intentando salvar su honorabilidad afirmando que “no eran para publicar, sino como material histórico”. Recibió ocho millones de pesetas. En septiembre de 1988, Robilant contaba que con anterioridad, en 1983, la Casa Real le había hecho entrega de 999,22 dólares presentando unas fotocopias de un pagaré donde aparecía escrito a máquina el motivo de la entrega: “Atenciones de la Casa Real”.

Salvo excepciones como Marta Gayá, don Juan Carlos no tuvo mucho ojo con sus amantes.