Los trucos de Froilán y el rey Juan Carlos I para sortear el Ramadán en Abu Dabi
El hijo de la infanta Elena ha dejado de llevarse la comida en tupper a la oficina para no comer delante de sus compañeros musulmanes. Sale menos y hasta bebe agua a escondidas
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Cualquiera que conozca un poco del mundo musulmán sabrá que cuando llega el Ramadán, la cosa se pone seria. El ayuno de sol a sol es absoluto y solo unos pocos pueden estar exentos: niños, ancianos, enfermos y embarazadas. En Emiratos Árabes Unidos, donde el día empieza a las 6:30 de la mañana y se acaba a las 6:30 de la tarde, el mes de Ramadán se lleva de forma estricta, como en todos los países árabes.
Y allí, quienes no siguen esta fe religiosa, buscan maneras de adaptarse. Es lo que hacen el rey Juan Carlos I y su nieto, Felipe Froilán de Marichalar, quienes, como cristianos, respetan el Ramadán al máximo pero no lo siguen por cuestiones obvias.
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Lo que sí hacen es respetar algunos espacios y momentos de sus compañeros, vecinos y conciudadanos. Felipe Froilán, por ejemplo, suele comer en su oficina con todos sus compañeros. Se llevan un tupper, con comida hecha de casa, y allí comen. Se calientan la comida en las instalaciones de la empresa y la comparten en el comedor. Estos días, el hijo de la infanta Elena ha decidido no llevarse ningún tipo de alimento al trabajo para no incomodar a quienes no pueden siquiera beber ni agua.
Otro de los puntos clave en las muestras de empatía, como lo definen en su entorno, es que ha rebajado sus salidas, puesto que la actividad nocturna durante Ramadán es mucho menor. Aunque sea en los espacios internacionales, como los hoteles, donde no manda la religión porque allí es donde viven y se mueven todos los expatriados, que son de todas las diversas religiones.
Así pues, Froilán no come delante de sus compañeros de oficina, e intenta beber y fumar de manera muy discreta para que no le vean. Sigue practicando deporte, algo que le ha ayudado a centrarse mucho, y sigue comiendo, claro, cuando sale de la oficina. Lo que sucede, y puede haber llevado a confusión a algunos, es que intenta comer, cenar o desayunar con compañeros internacionales, no con los locales, que son quienes más siguen el ayuno.
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Y mientras uno hace lo que puede, hay otro que lo tiene mucho más fácil. Sí, su abuelo, el rey Juan Carlos I, se enfrenta a una situación mucho más sencilla: no trabaja, se mueve en una comunidad internacional en la que hay personas de todo tipo… Con todo, sí que ha decidido que durante el mes de Ramadán no visita prácticamente nunca los restaurantes y los hoteles internacionales, que son los lugares que están de moda y donde, decíamos, se reúnen los expatriados.
Por no incomodar a sus conocidos musulmanes, que son muchos y entre los que se encuentran sus íntimos amigos miembros de la Casa Real de Abu Dabi, Juan Carlos I prefiere salir mucho menos. Ha reducido su asistencia a las cenas y las comidas fuera de casa, y las reuniones tienen lugar en su hogar o en casa de algún amigo.
Eso sí, son muchas menos que cuando no hay Ramadán. En lo que sí participarán ambos será en la celebración por el fin del mes de ayuno el próximo 30 de marzo, cuando se suceden las fiestas en un lugar y en otro para dar por terminada uno de las tradiciones más sagradas dentro del islam.
Cualquiera que conozca un poco del mundo musulmán sabrá que cuando llega el Ramadán, la cosa se pone seria. El ayuno de sol a sol es absoluto y solo unos pocos pueden estar exentos: niños, ancianos, enfermos y embarazadas. En Emiratos Árabes Unidos, donde el día empieza a las 6:30 de la mañana y se acaba a las 6:30 de la tarde, el mes de Ramadán se lleva de forma estricta, como en todos los países árabes.