La infanta Cristina encarga la reforma de su piso de Barcelona a una de las constructoras de la Sagrada Familia

Para hablar de una obra que se alarga en el tiempo se suele decir que es más lenta que la de la Sagrada Familia, el templo de Antoni Gaudí que lleva décadas en construcción en Barcelona. Un símil que los Urdangarin empezaron a usar en broma con la reforma completa que la infanta Cristina realiza en la casa que se compró el año pasado en la capital catalana.

Lo que no sabían los hijos de la Infanta es que en este caso tiene una gracia especial porque la constructora que contrató su madre se encargó en 2021 de los trabajos de colocación de la estrella que corona la torre de la Virgen en el templo gaudiniano.

La hermana de Felipe VI se compró este gran apartamento en 2024 y empezó a reformarlo a finales del mismo año. En enero fue cuando las obras aparecieron en prensa y aunque al principio desde su entorno señalaban que se trataba de una obra menor, la realidad se ha terminado imponiendo. Está siendo una obra completa y a fondo. De la casa han sacado desde bañeras hasta puertas y las bolsas de material para tirar siguen llenándose a las puertas de este edificio de la avenida Pedralbes.

Listo en verano

La idea de la Infanta es que en verano esté todo terminado. Para ello, su hijo Pablo suele ir muy a menudo a la vivienda, en la que pasa largas horas cuando puede, y así sigue los avances al detalle. La familia usará este piso como lugar de encuentro, donde la Infanta pueda reunirse con amigos y con sus hijos. Y dentro de unos años, poder jubilarse en este refugio.

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Además, la idea inicial -veremos si finalmente se materializa- es que Pablo viva en el piso, puesto que ahora sigue de alquiler en casa de unos amigos de sus padres. Un piso muy cercano a la nueva casa, situado en el barrio de Pedralbes en el que se ha criado Pablo.

El piso en cuestión tiene unos 350 metros cuadrados y está situado en un edificio en el que hay cinco plantas, con dos apartamentos en cada una. Tienen jardín y no hay piscina, algo extraño en una zona en la que la piscina es casi obligatoria. El piso está en el mismo edificio en el que vivió la Infanta con Iñaki Urdangarin los primeros años de casados, aunque no es el mismo apartamento.

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El matrimonio vendió ese primer piso de recién casados en 2006, cuando decidieron comprar el Palacete. La operación apareció en los medios porque su venta, junto con la del garaje y el trastero, se incluyó en el sumario del caso Nóos. Así que no pudo haber ni trampa ni cartón en esa operación.

Otro piso casi igual

Además, cada piso está en una planta diferente. Quienes conocen la zona lo saben: el apartamento en el que vivió el matrimonio tenía una terraza que daba a la avenida Pedralbes y el que compró la Infanta el año pasado da al jardín de la comunidad, algo que le confiere mucha más discreción. Con todo, quienes pasan a diario por la zona pueden dar cuenta de cómo avanzan las reformas.

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En aquellos tiempos, los escoltas de los Urdangarin de Borbón vivían en los bajos del mismo edificio o en un piso de alquiler en el edificio en el que vive ahora Pablo, unas calles más abajo.

Y lo que parecía que podría durar meses ya encara su recta final. Ya se han puesto los apliques en las paredes, el aluminio y los cristales en las ventadas, se han levantado paredes donde las tiraron y se ha pintado parte de la vivienda. Lo que falta ahora es el trabajo de interiorismo, que Cristina de Borbón ha encargado a un estudio especializado, uno de los mejores de España.

Sigue en Ginebra

Como la encargada de los trabajos de reforma completa, una constructora que lleva trabajando en la casa desde el principio y es una histórica de Manresa. La empresa está ligada a la familia de joyeros Tous, a quienes les han diseñado casi todas sus tiendas, incluida la sede central de Manresa. “Para nosotros es un honor formar parte de la construcción de la Basílica de la Sagrada Familia”, declararon en 2021, cuando se colocó la estrella en la torre de la iglesia.

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EL proceso es largo y todavía faltan los trabajos de interiorismo y la mudanza real, esa en la que entran muebles… Con todo, la Infanta mantiene su residencia en Ginebra, aunque cuando su casa y hogar familiar estaban en Suiza, era mucho más fácil visitar Barcelona. Ahora que tiene a sus hijos desperdigados por el mundo y divorciada, el síndrome del nido vacío aprieta, así que decidió empezar un proyecto nuevo en Barcelona para tener un refugio cuando visitara la ciudad.