La infanta Cristina se muda: ya no viven en el centro histórico de Ginebra
La hermana de Felipe VI cambió de casa hace un tiempo y trasladó su vivenda a un barrio más alejado del centro para evitar la presión de los curiosos y la prensa
Es acaso una de las puertas de Ginebra más fotografiadas. Un portón de madera, alto y robusto, que da acceso al número 12 de la Rue des Granges, donde la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin fijaron su residencia en 2013, después de abandonar Barcelona ante la presión que sufría la familia, en especial sus cuatro hijos. Hace tiempo que no vemos esa puerta y hay un motivo. La hermana de Felipe VI decidió mudarse, cambiar su residencia, después de la condena a seis años de cárcel de su marido.
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Mientras muchos especulaban sobre si la infanta volvía a España o incluso si se iba a Lisboa, ella y sus hijos se mudaban de Ginebra a la misma Ginebra, un acto que deja claras sus intenciones: se queda en Suiza ‘sine die’.
Ahora vive en una casa algo más apartada del centro histórico de la capital financiera, con más privacidad y alejada del foco mediático. “No quiere que se sepa dónde viven, algo lógico, porque no quiere que la prensa o los desconocidos les persigan -nos dicen desde su entorno-. Se mudaron hace un tiempo, cansados de tener siempre a gente en la puerta”.
Más cerca del colegio
La casa -no diremos dónde está por motivos obvios- está situada cerca del hospital universitario, algunos cientos de metros más cerca también del colegio de los niños. Aunque más lejos de su trabajo, en la sede de la Fundación Aga Khan en la ciudad.
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Atrás dejaron aquel barrio lleno de galerías de arte, bibliotecas, tiendas de moda y aquella pizzería a la que solían acudir muy a menudo. Ahora son sus escoltas, como contábamos aquí hace unas semanas, quienes van a por esas pizzas que tanto gustan a los Urdangarin de Borbón.
La ‘nueva’ vivienda de la familia está protegida de los curiosos. Las calles de su nuevo barrio no son tan estrechas como en el anterior, cuenta con avenidas más amplias, arboladas, y siguen teniendo cerca mucha vida: cafés, cines, tiendas y restaurantes. A la infanta y a su hija, Irene, “les gusta salir a tomar ‘brunch’ y disfrutar de las terrazas, pasear e ir de compras, cuando hay buen tiempo”, nos cuentan, así que “nunca pensó en mudarse a un lugar apartado de todo”.
Otro cambio más
Otro de los cambios que ‘sufrió’ la familia fue la marcha de su asistenta de toda la vida, una señora mayor que participó en la crianza de los cuatro hijos desde que nacieron y que se mudó con ellos a Ginebra. Pero la edad no perdona y terminó por jubilarse. Entonces, contrataron a una señora de servicio que acudía cada día a la vivienda. Desde que la infanta vive con los dos pequeños y nadie más, ya solo dispone de una chica que va varias veces a la semana unas horas a limpiar la casa. Poco más.
La antigua vivienda de los exduques de Palma era un apartamento dúplex de 12 habitaciones, según publicó la prensa de Ginebra cuando se mudaron, en 2013. La casa solía tener siempre las luces encendidas, según relataron los vecinos, quienes se quejaban de tener en el barrio a unos aristócratas que tanto llamaban la atención mediática. Cuando llegaron a Ginebra, el periódico ‘Le Matin’ tituló: ‘Cristina, en casa de los aristócratas’, en referencia a la vivienda, que había sido un famoso hotel construido hace tres siglos.
Cuando se mudaron se dijo que habían escogido el exclusivo y apartado barrio de Florissant, pero ellos habían preferido algo más auténtico: cerca del ayuntamiento y la catedral de Ginebra, en el casco antiguo, un barrio conocido como Vieille Ville, donde suele haber bastantes visitantes porque junto con la zona del lago Leman es la más turística.
Es acaso una de las puertas de Ginebra más fotografiadas. Un portón de madera, alto y robusto, que da acceso al número 12 de la Rue des Granges, donde la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin fijaron su residencia en 2013, después de abandonar Barcelona ante la presión que sufría la familia, en especial sus cuatro hijos. Hace tiempo que no vemos esa puerta y hay un motivo. La hermana de Felipe VI decidió mudarse, cambiar su residencia, después de la condena a seis años de cárcel de su marido.