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La historia de la primera gran duquesa de Luxemburgo que también abdicó, se hizo monja en el exilio y murió con 29 años
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La historia de la primera gran duquesa de Luxemburgo que también abdicó, se hizo monja en el exilio y murió con 29 años

Con el cambio de trono en Luxemburgo, recuperamos una figura clave en la historia del gran ducado, la de la gran duquesa Adelaida. No por sus hechos, sino por su abdicación

Foto: La gran duquesa Adelaida de Luxemburgo, en un retrato de su juventud. (Archivos Históricos)
La gran duquesa Adelaida de Luxemburgo, en un retrato de su juventud. (Archivos Históricos)

El cambio de trono en Luxemburgo ha servido para que muchos conozcan la historia de su monarquía, muy breve comparándola con la mayoría de casas reales europeas. Pero en sus dos siglos, aunque hay pocos grandes duques, encontramos figuras muy curiosas y que han cambiado el rumbo de la dinastía. Es el caso de la gran duquesa Adelaida, que, como Henri, también abdicó, aunque por motivos muy diferentes. Estos la llevaron a hacerse monja en el exilio, durante el que murió con solo 29 años.

Pero hay que empezar por el principio para conocer la historia de Adelaida, que nació en 1894, fruto del matrimonio entre Guillermo VI y Ana de Portugal, que se habían casado en 1893. Poco antes, Luxemburgo había dejado de estar unido a los Países Bajos por problemas con la sucesión en el trono. Al imperar en Luxemburgo la Ley Sálica, no podía reinar Guillermina, cosa que sí habían hecho sus sucesores.

Así, llegamos a una monarquía independiente que comenzó con Adolfo I y continuó con Guillermo IV, padre de Adelaida y el único soberano, hasta la fecha, que ha aguantado en el trono hasta su fallecimiento. Después, todos han decidido dejar el trono en manos de sus hijos mayores, a excepción de Adelaida, que ni lo dejó en manos de su hijo, ni lo decidió libremente, como ahora veremos.

placeholder María Adelaida de Luxemburgo. (Imagen de dominio público)
María Adelaida de Luxemburgo. (Imagen de dominio público)

El primer hito en la historia de Adelaida es cuando se convierte en gran duquesa. Mencionábamos antes la Ley Sálica que, a priori, le impediría reinar. Pero el matrimonio de Guillermo VI y Ana de Portugal no tuvo hijos varones, por lo que, para mantener la dinastía y el apellido, el entonces gran duque designó a su hija mayor como heredera antes de morir.

Así, Adelaida se convirtió, no solo en la primera mujer que ocupaba el trono, sino también en la más joven. De hecho, asumió la Corona en 1912, con solo 17 años, por lo que su madre tuvo que ejercer como regente durante 110 días, hasta que cumplió la mayoría de edad. Un cálculo rápido nos desvela que durante corto reinado coincidió con la Primera Guerra Mundial, con la que no estaba del todo incómoda.

Porque el país, a pesar de tener una posición de nautralidad en el conflicto, fue invadido por los alemanes y ella estableció muy buenas relaciones con los ocupantes. Comenzaron entonces las tensiones internas y la incomodidad en varios sectores de la sociedad, que no dudaron en pedir su abdicación. Además de que se le acusaba de 'proalemana', tomó parte activa en la política del país, sin ocultar sus ideas conservadoras.

placeholder Carlota de Luxemburgo, gran duquesa tras su hermana Adelaida. (Archivos históricos gran ducado)
Carlota de Luxemburgo, gran duquesa tras su hermana Adelaida. (Archivos históricos gran ducado)

Finalmente, la presión pudo con ella y en 1919 dejó el trono en manos de su hermana, Carlota de Nassau, que no tardó en ganarse el favor del pueblo y de los sectores sociales y políticos. Adelaida, mientras, se marchó al exilio.

Comenzó a viajar entonces por varios países de europa, aunque no dudó e instalarse un año después en Italia. Lo hizo, concretamente en Módena, al ingresar en un convento de carmelitas, de la orden de Santa Teresa. Se convertía entonces en sor María de los Pobres y se entregaba a una fe de la que ya había hecho gala durante su reinado, ya que fue una gran duquesa profundamente piadosa y con ideas muy conservadoras.

Pero su ingreso en este convento no fue el fin de su vida, ya que tiempo después salió para instalarse en Alemania, llevando una vida muy discreta y alejada de la corte luxemburguesa, que un día había encabezado. Las complicaciones de una gripe por las malas condiciones climatológicas provocaron su muerte en 1924, cuando aún no había cumplido los 30 años.

placeholder Carlota de Luxemburgo con Charles de Gaulle, en 1961. (Cordon Press)
Carlota de Luxemburgo con Charles de Gaulle, en 1961. (Cordon Press)

Y decimos que fue una figura clave en la historia de la monaquía luxemburguesa, no por sus hechos, sino por su abdicación. Al dejar el trono en manos de su hermana Carlota, la siguiente en la línea de sucesión, hizo que se consolidara la casa Nassau en el país, ya que su sucesora, bisabuela del recién nombrado gran duque Guillermo, revitalizó la monarquía, consiguiendo el inmenso apoyo del que hoy puede presumir.

No solo hizo un esfuerzo por reafirmarse en su postura neutral en posibles futuras guerras, sino que trabajó por modernizar las instituciones del país y quiso consolidar la identidad nacional.

Su figura fue clave también durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Luxemburgo fue invadido por los nazis. Al contrario que su hermana, ella se convirtió en un símbolo de resistencia, alentando a la esperanza desde su exilio en Londres. A su regreso, fue recibida como una auténtica heroína y su figura goza de gran respeto en Luxemburgo, incluso después de su abdicación, en 1964, y tras su muerte, en 1985.

El cambio de trono en Luxemburgo ha servido para que muchos conozcan la historia de su monarquía, muy breve comparándola con la mayoría de casas reales europeas. Pero en sus dos siglos, aunque hay pocos grandes duques, encontramos figuras muy curiosas y que han cambiado el rumbo de la dinastía. Es el caso de la gran duquesa Adelaida, que, como Henri, también abdicó, aunque por motivos muy diferentes. Estos la llevaron a hacerse monja en el exilio, durante el que murió con solo 29 años.

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