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Donna Reed ('¡Qué bello es vivir!'): novia de América, prostituta en la ficción y 'meme' rompediscos
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CENTENARIO

Donna Reed ('¡Qué bello es vivir!'): novia de América, prostituta en la ficción y 'meme' rompediscos

Para los millennials es la cara conocida de un meme en el que aparece cansada de escuchar la misma canción. Para los más veteranos, la inolvidable Mary de '¡Qué bello es vivir!'. Este miércoles habría cumplido 100 años

Foto: James Stewart y Donna Reed, en '¡Qué bello es vivir!'. (CP)
James Stewart y Donna Reed, en '¡Qué bello es vivir!'. (CP)

“¿Deseas la luna? Dime solamente una palabra. La cogeré con un lazo y te la entregaré. Sí, es una buena idea. Te regalaré la luna, Mary”. Cuando James Stewart (o George Bailey, que lo mismo da) le decía eso a su chica en ‘¡Qué bello es vivir!’, la mitad de los espectadores que veían aquel cuento navideño de Frank Capra también hubiesen cogido la luna para ella.

Tanto en aquella película como en muchas otras, tanto en las comedias musicales como en el show televisivo que llevó su nombre, Donna Reed encarnó a la perfecta ‘novia de América’: una mujer llena de ternura, la persona a la que abrazarías un domingo por la tarde para sentir que el mundo es un lugar más seguro. La actriz, que no cantaba además de interpretar como Doris Day, sí que encarnaba los mismos valores que esta última. Ambas fueron parte de una América que parecía Arcadia; la pintura perfecta de Norman Rockwell con sus casas adosadas, sus niños repartiendo el periódico y sus drugstores con máquinas de Coca-Cola. La mayoría de los millennials, sin embargo, la reconocerán por haberla visto en cientos de memes rompiendo con furia un disco; una imagen tomada, precisamente, de '¡Qué bello es vivir!'.

Reed, que este miércoles cumpliría 100 años, fue mucho más que el prototitpo de la hiperglucémica ama de casa. Nacida en Denison (Iowa), nunca buscó el estrellato pero, una vez en la universidad, su belleza llamó la atención de sus compañeros, que la nombraron Reina del Campus. Los cazatalentos de turno también se fijaron en su rostro suave y en sus ojos amables. Cuando desembarcó en el Hollywood de las estrellas y los magnates, ya era una chica hecha y derecha que se había casado con William Tuttle. Aquel primer matrimonio duró un año y coincidió con sus primeros éxitos en comedias adolescentes y películas de la Metro-Goldwyn-Mayer. Después, fue ganando notoriedad al participar como secundaria en títulos como ‘El retrato de Dorian Gray’ o ‘La calle del delfín verde’, al lado de la glamurosa Lana Turner.

placeholder Donna Reed, en una imagen de estudio. (CP)
Donna Reed, en una imagen de estudio. (CP)

‘¡Qué bello es vivir!’, la que acabaría siendo su película más popular, le llegó por casualidad cuando Jean Arthur, la actriz predilecta de Capra, no estuvo disponible a tiempo para el rodaje. Aunque años más tarde (en la década de los 70) la actriz vivió con ilusión el renacer televisivo de la fábula, todo un fracaso en su día, no fue una espectadora habitual del filme, como sí lo fueron el resto de conciudadanos. Su hija confesó que, para su familia, nunca fue una tradición anual ver a George Bailey ser salvado por un ángel en Nochebuena. Fue precisamente eso, una familia estable, lo que Reed, republicana y firme creyente en los valores norteamericanos, tardó tiempo en conseguir.

Divorciada de su primer marido, se volvió a casar con Anthony Owen en 1945, con el que tuvo cuatro hijos: Penny, Tony, Timothy y Mary. Los años más felices del matrimonio hicieron que Reed formase parte de una idílica estampa de posguerra con mujeres perfectas, casas suburbanas y esplendorosos electrodomésticos. La imagen fue reforzada por su show televisivo, un producto familiar en el que el mayor problema de la trama era que una hija quisiese cantar en la fiesta de fin de curso a espaldas de sus padres.

Reed era conservadora pero también se rebeló contra los encorsetamientos de su imagen edulcorada. Aceptó, por ejemplo, el papel de prostituta en la polémica y exitosa adaptación de la novela ‘De aquí a la eternidad’, estrenada en 1953. Y aunque ni el mismísimo magnate de Columbia, Harry Cohn, podía ver a la dulce Mary de ‘¡Qué bello es vivir!’ encarnar a un personaje así, la actriz acabó triunfando. Se llevó a casa un Oscar a la mejor actriz secundaria y dio en las narices a todos aquellos que la habían puesto en entredicho.

placeholder Reed, junto a Edmond O'Brien y el Oscar que este consiguió. (CP)
Reed, junto a Edmond O'Brien y el Oscar que este consiguió. (CP)

Firme en sus valores, en los años 60 también contradijo a los republicanos y lideró una organización de madres contra la guerra de Vietnam, aquel horrible conflicto bélico que destrozaba las vidas de sus hijos. Dos décadas más tarde, cuando encarnó a Miss Ellie en la celebérrima ‘Dallas’, volvió a ejercer sus derechos. Reed fue contratada para la temporada 1984-85, cuando Barbara Bel Geddes, la primera Miss Ellie, tuvo que retirarse temporalmente debido a una operación cardiaca. La actriz tenía un contrato de tres años y presentó una demanda cuando los productores volvieron a recuperar a Bel Geddes y la dejaron a ella en la estacada y fuera de la serie. Finalmente, sus abogados llegaron a un acuerdo con Lorimar, productora del culebrón, y fue compensada con un millón de dólares.

placeholder Donna Reed, en una imagen de estudio. (CP)
Donna Reed, en una imagen de estudio. (CP)

Casada en terceras nupcias con Grover Asmus, un exmilitar, en 1974, Reed acabó sus días junto a él. Hasta el último momento demostró, quizás de forma involuntaria, que era mucho más que un cliché de fémina apocada. En su madurez, por ejemplo, rechazó muchos personajes porque, según sus propias palabras, eran “basura” la mayor parte de los guiones que recibía. “La mayoría de los papeles eran extremadamente pasivos: mujeres en peligro, pobres almas estúpidas que no podían evitarlo”.

Un 10 de diciembre de 1985, la actriz ingresó en el Centro Médico Cedars-Sinai a causa de unas úlceras sangrantes. Los médicos descubrieron que padecía un cáncer de páncreas en estado avanzado; una enfermedad que se la llevó para siempre un mes más tarde, el 14 de enero, a los 64 años. Donna Reed murió en su casa, donde había querido pasar sus últimas navidades, probablemente viéndose a sí misma en televisión encarnando, una vez más, a Mary Bailey; pensando que, efectivamente, es bello vivir.

“¿Deseas la luna? Dime solamente una palabra. La cogeré con un lazo y te la entregaré. Sí, es una buena idea. Te regalaré la luna, Mary”. Cuando James Stewart (o George Bailey, que lo mismo da) le decía eso a su chica en ‘¡Qué bello es vivir!’, la mitad de los espectadores que veían aquel cuento navideño de Frank Capra también hubiesen cogido la luna para ella.

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