Leonor, con piel impoluta y moño arquitectónico, en su día grande en Zaragoza

Los maquillajes efecto cara lavada parecen haberse convertido en el look estrella de la Familia Real. Lo veíamos en el último posado a pies del Palacio Real en el que tanto la reina Letizia como la Princesa de Asturias y la infanta Sofía lucían un maquillaje casi idéntico. La clave, siempre, es la naturalidad de la piel.

El mismo efecto se apreciaba también cuando la princesa Leonor recibía la medalla de las Cortes de Aragón. Su piel, apenas maquillada, recibía, sin embargo, los toques precisos para corregir las posibles desigualdades de tono, destacar sus facciones y rezumar luz. Hay maquillaje, pero no se nota.

La sensación de rostro despejado y ‘a cara lavada’ se potenciaba también por la elección del peinado, un terso moño a media altura y con la raya central muy marcada, aunando tendencias y practicidad, pues la boina de cadete requiere llevar el cabello recogido.

La princesa Leonor ha adaptado uno de los estilismos más populares del momento, el clean look, consistente en un maquillaje centrado en la preparación de la piel para que esté luminosa y el cabello recogido para que el rostro quede completamente recogido, emulando así un aspecto muy natural.

Piel ‘flawless’

La heredera se ha abonado a los maquillajes en los que la calidad de la piel es la protagonista. La preparación de esta, cuidando la hidratación, permite que se pueda minimizar el uso de base de maquillaje. Veíamos así que la piel de princesa, a pesar de tener algún granito típico de la edad, no estaba cubierta por una densa capa de maquillaje.

Un “maquillaje correctivo”, como describía Roberto Siguero, Maquillador Oficial de Lancôme, al analizar el maquillaje del posado con motivo del 20 aniversario de la boda de los Reyes. Se aprecia también en el rostro de la Princesa de Asturias un punto de luz jugoso pero discreto, sobre el pómulo, perfectamente incluido en el resto de la piel, luminosa y muy hidratada.

Las mejillas recibían un sutil toque de color con un rubor rosa y los labios, también hidratados y de efecto repulpado, parecían reforzados por una capa de bálsamo labial rosa, de nuevo, buscando la naturalidad y, a la vez, una homogeneidad de tonos. Todo en el rostro de Leonor era luz y rosa bucólico.

A pesar de que pareciera que la princesa no llevaba nada de maquillaje, a estas pinceladas correctoras y sublimadoras se les sumaba la máscara de pestañas. Tan solo aplicada para peinar, separar y dar curvatura a sus pestañas, lo más probable es que Leonor solo llevara una capa de producto. No busca enmascarar, busca potenciar.

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M. V.

Un moño arquitectónico

Los recogidos trenzados siempre han formado una parte característica de la estética de la princesa Leonor y de su hermana, la infanta Sofía. Pero, mientras de niñas recurrían a ellas en su versión más fina, para dar un poco de movimiento y de alegría a sus impolutas melenas, ahora las trenzas son los pilares de los recogidos royal.

Esta práctica es, por ejemplo, muy utilizada por Kate Middleton. Cuando los cabellos gruesos como los de Leonor y Kate tienen que recogerse y soportar tocados, recurrir a las trenzas en la castaña es un recurso de peso que funciona como viga maestra para todo melenón.

Desde que la Princesa de Asturias ingresara en la Academia Militar de Zaragoza, este tipo de moños se han convertido en un básico en su repertorio capilar. Para alcanzar la mayor pulcritud en el recogido, la melena se trabajaba desde la raíz, marcando la raya en medio y puliendo el cabello, logrando un potente efecto tensor.

Tras asegurar la parte superior, el cabello se recogía a media altura, de tal modo que encima se pudiera colocar la boina, sin que resultara molesto ni el moño se cayera por su peso. Para lograr esa fijación extra, capaz de resistir la larga jornada en perfectas condiciones, el cabello se recogía en varias trenzas que se iban superponiendo una sobre otra hasta crear una castaña compacta e inamovible, repleta de horquillas, eso sí.