Por qué los asaltantes al Capitolio llevaban disfraces
Lo sabemos: no hay un dress code sobre qué llevar para asaltar el edificio que alberga las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos, pero sí una explicación a su vestimenta
De imaginar la toma del Capitolio (algo que, por cierto, jamás habíamos pensado, pero de algún modo había que comenzar el texto), habríamos perfilado a los asaltantes enfundados en ropa caqui o en looks de tintes navy. Sin embargo, la realidad ha sido digna de un Wes Anderson de clase B, pues sus protagonistas han elegido disfraces que parecían salidos de una comedia destinada a ser olvidada por el público y por la crítica. Hombres ataviados con trajes de Batman, indumentaria con la que emular a Abraham Lincoln o el gran protagonista de la toma, Jake Angeli, vestido de búfalo han sido algunos de los disfraces elegidos para pasar a formar parte de la historia americana. Pero ¿cuál es el porqué de este carnaval político?
Sus elecciones estilísticas se negaban a acatar las normas de la moda del exacto mismo modo que Donald Trump se negaba a aceptar haber perdido las elecciones. Si el presidente hace saber al pueblo que las normas no son ya fiables, ¿cómo no iban los asaltantes a transgredirlas? Tal y como señala Vanessa Friedman en 'New York Times', “la libertad para disfrazarse puede convertirse en la llave para actuar de la peor forma posible”. El problema de los disfraces radica precisamente en que, en un primer momento, pueden ser (y fueron) tomados a risa, pero en ocasiones lo que se oculta tras ellos es el verdadero terror. El Joker iba maquillado como un payaso, mas todos sabemos que los chistes no entraban en sus planes. En un momento en el que los disfraces se erigen como la vía para liberarnos y expresarnos en momentos complicados (el éxito de 'Mask Singer' es un gran ejemplo de cómo las máscaras y los looks imposibles son perfectos para borrar la vergüenza y liberar a la bestia), el que los asaltantes no apostaran por looks normales, ni tan siquiera apenas prendas con mensaje, es relevante.
La moda es hoy más política que nunca. Donald Trump ha hecho de su gorra MAGA la forma de presumir de ideología política sin abrir la boca, y la batalla electoral convirtió a muchos diseñadores en verdaderas pancartas electorales para la izquierda. Quizás esa sea la razón por la que ni las gorras ni las camisetas con mensaje hayan sido suficientes para hacer lo nunca visto: porque para dinamitar el orden, las normas y la historia, se necesita representar un papel diferente, y para ello es siempre necesario contar con el disfraz adecuado. ¿Es el de un búfalo el idóneo? Lo desconocemos, pero sí ha conseguido que al ser visto en un primer momento desde el prisma del humor, no fuera tomado inicialmente como algo peligroso, y esa ha sido la clave para que hayan logrado avanzar como unos niños lo hacen en Halloween: disfrazados para embarcarse en una incesante búsqueda de glucosa, o en este caso, en una batalla que ha culminado con un desenlace agridulce, excéntrico e inolvidable.
De imaginar la toma del Capitolio (algo que, por cierto, jamás habíamos pensado, pero de algún modo había que comenzar el texto), habríamos perfilado a los asaltantes enfundados en ropa caqui o en looks de tintes navy. Sin embargo, la realidad ha sido digna de un Wes Anderson de clase B, pues sus protagonistas han elegido disfraces que parecían salidos de una comedia destinada a ser olvidada por el público y por la crítica. Hombres ataviados con trajes de Batman, indumentaria con la que emular a Abraham Lincoln o el gran protagonista de la toma, Jake Angeli, vestido de búfalo han sido algunos de los disfraces elegidos para pasar a formar parte de la historia americana. Pero ¿cuál es el porqué de este carnaval político?