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¿Sería incoherente que el bolso de Vuitton hubiera sido de Irene Montero?
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MODA Y POLÍTICA

¿Sería incoherente que el bolso de Vuitton hubiera sido de Irene Montero?

El bolso de Louis Vuitton de la polémica ha resultado ser de Carmen Calvo, pero reflexionamos acerca de si en realidad es más dañino lucir firmas 'fast fashion' que de lujo

Foto: Irene Montero y Carmen Calvo. (EFE)
Irene Montero y Carmen Calvo. (EFE)

Louis Vuitton se ha convertido en una marca experta en generar trending topics sin pretenderlo. Tras el boom de ‘su primer Luisvi’, asistimos ahora a la polémica desatada por haber sido vista Irene Montero en el Congreso de los Diputados en la Comisión de Igualdad con un bolso de Louis Vuitton con el mítico estampado Monogram de la marca. Tras incendiar las redes sociales la imagen, la verdad ha salido a la luz: finalmente el bolso de la discordia era de la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. Sin embargo, llama la atención la velocidad con la que la izquierda española se ha apresurado a aclarar que Irene Montero no es carne de Vuitton.

La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, ha comentado en sus redes sociales que, aunque el tema de los bolsos daría para un largo debate, “seguimos siendo más de bolsos de tela que de Louis Vuitton”. Estas palabras eran acompañadas de unas imágenes en las que Irene Montero lucía un sencillo bolso monocolor ajeno a logos y a grandes marcas, lo cual nos empuja a preguntarnos lo siguiente: ¿realmente sería incoherente que Irene Montero luciera un bolso de marca?, ¿es el marquismo tan terrible o estamos pasando por alto aspectos mucho más importantes?

“No me molesta que los políticos usen firmas de lujo de moda si son españolas, siempre y cuando tengan criterios justos de fabricación. Que sean marcas respetuosas con el medioambiente y que los tejidos que emplean sean biodegradables o reciclables. O bien que fabriquen ropa bajo el criterio del comercio justo, la economía circular o que sus procesos de producción se desarrollen con personas con riesgo de exclusión social", explica Marta Pontnou, asesora de imagen de políticos. “De hecho, tendríamos que fomentarlo, que las políticas apostaran por estas marcas por más que, lógicamente, estos diseños sean más caros”, sentencia. "En el mercado español han proliferado las marcas de gran consumo y se ha promovido una cultura de usar y tirar. Disponemos de menor poder adquisitivo y por eso creo que no ha calado un concepto de calidad made in Spain", explicaba a Vanitatis Jose Urrutia, de La Portegna.

En su libro ‘Espejo de Marx’, la experta en estética política Patrycia Centeno habla de cómo la socialista Soraya Rodríguez lucía un bolso de 20 euros y de cómo este diseño, al haber sido confeccionado bajo unas condiciones que sí van en contra del ideario, sí resultaba contradictorio. Si la izquierda abraza al lujo, por ende, lo oportuno sería que lo hiciera apostando siempre por firmas que empleen tejidos ecológicos, que defiendan los derechos creativos y que aboguen por el bienestar de sus trabajadores. Por ello el amor de Alexandria Ocasio-Cortez con la marca Telfar y con su icónico bolso que enamora a las celebridades, conocido como el Birkin de Bushwick, sí tiene sentido. “Telfar es una marca conocida, pero ¿sabíais que su diseñador es negro y parte de la comunidad LGTBIQ+? El que emplee su talento para que nos cuestionemos las convenciones e imaginemos un nuevo mundo es algo a celebrar. ¡Nuestra comunidad está muy orgullosa!”, explicaba la congresista en sus redes.

placeholder Carmen Calvo. (Getty)
Carmen Calvo. (Getty)

De hecho, tal vez el problema sea que todo poder necesita una indumentaria para diferenciarse, por lo que si Montero hubiera llevado un bolso de Louis Vuitton, habría recordado más a la afición de Rita Barberá por la marca francesa (inolvidable su frase "Un bolso de Louis Vuitton es un regalo habitual") que a la izquierda española, por más que, por cierto, Carmen Calvo tenga accesorios de diversas marcas de lujo y que en 2006 fuera muy criticada al acudir siendo ministra de Cultura a la entonces llamada pasarela Cibeles con un bolso de Louis Vuitton falso. “Si participo en un consejo de administración con boina y barba al estilo de Guevara, chaquetón militar y zapatos de tenis, será difícil demostrar a los presentes que mis intenciones no eran polémicas y que me he vestido así por pura casualidad”, señalaba Umberto Eco en ‘El hábito hace al monje’.

placeholder Irene Montero. (Getty)
Irene Montero. (Getty)

El problema viene al asociar a las marcas con determinados estilos de vida y al pensar que el tener o no un bolso de lujo obstaculiza la forma en la que desarrollas tu trabajo. En definitiva, si vamos a analizar la relación de la política con la moda, hemos de hacerlo desde una perspectiva que encuadre a cada firma dentro de una filosofía para no caer en absurdos tópicos ni en los yugos que ahogan siempre a las mujeres por cómo visten, porque queda claro que hay quienes como Óscar Bermán osaba decir sin pestañear que Ada Colau vestía "como si fuera a fregar" y quienes al mismo tiempo critican a las mujeres políticas por llevar determinadas marcas. Si vamos a empeñarnos en hacerlo, esforcémonos por tener en cuenta los criterios de sostenibilidad y la moralidad de las marcas que emplean en lugar de sus precios, porque quizás un bolso de 15 euros resulta para el planeta mucho más dañino que uno de 2.000 euros.

Louis Vuitton se ha convertido en una marca experta en generar trending topics sin pretenderlo. Tras el boom de ‘su primer Luisvi’, asistimos ahora a la polémica desatada por haber sido vista Irene Montero en el Congreso de los Diputados en la Comisión de Igualdad con un bolso de Louis Vuitton con el mítico estampado Monogram de la marca. Tras incendiar las redes sociales la imagen, la verdad ha salido a la luz: finalmente el bolso de la discordia era de la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. Sin embargo, llama la atención la velocidad con la que la izquierda española se ha apresurado a aclarar que Irene Montero no es carne de Vuitton.

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