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Moda y pintura se unen en el Thyssen bajo los trazos de Chanel y Picasso
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ARTE & FASHION

Moda y pintura se unen en el Thyssen bajo los trazos de Chanel y Picasso

Una exposición en Madrid que reúne a dos de los grandes artistas del siglo XX, dos disciplinas unidas por una era

Foto: Picasso/Chanel. (Cortesía)
Picasso/Chanel. (Cortesía)

París en los años veinte fue un hervidero de creatividad. Artistas de diferentes disciplinas se encontraron en la capital francesa y dieron lugar a una de las etapas más prolíficas del siglo XX. Se retroalimentaban entre todos, se influían y los unos bebían de las ideas de los otros. Una de las amistades que nacieron en este entorno fue la de la diseñadora de moda Coco Chanel y el pintor español Pablo Ruiz Picasso.

La moda sobria y lineal de la couturier coincidió en tiempo y forma con el arte cubista del malagueño. Su conexión estética era tal para los expertos que durante el confinamiento se empezó a plantar la semilla de la que es hoy una exposición en la que sus obras conversan en el Museo Thyssen-Bornemisza. Un diálogo que tendremos la oportunidad de visitar los próximos meses y en el que la moda muestra que es arte y que el arte de Picasso sigue de moda.

En 2023 se cumplen 50 años de la muerte del pintor y 30 desde la fundación de este lugar de encuentro para el arte de Madrid. No hay mejor forma de celebrar estas importantes fechas. No hay mejor forma que reunir 50 creaciones de la modista que redibujó la esencia femenina con los cuadros abstractos del controvertido pintor que se afincó en Fontainebleau; sus dimensiones se encuentran en la conexión entre lienzos y telas. La muestra se organiza en cuatro grandes secciones que se suceden en orden cronológico y abarcan, aproximadamente, de 1910 y 1930.

Coco fue una visionaria, nos mostró una forma práctica de entender la posguerra, adoptó formas, tejidos y prendas cotidianas como el algodón, el tweed o el punto; véase la famosa camiseta de rayas que lució en las playas de Deauville. Una tendencia que se vio reflejada también en el cubismo cuando los artistas integraron en sus obras objetos vulgares hasta entonces jamás usados en el mundo del arte, como cuerdas y clavos. Reflejaban austeridad en el arte y lo elevaron en precio en la moda, un miserabilismo a 7.000 francos (que es lo que cobraba por sus looks Coco), algo que hasta el diseñador coetáneo Paul Poiret criticó.

Foto: Kristen Stewart posa para Chanel. (Chanel/Inez & Vinoodh)

Las amantes de Pablo, como la bailarina Olga Khokhlova (que luego fue su esposa), fueron algunas de las clientas de Chanel, las que pagaban sus 'desorbitadas' facturas y las que la encumbraron a la fama. Ese 'favor' se lo devolvía a Pablo hospedándolo en una de las habitaciones en su apartamento de Faubourg St-Honoré en el centro de París, justo encima de la tienda taller, donde se refugiaba cuando dejaba a su familia en la costa y visitaba a sus amigos de la capital. Pero a esta relación siempre la rodeó un halo de misterio. Pese a que se sabía que había cierta conexión desde 1917, fiestas comunes, alguna invitación o incluso un libro que le regaló Picasso a Coco, un incunable que se encontró en el apartamento de ella, son las pocas referencias de esa amistad.

Gabrielle y Pablo pertenecieron al mismo círculo, ella siempre estuvo cerca de la cultura gracias a varios de sus grandes amigos, Misia Sert o Jean Cocteau, que le propiciaron contactos en el mundo de la pintura y el teatro. La misma Chanel declaró: "Son los artistas los que me han enseñado el rigor”, registró Isabelle Fiemeyer en su libro 'Coco Chanel. Un parfum de mystère'.

De ahí que se lanzara al diseño del vestuario de dos ballets rusos del mismísimo Sergei Diaghilev. 'Antígona', adaptación moderna de la obra de Sófocles realizada por Cocteau, se estrenó en París en 1922, que muestra su común inspiración en la Grecia clásica. 'Le Train Bleu' es el título del cuarto apartado y del ballet producido por Diaghilev en 1924, con libreto de Cocteau, inspirado en el deporte y la moda de baño. Los decorados no podían ser de otro, de Pablo.

La couturier y el pintor estaban condenados a entenderse en lo estético, y aunque colaboraron en diversas obras, no volvieron a coincidir hasta hoy, en Madrid. Una cita imprescindible entre los dos artistas.

La exposición podrá visitarse hasta el 15 de enero.

París en los años veinte fue un hervidero de creatividad. Artistas de diferentes disciplinas se encontraron en la capital francesa y dieron lugar a una de las etapas más prolíficas del siglo XX. Se retroalimentaban entre todos, se influían y los unos bebían de las ideas de los otros. Una de las amistades que nacieron en este entorno fue la de la diseñadora de moda Coco Chanel y el pintor español Pablo Ruiz Picasso.

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