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Fulco di Verdura, el duque italiano que conquistó a Coco Chanel
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El joyero que cambió la maison

Fulco di Verdura, el duque italiano que conquistó a Coco Chanel

Pocas relaciones ayudaron tanto a Coco a convertirse en eterna como la que mantuvo con el joyero italiano. Furtivos viajes a basílicas bizantinas y diseños en común permanecieron en el olvido hasta la llegada de Lagerfeld

Foto: Gabrielle (Coco) Chanel y Fulco di Verdura. (Cordon Press)
Gabrielle (Coco) Chanel y Fulco di Verdura. (Cordon Press)

La historia de Chanel tiene dos épocas. Para mucha gente, la presencia de la diseñadora fue constante en la moda del siglo XX, pero lo cierto es que tras la II Guerra Mundial y sus relaciones con el régimen nazi, la creadora gala optó por retirarse. Su regreso no se produjo hasta 1954, alegando que volvía para liberar a la mujer de la tiranía del New Look de Christian Dior, como había hecho en los años 20 con el corsé.

A Karl Lagerfeld le debemos mucho de la historia de Chanel. Fue él quien, como un arqueólogo, recuperó para la marca algunos de los símbolos más distintivos de la firma francesa. Y es que la Chanel que regresó en los años 50 es la que inventó la famosa chaqueta de la firma, mientras que la de los años 20 fue la que vistió a la mujer con pantalones, vestidos negros y perlas falsas.

placeholder Lady Abdy, junto a una jovencísima Gabrielle Chanel en Fanbourg St. Honore. (Getty/Sasha/Hulton Archive)
Lady Abdy, junto a una jovencísima Gabrielle Chanel en Fanbourg St. Honore. (Getty/Sasha/Hulton Archive)

Fue en aquellos primeros años en los que Coco creó una firma para la historia. Los años 20 fueron de las mujeres tanto en lo social como en la costura. Junto con Chanel, que era ya considerada la reina indiscutible de la moda, triunfaron otros rostros femeninos como pueden ser los de Jeanne Lanvin, Elsa Schiaparelli, Madeleine Vionnet o las hermanas Callout. Todas mujeres y todas diseñadoras y empresarias de éxito.

Este periodo es para Chanel su momento de encumbramiento social. Sus ricos amantes y la posición que adquiere gracias a ellos le permite entrar en contacto con la élite artística de París. Así, forja amistades tan destacadas como las de Jean Cocteau, Pablo Picasso, José María y Misia Sert o, algo más adelante, la española Ana de Pombo. Entre ese selecto grupo se encontraban también Cole y Linda Porter, quienes le presentaron en 1925 en Venecia al duque italiano Fulco Santostefano della Cerda, que pasaría a la historia con el nombre de Fulco di Verdura.

placeholder Gabrielle Chanel y Fulco di Verdura, observando un brazalete. (Cordon Press)
Gabrielle Chanel y Fulco di Verdura, observando un brazalete. (Cordon Press)

Cuentan que el flechazo fue instantáneo y rápidamente se convirtió en uno de sus colaboradores más próximos. Pero lo cierto es que esta historia no se inició por el camino 'correcto'. De hecho, Verdura comenzó asesorando a Chanel sobre telas: durante un tiempo fue su diseñador textil, hasta que ambos se dieron cuentan de que la cosa tenía que ir por otro lado.

placeholder Gabrielle Chanel y Fulco di Verdura. (Cordon Press)
Gabrielle Chanel y Fulco di Verdura. (Cordon Press)

Chanel tenía un joyero cuajado de joyas regaladas por sus amantes y entre esas piezas destacaban dos pulseras que habían sido un detalle del Gran Duque Dimitri de Rusia -que no de Yugoslavia, dedicado a la joyería-. Las solía llevar una en cada muñeca y es aquí donde se comenzó a forjar uno de los iconos más importantes de la casa Chanel y, de hecho, de la joyería universal.

Verdura era italiano, de Sicilia más concretamente, y desde pequeño se había visto rodeado de un impresionante entorno artístico en el que destacaban las influencias bizantinas. Por su parte, ya desde pequeña, Coco Chanel se había fijado en el boato católico y la belleza de las vidrieras y los vasos sagrados de sus ritos, que había conocido en su internado. Ya convertida en reina de la moda parisina, y junto al joyero, ambos realizaron una visita a la basílica san Vitale de Ravena en la que Verdura encontró la inspiración para uno de los encargos de Chanel.

placeholder Mosaico de Theodora en la basílica de san Vitale de Rávena. (Cordon Press)
Mosaico de Theodora en la basílica de san Vitale de Rávena. (Cordon Press)

Había comenzado a rehacer sus joyas y allí, inspirado por los mosaicos bizantinos, rápidamente encontró el icono de la joyería de la casa. La misma Coco cayó embelesada por esas creaciones y lucía las nuevas gemelas una en cada muñeca, convirtiéndolas así en todo un ejemplo a seguir por la sociedad parisina.

placeholder Brazalete engarzado de Fulco di Verdura, realizado en la década de 1940. (Cordon Press)
Brazalete engarzado de Fulco di Verdura, realizado en la década de 1940. (Cordon Press)

Lo mismo que Chanel había realizado en la moda, Verdura lo haría de su mano en la joyería. Frente a unos años 20 y 30 en los que el platino y los diamantes dominaban los diseños art-decó, ellos plantearon unas joyas llenas de colorido, con volumen y muy recargadas. En la propia cruz de Malta de estos famosos brazaletes, Verdura planteaba un mosaico cuajado de piedras en cabujón, de distintos tamaños y colores, que supuso toda una revolución.

placeholder Coco Chanel y Fulco di Verdura, con una de sus creaciones. (Cordon Press)
Coco Chanel y Fulco di Verdura, con una de sus creaciones. (Cordon Press)

Esta colaboración duró hasta 1934, cuando Fulco di Verdura emprendió el camino americano que le llevó conquistar Hollywood. Allí se puso un punto y final a una historia que dejó un gran poso y que el propio Karl Lagefeld supo rescatar cuando buceó en los archivos de la compañía para saber qué había aportado Coco a la moda. Encontró entonces el fruto de una de las relaciones más apasionantes que tuvo Chanel con un duque italiano, al que supo darle la oportunidad de convertirse en historia.

La historia de Chanel tiene dos épocas. Para mucha gente, la presencia de la diseñadora fue constante en la moda del siglo XX, pero lo cierto es que tras la II Guerra Mundial y sus relaciones con el régimen nazi, la creadora gala optó por retirarse. Su regreso no se produjo hasta 1954, alegando que volvía para liberar a la mujer de la tiranía del New Look de Christian Dior, como había hecho en los años 20 con el corsé.

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