Schiaparelli y su descomunal forma de entender el arte inauguran la Alta Costura en París

El Schiaparelli de Daniel Roseberry suma y sigue. "Borrando las líneas entre lo real y lo irreal". Con esta declaración de intenciones, el diseñador estadounidense calentaba motores en las redes sociales minutos antes de dar comienzo al desfile de alta costura que expone su colección otoño-invierno 2023-2024.

Lo cierto es que, tras 'Inferno Couture', la espectacular línea protagonizada con grandes cabezas de leones y exhibida en las figuras de Irina Shayk o Kylie Jenner como modelos sobre las pasarelas, se esperaba mucho de este nuevo 'round' de moda y, no, no ha defraudado. Haciendo gala de las señas de identidad surrealistas que distinguen a la enseña francesa fundada en 1927, Roseberry nos ha vuelto a sorprender.

Recordemos que su director creativo dejó Nueva York en 2019 para coger las riendas de la emblemática firma y devolverle el lugar que se merecía dentro de la industria de la moda. Entre sus hitos: volver a reimaginar la anatomía de la mujer con sus pinceladas y figuras doradas, copar las alfombras rojas con sus increíbles diseños y convertirse en la favorita de las celebrities para impactar. Desde la cantante Adele hasta Kim Kardashian, todas adoran y lucen los looks de Schiaparelli.

Siendo el ojito derecho 'fashion' de todas y cada una de las enseñas más deseadas, el 'front row' en esta ocasión ha contado con la presencia de la influencer y empresaria italiana Chiara Ferragni, la actriz Gwendoline Christie, la cantante Cardi B, la alemana Caroline Daur o la intérprete francesa Philippine Leroy-Beaulieu.

Todas ellas y otras figuras más del street style han sido testigos en directo del último despliegue de moda a manos de Roseberry, que cuatro años después de su nombramiento ha conseguido posicionar a la firma en el lugar que siempre soñó Elsa, su fundadora.

El arte como hilo conductor y llevado a su máxima expresión es lo que ha exhibido en París el estadounidense para volver a sorprender a una industria entregada a su trabajo. Pinceladas, texturas, adornos 3D y volúmenes, todo de inspiración azteca, sobre las maniquís imprescindibles en su casa. No ha faltado la rusa Irina Shayk, enfundada en un falso vestido negro con un body corsé debajo y, envolviendo el cuello, una especie de capa estructurada con pétalos a tono y forro azul Klein. Como ya emblema, turbantes y cintas anchas en el pelo.

Precisamente ese tono potente de la familia de los azules ha teñido más prendas e incluso el maquillaje y el cuerpo de las modelos. Aplicando la técnica del body painted sobre las siluetas femeninas, el Klein mate y difuminado ha servido de top, de cuerpo y de 'makeup'. Enjoyadas con piedras, cristales y otros abalorios que nos recordaban a una estética del imperio azteca, los estilismos han sumado más potencia con la dimensión de las piezas.

Los corsés han sido otro de los elementos recurrentes en la colección, marcando cinturas XS y dando a su vez una mirada diferente a la corsetería al llevarla a esa dimensión onírica que solo sabe reproducir la enseña. También sus piezas surrealistas e inmensas han regresado al desfile, uno de los elementos propios del imaginario de Daniel Roseberry como son las estructuras gigantescas. Por la pasarela hemos visto un vestido fabricado con rastas tipo rizo y brazos de madera, una chaqueta con plumas negras en cascada, varios trajes edredón de diferentes acabados, uno con estampado arty y otro metálico, y faldas y tops globo fruncidos al máximo empastados en el mismo atuendo. La grandiosidad llevada al extremo como ADN del nuevo y exitoso Schiaparelli que hoy gobierna en el sector.

Atención especial en el calzado que expone la fisionomía del pie con hormas marcadas, la nueva versión de los peep-toes y los stilettos en negro y dorado, el tándem cromático al que jamás renuncia el creador.

Un mensaje artístico que ya lanzó cuando su nombramiento como director creativo se hizo público. "Es un gran honor para mí recoger el testigo que dejó Elsa Schiaparelli hace 85 años. Schiaparelli era una maestra de la modernidad; su trabajo refleja el caos y la esperanza de la turbulenta era en la que vivió. Hoy nos encontramos a nosotros mismos haciéndonos grandes preguntas para perfilar nuestra identidad. ¿Qué aspecto tiene el arte? ¿Qué es la identidad? ¿Cómo nos vestiremos para el fin del mundo? Schiaparelli dio respuesta a estas preguntas con honestidad y humor, pero uno de sus grandes legados es su compromiso con la fantasía, su comprensión de que la necesitamos en tiempos complicados. Quiero ofrecer mis propias respuestas a estas preguntas y ofrecer una fantasía -un sueño- que sea relevante y necesario para la actualidad", comentó en aquel momento.