¿Guardas estos alimentos en la nevera? Te contamos por qué no deberías

La llegada a casa y la colocación de la compra en su sitio es todo un ritual para mucha gente. Cada cosa tiene ya un lugar asignado y esto nos hace ganar mucho tiempo a la hora de colocarlo. Sin embargo, puede que estés haciendo algunas cosas mal y guardando en la nevera alimentos que no lo necesitan.

Por eso, hemos querido hacer una pequeña lista de aquellos alimentos que, por costumbre, por desconocimiento o por hacer más hueco en los armarios, tendemos a refrigerar, sin saber que sus cualidades y su sabor pueden verse alterados.

¿Crees que guardando el pan en la nevera alargas su vida? Este es un error muy común y lo que conseguimos es justo lo contrario, a bajas temperaturas se estropea más rápido. Lo mejor es guardarlo en un lugar fresco y seco, o congelarlo directamente.

Con el chocolate sucede algo parecido, evitamos que se derrita y así aguanta más tiempo, si conseguimos evitar la tentación. Sin embargo, al meter el chocolate en el frigorífico hacemos que cambie su sabor. Claro que si a ti te gusta más, puedes seguir haciéndolo porque tampoco se estropea.

Lo mejor es conservarlo alejado de la luz y a temperatura ambiente, igual que el café, que tampoco es recomendable guardar en la nevera. No solo se altera su sabor, también tiende a absorber los olores de los otros alimentos.

Los ajos y las cebollas tampoco deberían estar en la nevera, a bajas temperaturas se endurecen y pierden propiedades. Además conseguirás que germinen más rápidamente, por eso lo mejor es guardarlas en un sitio oscuro y fresco, y por supuesto, en el caso de las cebollas, lejos de las patatas.

Aunque tendemos a almacenarlas juntas porque tienen una duración similar, lo cierto es que esto puede hacer que las patatas se estropeen mucho más rápido. Tampoco conviene guardarlas en el frigorífico, porque su almidón se convierte en azúcar y su sabor cambia, siendo más dulce.

Hay algunas frutas a las que el frío tampoco les sienta especialmente bien, es el caso del melón o la sandía, si están cerca de congelarse, pierden su sabor y sus propiedades antioxidantes. Si están enteros, no hace falta refrigerarlas y una vez abiertos, es mejor taparlas con papel de aluminio antes de meterlas a la nevera.

Además, tampoco les gustan las bajas temperaturas a las frutas las tropicales, como la piña o los plátanos, a quienes el frío hace que se acelere su descomposición. Los plátanos necesitan luz y temperatura alta para madurar, en la nevera se pudrirán antes.

Algo parecido les pasa a los tomates, que a temperatura ambiente continúan su proceso de maduración y potencian su aroma y sabor. Ni miel ni aceites necesitan el frío del refrigerador, con este tienden a cristalizarse y pierden parte de sus propiedades. Tampoco los huevos, que en realidad lo que necesitan es una temperatura fresca y constante. Ahora, abre tu nevera y repasa qué productos deberían o no estar allí, tu cocina notará la diferencia.