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Conquistamos las montañas nevadas de Aragón tras descubrir los secretos del Somontano
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Conquistamos las montañas nevadas de Aragón tras descubrir los secretos del Somontano

Hagamos noche en un iglú de alta montaña en el corazón del Pirineo a 1.800 metros de altitud para vivir un momento impagable: pasar una noche única bajo las estrellas más brillantes

Foto: Los iglús de alta montaña de Las Mugas en Formigal-Panticosa regalan noches de auténtico lujo. (Fotografía: Sara Janini)
Los iglús de alta montaña de Las Mugas en Formigal-Panticosa regalan noches de auténtico lujo. (Fotografía: Sara Janini)

Pese a la presente ola de frío, la primavera ha empezado a lanzar sus primeros avisos de proximidad. Pero como aún queda nieve por disfrutar, enfilamos nuestro rumbo hacia Aragón para vivir tres experiencias inigualables: conocer los secretos de la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) Somontano, en Huesca, hacer noche en un iglú de superlujo en las pistas de Aramón Formigal-Panticosa y, por supuesto, esquiar a placer por sus más de 170 kilómetros de pistas.

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(Fotografía: Sara Janini)

Emprendemos la aventura en Bodega Sommos, una explotación vinícola realmente a la vanguardia, dominada por la singular arquitectura de su sede, un edificio, obra de Jesús Marino Pascual, inspirado en la silueta del emblemático pico Cotiella, el principal del Pirineo aragonés con sus 2.912 metros de altura. Elegida por la publicación 'The Drinks Business' como una de las diez maravillas arquitectónicas del mundo del vino, no solo por su armonía, sino por su capacidad para elaborar grandes vinos.

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(Fotografía: Sara Janini)

En Sommos la fuerza de la gravedad tiene mucho que decir gracias a los 27 metros de profundidad sobre los que se yergue esta bodega. El centro cuenta con las últimas innovaciones tecnológicas para realizar trabajos de gran precisión: desde seleccionadoras ópticas que permiten triar la uva grano a grano hasta una grúa puente para poder llenar y trasegar los depósitos por gravedad sin utilizar bombas, pasando por una prensa neumática vertical. Como la NASA, pero en Huesca.

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(Fotografía: Sara Janini)

El mayor tesoro de Bodega Sommos se encuentra en sus viñedos, más de 350 hectáreas de viñedo propio repartidas en tres zonas diferenciadas. El principal viñedo es la finca Torresalas, en cuyo centro se sitúa la bodega, rodeada por cepas de chardonnay, gewürztraminer y tempranillo. A los pies de la sierra de Guara se trabaja la vid en la finca Montesa, un conjunto de parcelas de secano donde cultivan merlot, syrah y cabernet sauvginon. Y el tercero, el viñedo de Güel, está en la antesala del macizo Turbón, donde se cultiva principalmente sauvignon blanc y garnacha blanca.

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(Fotografía: Sara Janini)

La visita de la bodega da pie a una espectacular cata de sus vinos Colección, que representa los diferentes suelos, microclimas y altitudes que confieren la personalidad única de esta denominación de origen. Disfrutemos también de un oxigenado paseo en Segway o bicicleta por los viñedos y remataremos la estancia en Sommos con una experiencia gastronómica de alto nivel en su propio restaurante.

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(Fotografía: Sara Janini)

Hora de conquistar el Pirineo aragonés vía Formigal-Panticosa, una de las cuatro grandes estaciones de esquí de Aramón, grupo que también gestiona Cerler, Javalambre y Valdelinares. En total: 300 kilómetros esquiables y 77 remontes.

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(Fotografía: Sara Janini)

Haremos noche en uno de los iglús de alta montaña de Las Mugas, en Formigal-Panticosa, donde solo podremos dormir una noche. Lujo y exclusividad a 1.800 metros de altitud para vivir de uno de esos momentos impagables que solo la naturaleza regala: pasar una tarde-noche única bajo las estrellas del Pirineo.

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(Fotografía: Sara Janini)

Una experiencia inolvidable en la que podrás disfrutar de excursiones sobre raquetas, de una gastronomía de altura —valga la redundancia— con productos del Valle de Tena y de una confortable noche en un iglú adorablemente calentito y decorado en clave alpino-chic.

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(Fotografía: Sara Janini)

Tras saludar a los primeros rayos del nuevo día, nos entregamos a un desayuno perfecto: sopas de ajo y torrijas —platos tradicionales del pastoreo—, trucha o churra tensina, productos típicos del valle, dan lugar a un sabroso espectáculo de cocina tradicional que nos llega de energía y alegría.

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(Fotografía: Sara Janini)

Tras el desayuno pantagruélico y cierta sensación de tristeza por volver a la realidad, emprendemos el camino de regreso con parada en el encantador pueblo de Tramacastilla.

placeholder El pueblo de Lanuza, camino de Formigal, invita a la postal perfecta. También se puede hacer escala para comer bien-bien en Tramacastilla o en Sallent de Gallego. (Fotografía: Sara Janini)
El pueblo de Lanuza, camino de Formigal, invita a la postal perfecta. También se puede hacer escala para comer bien-bien en Tramacastilla o en Sallent de Gallego. (Fotografía: Sara Janini)

En el recuerdo, para siempre, la paz de la montaña, el placer del silencio casi absoluto, la buena compañía, una gastronomía sincera y varias copas de buenos vinos. Planazo.

Pese a la presente ola de frío, la primavera ha empezado a lanzar sus primeros avisos de proximidad. Pero como aún queda nieve por disfrutar, enfilamos nuestro rumbo hacia Aragón para vivir tres experiencias inigualables: conocer los secretos de la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) Somontano, en Huesca, hacer noche en un iglú de superlujo en las pistas de Aramón Formigal-Panticosa y, por supuesto, esquiar a placer por sus más de 170 kilómetros de pistas.

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