Estrenamos hotelazo en el corazón de los Alpes franceses y conquistamos un glaciar

Viajamos al corazón de los Alpes franceses con una buena excusa. Club Med —la gran compañía hotelera gala especializada en vacaciones prémium que inventó el concepto 'todo incluido' hace 70 años— inaugura resort a pie de pista en la estación invernal de Tignes, en Val Claret. Aterrizamos en el Aeropuerto Lyon-Saint Exupéry para constatar que, efectivamente, esta ciudad atravesada por el viento resulta de lo más gélida en esta época del año.

Dos horas y cuarenta minutos después, tras volar por las fantásticas autopistas francesas a bordo de un elegante monovolumen Mercedes-Benz —cortesía de nuestro anfitrión, Henri Giscard d’Estaing, hijo del tercer presidente de la V República Francesa y actual presidente de Club Med—, llegamos a Albertville, la que fuera sede de los XVI Juegos Olímpicos de Invierno en 1992. A partir de ese momento la vida se convierte en una interminable sucesión de curvas que nos elevan hasta los 2.100 metros de altitud. Temperatura exterior media: -11º.

Frente a nosotros, el flamante resort Club Med Tignes, un imponente edificio que, sin embargo, no desentona con el entorno. Podríamos decir que el inmueble recuerda a una cabaña de alta montaña, pero elevada a la enésima potencia. Entramos. Periodistas de todos los rincones del mundo nos encontramos aquí. Argentina, México, Estados Unidos, Israel, India, Japón, Australia y media Europa diseccionamos cada elemento decorativo del acogedor lobby en el que imperan los tonos cálidos y alegres de moquetas, butacas y sofás. Grandes paredes de madera laminada y chimeneas de piedra nos protegen de un frío que se intuye tras los inmensos ventanales. Fuera, rodeando nuestro resort, las estupendas pistas de esquí de Tignes aguardan a la jornada de mañana.

En total, Club Med está presente en 14 estaciones de los Alpes franceses, italianos y suizos. En todos ellos reina una misma filosofía: mimar al viajero a toda costa. Y es verdad, lo hacen porque cuentan con servicio intercultural e intergeneracional algo más que fantástico —aprovechamos para enviarle un cariñoso abrazo a Carmen, la divertida y eficaz sevillana encargada del comedor principal—. Porque aquí tienen algo que pocas cadenas hoteleras poseen: saben anticiparse a las necesidades y expectativas del cliente.

Nuestra habitación mira a las pistas y a la salida del sol. Todavía no lo sabemos, pero la estancia nos va a regalar una fascinante luna llena empeñada en teatralizar aún más la belleza de estas montañas. En nuestro refugio dentro del refugio la temperatura es perfecta, los edredones blancos te envuelven y sumergen en dulces sueños, mientras los colores alegres y la calidez de la madera replican la sensación inicial experimentada en el lobby.

Tenemos habitación y tenemos ski room con nuestra propia taquilla pertrechada con todo lo necesario para esquiar —todo de la mítica firma Rossignol—, así que: telesilla y pista. Esquí alpino, snowboard, freestyle, caminata nórdica, raquetas, fatbike… Tú eliges. Una legión de profesores y monitores de esquí se pondrá a tu disposición para lo que necesites.

Efectivamente, el todo incluido de este resort agrupa todos los servicios del hotel —comidas (con uno de los mejores bufés que hemos disfrutado en mucho tiempo), buenos vinos y cócteles, piscina, sauna, spa, etcétera— y, por supuesto, un forfait que da acceso a todas las instalaciones de la estación. Solo queda disfrutar de las 39 pistas del lugar, de sus telesillas, de su fascinante tren cremallera que atraviesa el corazón de la montaña y del posterior teleférico para conquistar la cumbre del glaciar de la Grand Motte.

Si ‘Moonraker’ (1979), aquella peli de James Bond protagonizada por Roger Moore y un gigantón que partía el cable de un teleférico con sus dientes de acero —con Bond dentro, claro—, te causó pesadillas en la infancia, mejor evita la experiencia. Eso sí, te perderás la belleza del mundo a 3.454 metros de altitud y unas sobrecogedoras vistas de los Alpes, con el majestuoso Mont Blanc en la distancia.

Es hora de volver a nuestro resort, tomar una buena sauna y deleitarnos con las anécdotas del día junto a vino amistoso y, por descontado, francés. Nuestros anfitriones nos hablarán de los lagos de Chevril y Tignes, que están a dos pasos y en los que se puede patinar, pero también del Parque Nacional de la Vanoise, en el que nos encontramos enmarcados, y de sus dos momentos de plenitud: el invierno y el verano, porque este destino también lo es para los amantes del montañismo, el senderismo y el aire puro no congelado.

Si a la estación de Tignes —que fue una de las sedes de los Juegos Olímpicos de Albertville en 1992— sumamos las infraestructuras de la de Val-d’Isere, nos encontraremos con más 300 kilómetros de espectaculares pistas y dos glaciares: el ya mencionado de la Grande Motte y el Pissaillas. Casi nada.

Club Med Tignes ha supuesto una inversión de 128,9 millones de euros. Ofrece 430 habitaciones de entre 50 y 70 metros cuadrados, dos restaurantes, una estupenda piscina, una fantástica zona wellness y una gran terraza soleada orientada al sur en el que disfrutar de estupendos combinados y gratificantes sesiones de vitamina D (sin olvidar nunca el protector solar).

Con la llegada de 2023, Club Med cuenta ya con 14 resorts alpinos gracias a la inauguración de ‘nuestro’ Tignes-Val Claret y el de La Rosière-Val d'Isère. Los resort Grand Massif Samoens, Pragelato, Les Arcs Panorama y St. Moritz, todos de la misma cadena, son los preferidos por los españoles que esquían fuera a tenor del número de reservas.

En plan single, en pareja o con niños —los menores de 2 años no pagan estancia ni transporte aéreo en Tignes, los menores de 4 años no pagan estancia, los de entre 6 y 11 años tienen un descuento del 50 % y los de entre 12 y 17, del 20 %— acabamos de resolver tus próximas vacaciones en la nieve. ¡Pista!